Luis Jerónimo de Cabrera había nacido en el año 1520 en la ciudad de Sevilla del reino homónimo que formaba parte de la Corona española, desarrollándose en el seno de una familia noble andaluza.
Era un hijo ilegítimo de las segundas nupcias celebradas en Portugal en el año 15364 del II señor de la Torre de Palencia, Miguel Jerónimo Luis de Cabrera y Zúñiga (Sevilla, 1483 - ib., 4 de diciembre de 1546), quien fuera nombrado caballero de la Orden de Santiago y comendador de Benazuza y Mures —cuyos padres eran el comendador Pedro de Cabrera y Cabrera y su esposa Leonor de Zúñiga, primera señora de la Torre de Palencia y fundadora del mayorazgo, el 30 de septiembre de 1497, con autorización en Granada de los Reyes Católicos— y de María de Toledo y Hernández del Pedroso (Sevilla, ca. 1500 - océano Atlántico, 8 de octubre de 1555), una hija de Francisco de Toledo y Toledo y de Catalina Hernández del Pedroso y Torres quien testara en Sevilla el 4 de junio de 1567.
Del primer matrimonio de su padre en 1501 con Elena de Figueroa y Ponce de León (m. d. 1530) —una hija de Pedro Ponce de León quien fuera señor de Villagarcía y de Leonor de Figueroa— tuvo cuatro medio-hermanos, siendo el mayor con quien viajó a América en 1538, llamado Pedro Luis de Cabrera y Figueroa Ponce de León.
Los otros tres fueron Esteban de Cabrera que murió joven, Martín de Córdoba y Cabrera que falleció soltero, y la menor, Leonor de Zúñiga.
De la segunda unión de su progenitor que derivó en matrimonio en 1536, en el cual Jerónimo Luis era primogénito e ilegítimo, tuvo cinco hermanos: Leonor de Cabrera (Sevilla, ca. 1529) en nupcias con Rodrigo de Esquivel (n. ib., 1519), Catalina de la Cerda y Cabrera (n. ib., 27 septiembre de 1530 - Cuzco, después de marzo de 1589) enlazada con el señor Diego Gutiérrez de los Ríos y Lasso de Mendoza —tío materno de Luisa Martel y de los Ríos y descendiente de la Casa del Infantado— quien estaba seguida por Antonio Luis de Cabrera (n. ib., ca. 1538) que fuera el autor de «Itinerario genealógico» y se matrimonió con Catalina Dorantes de Trejo, y los menores: Juan de Cabrera (ib., ca. 1543 - océano Atlántico, 8 de octubre de 1555) y Nicolasa de Cabrera y Toledo (ib., 1546 - ib., 8 de octubre de 1555).
Estos dos últimos hermanos fallecieron ahogados viajando a Sudamérica con su madre en un naufragio. Además tuvo dos hermanos que no llegaron a conocerse y a los que les pusieron el mismo nombre: Francisco de Cabrera, que habían nacido entre 1540 y 1542, pero ambos fallecerían siendo niños entre 1541 y 1547.
Jerónimo Luis de Cabrera eligió la carrera de las armas y como militar llegó a la América hispana como alférez de la Real Armada Española, acompañando a su medio hermano el general Pedro Cabrera y Figueroa, y quienes arribarían a Lima, la capital del gran Virreinato del Perú, en 1538.
Cuando en 1548 el capitán Francisco Hernández Girón se rebeló ante la Corona por no aceptar las Leyes Nuevas del emperador Carlos V —que hiciera cumplir su enviado, derrocado y decapitado virrey Blasco Núñez Vela desde 1544 hasta 1546— Cabrera fue a combatirlo con setenta soldados.
Al año siguiente, en 1549, se avecindó en Cuzco haciéndose construir una casa de dos pisos, blasonada en el portal de la misma —este edificio aún existe convertido en el colegio de madres salesianas— cuya descripción, del escudo familiar, es la siguiente: dividido en dos campos, en el primero "sobre un llano de oro, tres troncos nudosos de sínople, puestos en faja; en el otro campo que lo era de azur, una cabra de plata saltante". En el mismo año alcanzaría el rango de maestre de campo.
Establecido en la ciudad de Cuzco, participó nuevamente en las batallas contra Girón desde el 12 de noviembre de 1553, ya que este había prendido en la ciudad al corregidor, mientras sus hombres arrasaban su casa y se lo llevaban detenido hasta Lima, pero sería derrotado en la batalla de Pucará el 8 de octubre de 1554, aunque lograba escapar por pocos días y al ser detenido fue llevado a Lima, condenado a muerte y ejecutado en los primeros días de diciembre del mismo año, su cabeza fue clavada y expuesta en la plaza de armas de la misma ciudad, su casa en Cuzco fue derribada.
En esto años, Jerónimo de Cabrera se destacaba también en las campañas de conquista de los valles de Ica, de Pisco y de Nazca.
El 17 de junio de 1563, Cabrera fundó la ciudad de «San
Jerónimo de Valverde» —actual ciudad de Ica y capital del departamento peruano
homónimo— en el valle de Ica, a la cual sostuvo a su costa durante tres años.
Tales servicios fueron premiados por el cuarto virrey y
conde de Nieva, Diego López de Zúñiga y Velasco, quien lo designó corregidor y
justicia mayor de Charcas y de Potosí.
El 20 de septiembre de 1571 fue designado adelantado para
la exploración y conquista de nuevas tierras para la Corona española en el
Nuevo Mundo. En ese mismo año, el quinto virrey del Perú, Francisco Álvarez de
Toledo lo designó gobernador del Tucumán.
Cabrera tenía tantas cualidades tan sobresalientes que en
América no se podría gloriar de otro que lo igualara. Nobleza que le
emparentaba con las principales casas de España.
La ceremonia de recepción del nuevo gobernador estuvo a
cargo del gobernador saliente, capitán Nicolás Carrizo. Su primera medida fue
designar como teniente de gobernador a su pariente Lorenzo Suárez de Figueroa,
que también era sobrino del virrey del Perú. En 1572 fue designado alguacil
mayor Iñigo de Villafañe.
El virrey Francisco de Toledo había nombrado a Cabrera
gobernador con el objetivo de cumplir la orden de fundar una población que
sirviera además como fortín en lo que hoy es la provincia de Salta o la actual
provincia de Santiago del Estero.
No obstante ello, Cabrera optó por hacer dicha fundación más
al sur. La obligación del gobernador era "poblar y fundar en el valle de
Salta en la parte y lugar que le pareciere mejor convenir, un pueblo de
españoles para que de estos reinos del Perú se pueda entrar a dichas provincias
sin el riesgo y el peligro que hasta aquí, y de ellas salir a estos reinos a
contratar y mercadear".
El gobernador Cabrera marcharía hacia el sur a mediados de
1573, en donde se encontraban las tierras de los comechingones y allí fundaría
la ciudad de «Córdoba de la Nueva Andalucía».
En junio de 1573, el gobernador Cabrera preparó mulas,
caballos, ovejas, cerdos, gallinas, todo en un total de mil animales, y tomó
más de 100 hombres de las ciudades de Santiago del Estero, San Miguel de
Tucumán y Nuestra Señora de Talavera, y marchó hacia el sur, hacia la región de
los comechingones.
Cabrera decidió desobedecer expresamente el mandato
virreinal y fundar una ciudad más al sur. Eligió una región mucho más
pintoresca, de tierra más fértil y clima más benigno que la de Santiago del
Estero. Tras un primer intento el 24 de junio de 1573 en el asiento de
Quisquisacate, el 6 de julio fundó una ciudad a la que llamó Córdoba de la
Nueva Andalucía a orillas del río Suquía.
De esa manera cumplió con una promesa que le había efectuado
a su esposa, en homenaje a la tierra de donde ella y su familia provenían,
sumado a la semejanza del paisaje y sus pobladores comechingones a los de
Andalucía. Expresó Cabrera que realizaba su fundación principal en "un
país en donde se dan las cuatro estaciones (...) y la gente es barbuda y alta,
morena como en Andalucía". Esta ciudad es la actual ciudad de Córdoba.
Su casa principal, que llegó a tener dos plantas o pisos, la
hizo construir en un costado de la Plaza Mayor —actual Plaza San Martín de la
ciudad de Córdoba, sobre la actual calle Buenos Aires— considerada como la
casona melliza de Manuel de Mercadillo.
Entre los expedicionarios que lo acompañaron estaban Hernán
Mejía de Mirabal, Juan Pérez Moreno, Juan Rodríguez Juárez, Blas de Rosales,
Garci Sánchez, Alonso de Contreras, todos veteranos de la conquista, y de los
recién llegados Lorenzo Suárez de Figueroa, Tristán de Tejeda y Alonso de
Cámara, ambos yernos de Mejía de Mirabal. Los tres tendrían luego lucida
actuación.
Luego de dos meses de fundada Córdoba, Cabrera partió con un
grupo de gente en busca del Río de la Plata, tras su objetivo de fundar allí
otra ciudad que permitiera una comunicación directa con España.
El primer objetivo de Cabrera, fue tratar de encontrar la
fabulosa «Ciudad de Los Césares» que le sumaría una cuantiosa fortuna personal
que repartiría con la corona. El segundo, crear una provincia con salida a «La
Mar del Nord» u océano Atlántico. Para esto exploró el río Tercero y su
continuación, el río Carcarañá, llegando a orillas del río Paraná hasta las
proximidades de la actual ciudad de Santa Fe.
Tres meses después, intentó refundar la llamada «Torre de
Gaboto» o «Fuerte Sancti Spiritu» —erigido el 27 de febrero de 1527 hasta su
abandono en septiembre de 1529— haciendo construir un fortín y puerto al cual
llamó «San Luis de Paraná». Más tarde, al internarse río arriba se encontró con
aborígenes timbúes en el asiento de Omad-coberá que impidieron su paso ya que
estaban preparados para atacar a Juan de Garay que se encontaba en su
bergantín, ya que bajaba desde Asunción en busca también de un puerto con fácil
salida marítima. Al ver el peligro que corrían los españoles, atacó a la tribu
y los hizo disipar. De esta forma fue que ambos conquistadores entablaron un
diálogo que culminaría en discusión sobre sus derechos respectivos, pero en los
hechos ninguno de los dos tenía permiso real. Durante la polémica, Cabrera fue
llamado a la ciudad de Córdoba por el inminente peligro de un ataque indígena,
y por otra razón, que le sería nefasta.
Al regresar a Córdoba y preparándose para pasar a Santiago
del Estero, sede de la gobernación, se anotició de la llegada y asunción de un
nuevo gobernador del Tucumán, Gonzalo de Abreu, de quien era pariente y con
quien estaba distanciado desde cuando vivían en su Sevilla natal.
Cabrera lo recibiría con todos los honores correspondientes
y le entregaría el gobierno.
Cabrera había sido comisionado por el virrey del Perú para
que fundara una población española en una latitud que correspondía a la actual
provincia de Salta y que tenía por finalidad poder acceder a esas provincias en
paz al contar con un poblado que disipaba los riesgos y peligros de ataques
indígenas. Sin embargo, el gobernador Cabrera desobedeció tal orden y penetró
más al sur fundando la ciudad de Córdoba.
Es por esto que Gonzalo de Abreu y Figueroa que asumió el
cargo como nuevo gobernador del Tucumán desde el 13 de marzo de 1574, advirtió
que Cabrera había desobedecido las órdenes virreinales y le inició un
sumarísimo juicio, a pesar de las protestas de los vecinos. Lo persiguió a él y
también a sus amigos, subastó sus bienes a precio vil, siendo Abreu el propio
adquiriente, lo mandó apresar, y finalmente lo condenó a muerte.
Existen dos versiones sobre su muerte: una, que Cabrera
recibió el garrote junto a su propio lecho de enfermo, sin permitírsele recibir
los sacramentos ni poder despedirse de su esposa e hijos. La otra, que Cabrera,
como era hidalgo, evitó ser muerto con garrote vil, pero fue trasladado a
Santiago del Estero, donde fue decapitado el 17 de agosto de 1574.