Primeros tiempos

Al asumir el mando, Yrigoyen se encontró con la mayoría de las provincias en manos de representantes del régimen contra el cual había combatido tantos años; además sus adversarios dominaban en el Congreso y desde allí hostilizaban y obstruían toda iniciativa del poder ejecutivo, sin contar la hostigación sistemática de los grandes diarios.


El historiados Gabriel del Mazo, además teórico del radicalismo, comentó esa situación: "Y fue de este modo que el radicalismo asumió el gobierno de la Nación, con todas las limitaciones previstas: con un Congreso híbrido, espurreo en parte y con la obligación lógica de aceptar la secuela legal de su sistema. El gran movimiento radical accedía así a la ‘legalidad del régimen’ en vez de abolirla, pues se trataba de dar lugar revolucionariamente a la legalidad cabal de la Nación. No llegó el radicalismo al gobierno como su jefe quería, con todas las posibilidades de transformación revolucionaria en sus manos; de donde derivan buena parte de los infortunios que más tarde el país padeció. El presidente Yrigoyen cumplió en el gobierno la noble doctrina de la Unión cívica radical, pero debió hacerlo 'dentro del espacio de su poder legal', y esta limitación permitió la sobrevivencia del régimen". 


Antes en las sucesivas reorganizaciones partidarias y en las sucesivas conspiraciones para poner en marcha alzamientos armados, Yrigoyen era personalísimo y todo pasaba por sus manos o bajo su vigilancia, aunque el complejo mecanismo de un Estado moderno imposibilita ese control directo por una sola persona.

Se trataba de hombres nuevos, aunque algunos llevaban decenios en la lucha política, y fueron despiadadamente combatidos, injuriados, denigrados en la prensa hostil, que era la mayoría de la prensa. Entre los hombres nuevos- había algunos jóvenes de innegable talento, como Diego Luis Molinari, Lucio Moreno Quintana, Horacio B. Oyhanarte y otros.

Director de correos y telégrafos fue José María Giuffra, salvo un breve período en que se desempeñó como interventor federal en Corrientes; desde 1920 comenzó a funcionar el primer servicio postal aéreo. Giuffra presentó la dimisión al hacerse cargo de la presidencia de la República Marcelo T. de Alvear.

Fuera de los altos cargos de gobierno, no hubo desplazamientos de empleados y funcionarios de los viejos núcleos tradicionales del régimen; lo que hubo, eso sí, fue una irrupción de elementos de la clase media,  profesionales, que habían visto cerradas hasta allí todas las puertas para la participación en el quehacer político.

Caricatura de Caras y Caretas del 10 de marzo de 1917, en ella se observa al presidente Yrigoyen repartiendo empleos como recompensa por la militancia política.

Caricatura de Caras y Caretas del 10 de marzo de 1917, en ella se observa al presidente Yrigoyen repartiendo empleos como recompensa por la militancia política.


Composición de las Cámaras

En 1917 la Cámara de diputados, según las referencias de Roberto Etchepareborda, estaba integrada por 45 legisladores radicales y por 70 de la oposición: 38 demócratas progresistas, 22 conservadores y 10 socialistas. En el Senado la mayoría era conservadora, 24 senadores conservadores, 1 socialista y sólo 4 radicales.

Mejoró la situación en la Cámara baja en 1918-19; los radicales tenían la presidencia de la Cámara de diputados y 59 legisladores, y en algunas ocasiones los votos de 6 disidentes del radicalismo; la oposición sumaba 51 representantes: 31 conservadores, 14 demócratas progresistas y 6 socialistas. En el Senado los conservadores disponían de 24 bancas, los socialistas de una y los radicales de 3.

Según Darío Cantón (Materiales para el estudio de /a sociología política en la Argentina), los datos son algo diferentes:

  • 1917: U.C.R., 41; conservadores, 28; socialistas, 9; demócratas progresistas, netos, 8; partidos provinciales, 26 (Liga del sur, 6); total: 114.
  • 1918: U.C.R., 56; radicales disidentes, 8; conservadores, 19; demócratas progresistas, 14; socialistas, 6; varios partidos provinciales, 12.
  • 1919: U.C.R., 53; radicales disidentes, 8; conservadores, 19; demócratas progresistas, 11; partidos provinciales, 13; socialistas, 6.
  • 1920: U.C.R., 84; radicales disidentes, 12; socialistas, 10; conservadores, 14; demócratas progresistas, 19; partidos provinciales, 12.
  • 1921: U.C.R., 87; radicales disidentes, 12; socialistas, 10; conservadores, 14; demócratas progresistas, 18; partidos provinciales, 11.
  • 1922: U.C.R., 91; radicales disidentes, 10; socialistas, 10; conservadores, 14; demócratas progresistas, 14; partidos provinciales, 11.

Las diferencias en las cifras no alteran al panorama real.

Con esa estructura parlamentaria se comprende que al comienzo no pasase ningún proyecto del poder ejecutivo en la Cámara de diputados; y cuando era aprobado en ella algún proyecto, era paralizado o ignorado o rechazado en el Senado.