El ministerio de hacienda estuvo a cargo de Víctor M. Molina, que supo trabajar con acierto en el equilibrio del presupuesto, en el saneamiento de la moneda y en favor de impuestos entonces novedosos como el de la renta y en la unificación de los impuestos internos. En el mensaje al Congreso el 20 de junio de 1924 se aludía al sistema rentístico y a sus deficiencias, con normas derivadas del régimen español, fundado casi exclusivamente en la renta aduanera; a eso se debió que en 1914 se impusiera Un gravamen a la exportación.
El Congreso se había manifestado en favor del aumento de los impuestos al consumo y del recargo de los aforos aduaneros; en cambio se pensaba en rebajar ahora el impuesto aduanero y suprimir los impuestos. territorial y de patentes. También se proyectó la unificación y distribución de los impuestos internos para evitar la superposición con los de las provincias.
También fue preocupación del gobierno la moneda y figuraba como un pals cuya garantía metálica en relación con el circulante excedía del 80 %, lo que llevaba a cambios desfavorables con países que habían acudido al emisionismo exagerado, como los Estados Unidos, Inglaterra, España, donde los encajes metálicos no pasaban del 21, 34 y 37 % respectivamente. Se quería regular la circulación mediante facultades otorgadas al Banco de la Nación y al departamento de emisión a fin de intervenir en los cambios internacionales y en la defensa de la moneda. Esos principios inspiraron la acción financiera del gobierno de Alvear y culminaron, ante la resistencia del Congreso, en 1927, en la apertura de la Caja de conversión.
Raúl A. Molina, hijo del ex ministro de hacienda de Alvear, resumió ampliamente la labor de su progenitor.
Hubo en 1925 una crisis del medio circulante que podía poner en peligro la venta de la cosecha; para conjurarla se obtuvo un préstamo de 30 millones de dólares, y se facultó a las legaciones en el exterior para recibir oro amonedado en depósito, asignándoles funciones de Caja de conversión, partiendo del principio de no alterar la garantía metálica con el papel circulante. En una interpelación en el Congreso, Molina explicó que las causas de la desvalorización de la moneda estaban en el déficit del presupuesto, más que en la balanza internacional de pagos, "pues utilizar el oro para remediar a ese último sería el camino de una catástrofe. Los Estados Unidos, por ejemplo, podrían comprar todo el oro de la Caja de conversión para luego cotizarlo al precio que se les antojase. Esta y el déficit presupuestario eran las razones para mantener hasta entonces cerrada la Caja de conversión".
Algunos explicaron el repunte de la moneda argentina como consecuencia del monto de las exportaciones, pero no se puede ignorar el papel que tuvo en ello la confianza creciente en el porvenir del país. La estabilidad monetaria permitió en mayo de 1925 la libre exportación del oro y la supresión de todo embargo del mismo en el país. Hubo una situación próspera para los ganaderos y los agricultores, por el efecto de la regulación financiera y por la defensa de la moneda o como manifestación subsiguiente a esa política.
En la memoria presidencial de 1926 se anunciaba que en el ejercicio vencido el 31 de marzo de 1925 se había tenido un superávit y que en lo sucesivo quedarían eliminados los déficit anuales de la administración, causa fatal del aumento de la deuda pública; se decía además que había disminuido en 63 millones la deuda no consolidada. La deuda pública consolidada ascendía por entonces a 1532 millones, de los cuales correspondían 835 a la deuda interna y 697 a la externa.
La opinión general vio con agrado el desarrollo de la política financiera, y La Nación reflejó el 23 de mayo de 1925 esa aprobación: "En su brega constante por la normalización de las finanzas nacionales, el doctor Molina está cumpliendo una obra silenciosa, sin vastas proyecciones externas ni ruidosas repercusiones electorales, pero útil y beneficiosa en alto grado para los intereses del país. Quizás en el primer momento no se la aprecie en su justo valor, pero cuando se puedan palpar sus resultados prácticos se comprobará que las grandes obras de gobierno son esas que se cumplen paulatina y serenamente, y que suelen resultar tanto más útiles, cuanto menos se ha tenido en cuenta al realizarlas el juicio momentáneo de las masas y la trascendencia política del plan que se pone en ejecución".
Todavía en 1925 el gobierno envió al Congreso un proyecto de consolidación de la deuda pública, por un empréstito interno de 322 millones, llamado de "consolidación", y abrió una licitación para un préstamo de 30 millones de dólares destinados a la modernización de la escuadra y a diversos vencimientos a corto plazo.
Molina acudió al Congreso siempre que fue necesario responder a interpelaciones y sus encuentros con los opositores se siguieron con interés, especialmente con Juan B. Justo, que tenía ideas propias sobre temas financieros y monetarios. Cuando el senador Ruzo presentó un proyecto de apertura de la Caja de conversión, en septiembre de 1925, explicó el ministro de hacienda: "Yo no soy de los que quisieran restringir la importación; muy lejos ,de eso. Yo creo que para entrar a la conversión, por el contrario, es necesario que los consumos se satisfagan completamente. No es con medidas restrictivas de ese género, sino, al contrario, dándole al trabajador la capacidad necesaria para proveer ampliamente a todas sus necesidades e intensificando la producción agrícola-ganadera y la de alguna que otra industria, aunque éstas no tienen todavía la importancia necesaria. Felizmente, el país está entrando en una necesaria convalescencia; no obstante los altos derechos de aduana, la importación ha aumentado y de lo que hay que felicitarse es de que esa importación radica principalmente en los artículos de general consumo del pueblo. Esta impresión sana debe ser un síntoma de que el país mejora porque provee mejor a sus necesidades".
Y en cuanto al proyecto de apertura de la Laja de conversión, agregó: "Son las actuales condiciones anormales, lo que hace que el P. E. no le preste su apoyo en este momento al proyecto. Pero creo que en un futuro próximo, si nosotros atacamos con mano enérgica la deuda flotante, si suprimimos esos déficit que a veces formaban series de 20 años, si nosotros tenemos la ventura de organizar las finanzas del país, si la circulación no sufre las especulaciones desmedidas y no fiscalizadas, si no damos una ley bancaria, si no fijamos el encaje de la moneda, entonces yo le digo al señor senador ( Justo) que las cosas no están maduras, que es necesario tener un poco de reflexión y de confianza, y el señor senador y yo, que soy más viejo que él, no nos hemos de morir sin ver la reapertura de la Caja de conversión".
Un debate de gran repercusión fue el del 12 de julio de 1926 en el que intervino el ministro Molina y el senador Juan B. Justo, y por el cual se dio al gran público la sensación de que el gobierno, en materia de finanzas, desarrollaba sus actividades con escrupulosidad. y solvencia, no improvisadamente.
Un reflejo de esa política fue el fenómeno poco conocido de los superávit del presupuesto:
Año | Superavit |
---|---|
1924 | 2.600.000 |
1925 | 37.000.000 |
1926 | 3.400.000 |
1927 | 7.400.000 |
Se realizaron obras públicas camineras, compras de armamentos, desarrollos de la educación y de la agricultura, profundización de las rutas navegables, como las obras de Puerto Nuevo y el Riachuelo, entre otras; se abonaron los intereses de la deuda de los ferrocarriles del Estado y se anticiparon fondos para continuar. los trabajos; se consolidó la labor de Yacimientos Petrolíferos Fiscales con fondos del Estado, por impulso de Le Bretón y Enrique Mosconi; se construyeron hospitales y colegios de primera enseñanza; se intensificó la lucha contra la langosta; se hicieron mensuras de tierras fiscales, obras de salubridad pública en varias regiones; se enviaron delegados a conferencias internacionales, etc., para lo cual no había créditos en el presupuesto, y se atendie-ron con el rubro de gastos generales.
La deuda flotante, que al 31 de diciembre de 1922 al-canzaba a 870 millones, se redujo y se procedió a su consolidación y a su extinción con empréstitos fuera y dentro del país; las emisiones realizadas para consolidar las deudas desde 1923 a 1927 sumaron 585.292.819 pesos.
El crédito interno y exterior fue un resultado de la política financiera. Durante la presidencia de Alvear fueron emitidos títulos por 1.203 millones de pesos, que se dedicaron a la consolidación de la deuda flotante de los ferrocarriles del Estado ($545.649.527 m/n.); a trabajos diversos y a obras sanitarias (472.124.071) ; a armamentos (146.197.071) ; a créditos suplementarios (30.789.656) .
Se realizaron durante la presidencia de Alvear la destilería de petróleo de La Plata, mis de diez cuarteles para unidades del ejército, mejoras en Campo de mayo; se inició la construcción de los ministerios de hacienda, obras públicas, guerra y marina y el monumental edificio del Banco de la Nación en plaza de Mayo.
Fue una época de intenso movimiento inmigratorio; en 1924 llegaron 190.000 inmigrantes; desde 1924 a 1929 entraron al país cerca de 2 millones de personas de todas las procedencias.