Se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1943 y más tarde se doctoró en leyes. Dirigió un estudio jurídico durante años. Enseñó derecho en varias universidades y publicó algunos libros.
Fue nombrado embajador en Chile por el presidente José María Guido en 1962, continuando su cargo durante un año con su sucesor, Arturo Illia. El dictador Juan Carlos Onganía lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores en 1966. Convencido anticomunista, priorizó las relaciones con los Estados Unidos.
Fue nuevamente nombrado Ministro de Relaciones Exteriores durante la dictadura de Leopoldo Galtieri, en diciembre de 1981. Tuvo la responsabilidad de dirigir la política exterior durante la Guerra de Malvinas, desde abril de 1982. Confió en la posibilidad de apoyo o –al menos– de neutralidad por parte de los Estados Unidos durante la guerra. Para presionar al secretario de estado norteamericano, Alexander Haig, citó repetidamente la responsabilidad que le cabría a ese país, por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
Cuando quedó claro que los Estados Unidos no estaban dispuestos a ceder a las insinuaciones argentinas, e incluso que se le estaba prestando ayuda logística a Gran Bretaña, cambió la estrategia y solicitó colaboración diplomática y apoyo en los países de América Latina. Su discurso varió significativamente cuando viajó a Cuba, donde participó en un encuentro de los Movimiento de Países No Alineados y se entrevistó con el presidente Fidel Castro.
Asistió a varias reuniones en la Naciones Unidas; en un discurso, acusó a los Estados Unidos de traicionar a las demás naciones americanas.
Renunció a su cargo tras la caída de Galtieri, en junio de 1982.