Justo dispuso en 1933 la reincorporación de la Argentina a la Sociedad de Naciones, de la que Yrigoyen la había retirado. Ese mismo año viajaría al exterior, algo inusual en la época para los mandatarios, a encontrarse con Getúlio Vargas en Brasil, intentando estrechar los lazos comerciales con el enorme vecino. Visitó también al mandatario uruguayo, Gabriel Terra, de regreso a la Argentina.
La política internacional del gobierno de Justo estuvo a cargo de Carlos Saavedra Lamas, jurista prestigioso. Se produjo en ese período la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, un acontecimiento que no podía dejar indiferentes a los países vecinos ni a los otros países americanos.
En 1929 se creó una Comisión de neutrales para investigar y conciliar la disputa bolivianoparaguaya; estaba integrada por delegados de Bolivia, Paraguay, Estados Unidos, Colombia, Cuba, México y Uruguay. La Argentina, presidida por Yrigoyen, se había mantenido apartada de esa iniciativa norteamericana. Sus discusiones en Washington en torno a los títulos de posesión de la parte del Chaco en litigio no llegaron a conclusiones positivas y los países en disidencia iniciaron la guerra en junio de 1932.
El 6 de agosto de 1932 se firmó en Buenos Aires, a iniciativa de la cancillería argentina, un acuerdo entre Argentina, Brasil, Chile y Perú para invitar a los beligerantes a deponer las armas.
Los firmantes del acuerdo resolvieron mantener su vinculación sin perjuicio de la adhesión a la Comisión de neutrales reunida en Washington, en la cual la Argentina no participaba, y que acabó por disolverse en octubre del mismo año.
El 14 de septiembre la Comisión de neutrales de Washington propuso a Bolivia y Paraguay que terminasen las hostilidades y que sometiesen la disputa a un arbitraje, aceptando entretanto una subcomisión que vigilase el cumplimiento del armisticio; si alguno de los beligerantes lo violaba, todos los neutrales romperían las relaciones diplomáticas y consulares con él. Saavedra Lamas respondió a esa propuesta negándose a participar en medidas conminatorias contra algún beligerante recalcitrante, porque con ellas se tendría una intervención, aunque sólo fuese diplomática, en los asuntos de otro Estado, conducta que la Argentina no aprobaba.
La disputa de Bolivia y Paraguay, correspondía más a la Sociedad de naciones, pues ambos Estados habían aceptado el pacto de la misma.. Por consiguiente, no debía interponerse ningún pacto regional contra la intervención de la entidad ginebrina. Los acuerdos regionales no contaban con la adhesión argentina ni tampoco la sanción impuesta por voluntad unánime del continente.
Con esa argumentación se. pretendía privar a la Comisión de neutrales de Washington de la intervención en el conflicto. Saavedra Lamas hizo público un proyecto de tratado de no agresión y conciliación para disponer de un instrumento jurídico para resolver tales controversias en el futuro. Se quería rechazar de ese modo la intervención militar o diplomática de los Estados Unidos.
En septiembre de 1932 se incorporó la Argentina a la Sociedad de naciones, de la que se había apartado en 1920 al no ser aceptadas las enmiendas que había pro puesto al pacto. La Cámara de diputados aprobó la participación del país en la Sociedad de naciones, con esta salvedad:
"La República Argentina considera la doctrina de Monroe, mencionada como ejemplo en el artículo XXI del pacto, como una declaración política unilateral que en su época rindió importantes servicios a la causa de la emancipación americana y no como un pacto regional, según se afirma en el artículo en cuestión".
Saavedra Lamas consiguió que Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay firmasen su proyecto de tratado de no agresión y conciliación. Los signatarios del mismo invitaron luego a las demás repúblicas del continente a adherirse y lo mismo a las naciones del viejo mundo y llevó su proyecto a la VII Conferencia panamericana de Montevideo, no como un tema del cuestionario para su estudio y discusión, sino como un tratado realizado bajo la dirección argentina, sin consulta con los Estados Unidos, y que debían aceptar o rechazar las otras repúblicas americanas; Cordell Hull, representante de los Estados Unidos, aceptó el pacto de Saavedra Lamas contra la guerra.
El presidente brasilero Getulio Vargas con el general Agustín P. Justo y el intendente de Tandil Antonio Santamarina durante la visita a esa ciudad.
Pero en sus Memorias hizo esta aclaración acerca del sistema empleado por él: "Creía firmemente en el principio: no existen verdaderos triunfos en diplomacia. Pensaba que el verdadero éxito sólo puede llegar si se induce a nuestros adversarios a convertirse en nuestros aliados, convenciéndoles de que, básicamente, nuestras ideas son sus ideas. De manera países como autores de las ideas que yo mismo profesaba. Ya he señalado cómo, en el Congreso, con frecuencia permitía a mis colegas hacer uso de mis ideas e información, y que las bautizaran con sus propios nombres. De la misma manera, trasplanté esa práctica a la diplomacia. Yo mismo podía haber presentado a la conferencia la resolución sobre la paz que había preparado, en lugar de ofrecérsela a Saavedra Lamas, y quizás podría haber asegurado una mayoría de votos a su favor. Pero si lo hubiese hecho, sin duda la Argentina la hubiera combatido en base a argumentos técnicos, y la unanimidad que requería se habría desvanecido. Me pareció más prudente, dadas las circunstancias, que la presentara el jefe de la delegación argentina".
En la conferencia de Montevideo se trató de los derechos y deberes de los Estados, y comprendía la no intervención, que el programa de la conferencia presentó así: "Ningún Estado tiene derecho a intervenir en los asuntos internos o externos de otros". La cancillería argentina agregó a la intervención en los asuntos "internos" también en los "externos" y triunfó plenamente.
La delegación presidida por Carlos Saavedra Lamas, fue integrada por Juan F. Cafferata, presidente de la Cámara de diputados; Ramón S. Castillo, por la facultad de derecho de Buenos Aires; Isidoro Ruiz Moreno, Carlos Brebbia y Raúl Prebisch. Además concurrieron Luis A. Podestá Costa y Daniel Antokoletz, como asesores.
Siguió siendo la guerra del Chaco un motivo de preocupación para la Argentina y los países del cono sur del continente. Saavedra Lamas, con el ministro chileno Cruchaga Tocornal, convinieron en invitar a los países vecinos, Brasil y Perú, para que, junto con la Argentina y Chile, llevasen a cabo una mediación amistosa. Si los combatientes expresasen su acuerdo, se invitaría a las otras naciones que habían formado la Comisión de los neutrales para que, juntamente con los países limítrofes, preparasen una fórmula de pacificación. Fue en esa ocasión cuando lanzó su proyecto de pacto contra la guerra.
Cuando el presidente Justo visitó Río de Janeiro en octubre de 1933, con el canciller Saavedra Lamas, las cancillerías de los dos países se dirigieron a los ministros de relaciones exteriores de Bolivia y Paraguay para poner término a la guerra del Chaco por un arbitraje, puntualizando al efecto las bases del mismo; si los beligerantes aceptaban esa solución, se acordaría un armisticio bajo la garantía moral de la Argentina y Brasil. Por su parte la Sociedad de naciones, con el apoyo firme de la Argentina, logró que Bolivia admitiese en diciembre de 1933 un armisticio y que el diferendo motivo de la guerra fuese sometido al Tribunal internacional de La Haya.
Las gestiones duraron un año y medio y fueron muy laboriosas; la Argentina ocupó un puesto de primera línea, junto con los representantes del Brasil, Chile, Estados Unidos, Perú y Uruguay, y al fin se obtuvo la conformidad de los beligerantes acerca del texto de un protocolo que puso fin a la guerra y fue firmado en Buenos Aires el 12 de junio de 1935.
La labor de Saavedra Lamas en esa emergencia de la guerra del Chaco le valió el premio Nobel de la paz.
En julio de 1935 visitó Buenos Aires en misión oficial Getulio Vargas, presidente del Brasil, con una importante comitiva, y dio lugar a numerosos actos de confraternidad.
En julio de 1936 se inició la guerra civil española con el pronunciamiento de políticos derechistas y jefes militares adversarios de la República. Mientras la opinión pública se manifestó entusiastamente en favor de la lucha del pueblo español, en clamorosas manifestaciones y demostraciones de ayuda, el gobierno se cuidó de manifestar gesto alguno de apoyo a un gobierno legítimo contra los que se levantaron en armas para combatirlo.
La Conferencia de Paz del Chaco inició su primera sesión el 1º de julio de 1935, el canciller argentino Saavedra Lamas fue designado presidente de la Conferencia y llevó a cabo una política de dilación, la cual se atribuye a la intención de beneficiar la posición paraguaya. Según el plan del ministro de relaciones exteriores argentino, el gobierno de Estados Unidos debía otorgar o convencer a los bancos para que prestasen dinero al gobierno de Bolivia, que éste a su vez usaría para pagar reparaciones al de Paraguay. En ello iba implícita la especulación de que el dinero que Bolivia recibiera eventualmente podría llegar a Buenos Aires para saldar los empréstitos argentinos a Paraguay. Al mismo tiempo, las autoridades bolivianas podían ser aliviadas por las chilenas, si éstas se avinieran a devolver el litoral perdido al gobierno de La Paz. En este plan de Saavedra Lamas, los beligerantes serían satisfechos a costa de Estados Unidos y Chile. Obviamente, los gobiernos de Washington y Santiago rechazaron la propuesta argentina.