Hasta hace 40 ó 50 años se tenía la idea de que la contaminación era solo una molestia a tolerar, una inevitable consecuencia de la vida urbana ligada a la prosperidad; pero se ha demostrado que los efectos de la contaminación no son simples molestias, sino que influyen en la salud humana y en el funcionamiento de la naturaleza.
No se puede sobrepasar la capacidad de autopurificación que tienen los ecosistemas, porque se producen modificaciones irreversibles en el ambiente que perturban la vida y causan mal funcionamiento y muerte.
La superpoblación humana, el crecimiento urbano y el desarrollo industrial incontrolados están generando cantidades enormes de residuos; son «nuestros venenos», principal amenaza para la supervivencia de muchos seres, incluidos nosotros. Residuos que vertemos al ambiente en forma sólida (basura), líquida o gaseosa.
Tres son las formas de gestionar los residuos sólidos:
Las diferentes prácticas de la gestión de los residuos sólidos, como son la eliminación en vertederos, el compostaje, la incineración, el reciclado y el transporte,pueden provocar impactos ambientales tanto en la atmósfera, en la hidrosfera, en los suelos, en el paisaje, en la biosfera y en las áreas urbanas.
Muchos de los residuos sólidos que se producen en las industrias y en los centros urbanos, si se separan convenientemente, pueden reciclarse y volver a ser utilizados, como el vidrio, el plástico, el papel y el compost. Por otra parte, los desechos orgánicos pueden ser incinerados o almacenados en un vertedero, y finalmente los residuos tóxicos deben ser aislados. Si se realizan estos pasos, la gestión de los RSU será integrada y producirá menos impactos en el ambiente.