Al comienzo, el ser humano se encontró formando parte de un entorno natural equilibrado, en el que su actuación apenas ejercía influencia. Como cualquier otra especie sufrió la acción de los elementos naturales, el frío, la sed y el acoso de otros depredadores. Pero, al estar dotado de un mayor grado de inteligencia, pudo situarse con rapidez en una posición de dominio sobre los demás seres vivos, causando un impacto sobre los ecosistemas mayor que el que puede provocar cualquier otra especie.
Uno de los aspectos más interesantes del politeísmo en sociedades antiguas, como la griega y la romana, fue la vinculación de dioses y seres humanos con la madre naturaleza.
En la historia antigua helénica, por ejemplo, a la par de seres mitológicos desfilan dioses que, nos dicen los estudiosos del tema, amaban a la naturaleza.
La transformación humana del paisaje.
Los bosques se han ido talando cada vez a mayor escala, desde la aparición de la agricultura y el pastoreo, y como consecuencia de la explotación maderera desmedida para combustible y otros fines, como la elaboración de papel.
Los dos factores que más han condicionado el impacto sobre el medio ambiente son 'a explosión demográfica y el consumo creciente e imparable de energía.
La explosión demográfica
Desde hace unos 150 años la población humana ha experimentado un crecimiento acelerado como consecuencia de los progresos científicos y tecnológicos y, sobre todo, por los avances en el campo de la medicina, como los antibióticos, las vacunas, la cirugía..., que han permitido el alargamiento de la vida media del ser humano.
Consumo creciente de energía y materias primas
Debido al crecimiento de la población se produce un aumento creciente del consumo de energía. En un principio, la vida del ser humano dependía fundamentalmente de la cantidad de energía que necesitaba para realizar sus funciones vitales, nacer, crecer y reproducirse; es decir, energía de consumo interno, proveniente de los alimentos y del sol, la llamada energía endosomática. En este caso, las acciones realizadas por el ser humano para conseguir ese tipo de energía apenas causaban impacto sobre los ecosistemas y era semejante al producido por cualquier otro ser vivo de la biocenosis.
Pero el ser humano consume, además, elevadas cantidades de energía externa o exosomática para realizar otras actividades como la industria, la agricultura y la iluminación. El consumo de este tipo de energía ha sufrido un crecimiento espectacular, y en la actualidad representa el 88% del total del consumo energético.
En un Parque Nacional hay una serie de normas que los visitantes deben cumplir de forma obligatoria. Estas normas están encaminadas a la protección del entorno y a evitar la acción humana descontrolada.
Según se ha estimado, cada minuto nacen 253 personas y mueren 103. Es decir, cada minuto hay 150 personas más en el mundo.