Los hijos de los inmigrantes, que se formaron en las universidades y adquirieron títulos y diplomas de capacitación, querían hacer oír su voz y hacer valer sus derechos. Los inmigrantes habían ascendido en la escala social por su trabajo en el comercio, en la industria y también en la agricultura; sus hijos se pusieron en el nivel profesional y técnico de los hijos de la llamada oligarquía; abundaron los doctores procedentes de esa clase media poderosa y buscaron campo de acción pública y cívica para sus inquietudes y sus ambiciones. Por su número gravitaban ya demasiado para ser ignorados y desoídos.
En sustitución del P.A.N. roquista hicieron su aparición, principalmente en la capital federal, tendencias que capitalizaron la opinión de vastos sectores; en 1912, 1913 y 1914 se disputaron su representación política los radicales y los socialistas. Los hombres de la tradición se avinieron entonces a la idea de una reagrupación de fuerzas para hacer frente a esos núcleos competitivos. Se lanzó en noviembre de 1914 el proyecto de unir a los conservadores de todos los matices y en diciembre del mismo año se concretó la integración de ocho partidos provinciales, el liberal y el autonomista de Corrientes, el popular de Mendoza, la Concentración de Catamarca, la Unión conservadora de Entre Ríos, la Liga del Sur de de Santa Fe y algunos de otras provincias. Se había formado así el partido demócrata progresista.
Robustiano Patrón Costas intento lograr una gran unión de partidos políticos provinciales en un partido Conservador a nivel nacional en reemplazo del viejo PAN, en 1914 logra la adhesión en principio de todos los partidos provinciales, pero la renuencia de Buenos Aires paraliza la iniciativa. Interviene entonces como principal gestor en el establecimiento de las bases de lo que habría de ser el Partido Demócrata Progresista. Y propugna para presidirlo al Doctor Lisandro de la Torre.
La idea de reagrupación partió de Robustiano Patrón Costas. Lisandro de la Torre se adhirió al proyecto con estas condiciones: 1º que se organizaría un partido nuevo, independiente de la tradición de todo partido anterior, tan distante del radicalismo hipolitista como del viejo partido del general Roca 2° que ese partido "nuevo" sería además permanente y con programa definitivamente democrático. El hombre más prestigioso para encabezar ese movimiento era Lisandro de la Torre y originariamente fue reconocido como su jefe. Se trataba de un conglomerado de intereses y aspiraciones contradictorios; hombres de la trayectoria anterior pretendían sumarse a los que querían adaptarse a la nueva situación. Carlos de Ibarguren esbozó el programa: pacifista en lo internacional, proteccionista en lo económico, autonomista y democrático en política interna; mutualista, cooperativista y previsor en lo social.
Contó ese plan y ese esfuerzo con la adhesión de hombres de la jerarquía de Joaquín V. González, José María Rosa, general Rafael Aguirre, Lisandro de la Torre, Norberto Quirno Costa, Alejandro Carbó, Carlos Ibarguren, Julio Argentino Roca, Benito Villanueva, Carlos Meyer Pellegrini, Indalecio Gómez, Exequiel Ramos Mejía, Francisco Uriburu y otros. Querían ser conservadores, pero querían vincularse a las nuevas exigencias de la hora del país y del mundo.
Pero les unía más que nada el anhelo de no dejar que el radicalismo llegase al poder. Lisandro de la Torre, progresista y sobre todo independiente, de conducta indoblegable, fue pronto objeto de desconfianza por parte de los conservadores recalcitrantes y se comprendió que su nombre y su significación podían ser una bandera contra el radicalismo, pero también contra el conservatismo reacio a toda alteración en el campo de sus pequeños intereses.
En 1914 finalmente, diversos partidos provinciales confluyeron para conformar el Partido Demócrata Progresista. El 14 de diciembre de ese año se realizó la reunión constitutiva en el Hotel Savoy de Buenos Aires. Lisandro de la Torre fue elegido presidente del nuevo partido, acompañado por Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Carlos Ibarguren, José María Rosa, Alejandro Carbó, Carlos Rodríguez Larreta, Mariano Demaría; entre otros. Después de la fundación del Partido Demócrata Progresista, sobre la base de la Liga del Sur, de la Torre será el candidato presidencial del gobierno, en oposición a la candidatura de Yrigoyen, en 1916
El mismo decía en una carta de 1921, al comentar la desintegración del partido que se había constituido:
"Uds. son conservadores, clericales, armamentistas, antiobreros, latifundistas, etc., etc., y nosotros somos demócratas progresistas, de un colorido casi radical-socialista. ¡Vaya Ud. a fusionar eso!".
Lisandro de la Torre aspiraba a constituir un partido que pudiese funcionar como partido de gobierno y como partido de oposición.
Se produjo un primer choque en abril de 1915, cuando Marcelino Ugarte, después de triunfar en la provincia de Buenos Aires, intentó imponer un candidato propio para la presidencia de la Cámara de diputados contra Alejandro Carbó, a quien sostenía el partido demócrata progresista. Lisandro de la Torre renunció a la dirección del partido y frustró así la maniobra, aunque no impidió que algunos elementos se separasen de la agrupación.
En diciembre de 1915 se proclamó la fórmula Lisandro de la Torre-Alejandro Carbó para la próxima campaña presidencial, en apariencia con el apoyo y beneplácito de todos los grupos integrantes, pero poco después en enero de 1916, Benito Villanueva hijo público que fa fórmula no era definitiva y se inició una polémica entre Lisandro de la Torre y él.
Quedaron fuera del partido demócrata progresista la Unión cívica, acaudillada por Guillermo Udaondo, muchos de cuyos miembros se pasaron luego al radicalismo, y el partido conservador de la provincia de Buenos Aires, que respondía a Marcelino Ugarte, aspirante también a la primera magistratura nacional, creyendo que el electorado, entre Yrigoyen y él, votaría en su favor. Su triunfo en las elecciones de diputados en abril de 1914, le alentaba en esa creencia. Con ello contribuyó a debilitar el partido demócrata progresista, junto con aquellos que temían la gravitación del político santafecino.
Cuando Marcelino Ugarte comprendió que su candidatura no tenía perspectivas en aquellas condiciones, prohijó la de Luis Güemes y maniobró para constituir núcleos propios en el Congreso, y alterar las situaciones provinciales democráticas en Córdoba, Salta, Corrientes y San Luis; y logró que Victorino de la Plaza interviniese la provincia de Corrientes y ocupase militarmente San Luis, donde se propiciaba la candidatura de Lisandro de la Torre.
Marcelino Ugarte era gobernado de la provoincia de Buenos Aires cuando se aproximan las elecciones para Presidente de la Nación de 1916, se dedica a la campaña política para oponerse al avance arrollador del radicalismo para lo cual se aleja de Partido Demócrata Progresista y moviendo sus contactos provinciales impone su candidato el pensaba ganar en el colegio electoral que en un principio parecía inclinarse a su favor pero finalmente le dio el triunfo por primera vez al radical Hipólito Yrigoyen.
Las fórmulas presidenciales en esas elecciones de 1916 fueron de los radicales con Hipólito Yrigoyen y Pelagio Luna, del Partido Demócrata Progresista con Lisandro de la Torre y Alejandro Carbó, y del socialismo con Juan B. Justo y Nicolás Repetto. El Partido Conservador bonaerense que presidía Ugarte, a quien sus adversarios más acérrimos apodaban "el petiso orejudo", y sus aliados, no proclamaron candidatos a Presidente. En efecto, los grupos conservadores confiaban en que las elecciones primarias no serían decisivas y cifraban su estrategia en una segunda instancia ante el Colegio Electoral.
Definida la cuestión, Ugarte vuelve a La Plata y espera la inevitable intervención federal a la provincia, que se produce en 1917, de manera que su mandato termina un año antes de lo previsto.
Otra agrupación arraigada ya en la capital federal, apoyada por contingentes obreros, era el partido socialista, que proclamaba entonces la lucha de clases y era motivo de temor para las clases privilegiadas. Ya en 1904 logró tener un diputado en el Congreso, Alfredo L. Palacios, que aprovechó el régimen de la circunscripción electoral; en la primera aplicación de la ley Sáenz Peña triunfaron dos de sus candidatos, como se ha dicho, y en 1914 superó a los radicales y obtuvo la mayoría en la capital federal. El partido sufrió luego escisiones por motivos doctrinarios. Había en él tendencias netamente marxistas y otras evolucionistas, de reformas graduales; en 1914 fue expulsado Palacios del partido por su actitud favorable al duelo y formó el partido socialista argentino. Y cuando llegaron las elecciones presidenciales de 1916, muchos dirigentes socialistas eran partidarios de apoyar a Lisandro de la Torre, pero se consagró una fórmula de principios, sin aspiraciones de triunfo, integrada por Juan B. Justo y Nicolás Repetto.
Pero la gran fuerza ahora activa en los comicios era sin ninguna duda la Unión cívica radical.