Sus antepasados pertenecían a la aristocracia argentina y eran dueños de extensas tierras. Su tatara-tatara-tatarabuelo, José de Ocampo, fue gobernador de Cuzco antes de mudarse al Virreinato del Río de la Plata. Manuel José de Ocampo (su tatara-tatarabuelo) también fue un líder importante y fue uno de los primeros en gobernar cuando finalmente se declaró la independencia. Su bisabuelo Manuel José de Ocampo y González fue un político y candidato a presidente del país, además era amigo de Domingo Faustino Sarmiento. Su abuelo, Manuel Anselmo Ocampo fue estanciero.
Otro de sus antepasados fue Domingo Martínez de Irala, conquistador de Asunción y futuro gobernador del Río de la Plata y Paraguay. El hermano de la tatara-tatarabuela de Ocampo, Juan Martín de Pueyrredón, fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y amigo de San Martín. Otro familiar lejano es Juan Manuel de Rosas quien fue el principal caudillo hasta 1852.
Silvina Ocampo nació el 21 de julio de 1903 en Buenos Aires, en una casa en la calle Viamonte 550. Fue la menor de las seis hijas de Manuel Silvio Cecilio Ocampo y Ramona Aguirre Herrera (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara María y Silvina). Su familia pertenecía a la alta burguesía, hecho que le permitió tener una formación muy completa, con tres institutrices (una francesa y dos inglesas), un profesor de español y otro de italiano, de manera tal que tanto Silvina como sus hermanas crecieron aprendiendo a leer en inglés y francés antes que en español. Esta formación trilingüe influiría posteriormente en su escritura, según declaró la propia escritora.
Su madre, Ramona Máxima Aguirre, era una de ocho hijos y le gustaba hacer jardinería y tocar el violín. Su familia era muy criolla y religiosa. Su padre, Manuel Silvio Cecilio Ocampo Regueira nació en 1860 y fue uno de los arquitectos más venerados de la historia argentina. Su hija Victoria lo describió como guapo y distinguido. Era uno de nueve hijos y tenía un carácter conservador y a veces humoroso.
En invierno visitaba a su bisabuelo (quien vivía cerca) diariamente y en verano su familia vivía en una quinta en San Isidro, una casa moderna que en su época contaba con electricidad y agua corriente. Actualmente esta casa (Villa Ocampo) es un sitio UNESCO y reconocido como joya histórica. En verano en el segundo piso tomaba clases donde aprendió los fundamentales que le ayudarían más tarde a llegar a ser una autora venerada.
Algunas de las cosas que más la impactaron durante su juventud fueron el casamiento de su hermana Victoria y la muerte de su hermana Clara. Afirmó que el casamiento de Victoria le quita la juventud, dice: "Hubo un episodio de mi niñez que marcó mucho nuestra relación. Victoria me quitó la niñera que yo más quería, la que más me cuidó, la que más me mimó: Fanni. Ella me quería a mí más que a nadie. Fanni sabía que yo la adoraba, pero cuando Victoria se casó y se la llevó con ella nadie se atrevió a oponérsele". Además, reclama que empieza a odiar la sociabilidad cuando muere Clara.
En 1908 viajó a Europa con su familia por primera vez en donde estudió dibujo en París con Giorgio de Chirico y Fernand Léger.
Entre sus amigos figuraba el escritor italiano Italo Calvino, quien prologó sus cuentos. De regreso en Buenos Aires, trabajó la pintura junto a Norah Borges y a María Rosa Oliver, y realizó varias exposiciones, tanto individuales como colectivas. Cuando en 1931 Victoria fundó la revista Sur, que publicó artículos y textos de muchos de los más importantes escritores, filósofos e intelectuales del siglo XX, Silvina formó parte del grupo fundador, aunque, al igual que Borges y Bioy, no tuvo un lugar preponderante en las decisiones sobre los contenidos a publicar, tarea que desempeñaban Victoria y José Bianco.
En 1937 publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado. Compuesto por relatos de extensión breve (la mayoría no supera las dos páginas), el libro fue reseñado por Victoria Ocampo en la revista Sur, donde señaló las marcas autobiográficas de los cuentos y le reprochó el haber "distorsionado" esos recuerdos de infancia. Sur fue creado por Victoria y jugó un rol fundacional en la vida de Silvina: "Allí, aparecen los primeros cuentos, poemas y traducciones de su hermana menor. Allí, se configura un grupo sólido de escritores que además arma el privilegiado y estrecho círculo de afinidades electivas de Silvina: Borges, Bioy, Wilcock...”
A pesar de las negativas críticas iniciales de Viaje olvidado, hoy en día el libro es considerado un texto fundamental dentro de la obra de la escritora, en el que ya aparecen los rasgos y temas que caracterizan su escritura, y que iría desarrollando y perfeccionando en libros posteriores. Unos años más tarde colaboró con Borges y Bioy en la preparación de dos antologías: Antología de la literatura fantástica (1940), con prólogo de Bioy, y Antología poética argentina (1941). En 1942 aparecieron dos poemarios, Enumeración de la Patria y Espacios métricos, a partir de entonces, alternó la narrativa con la poesía.
En 1948 publicó Autobiografía de Irene, cuentos donde muestra una mayor soltura en la escritura y aparece una mayor influencia de Borges y Bioy. A pesar de esto, el libro tampoco tuvo mucha repercusión al momento de su aparición. Dos años antes había escrito una novela policial a cuatro manos con Bioy Casares, Los que aman, odian.
Tras varios años de publicar únicamente poesía (Los sonetos del jardín, Poemas de amor desesperado, Los nombres, que obtuvo el Premio Nacional de Poesía) volvió al cuento en 1959 con La furia, con el que finalmente obtuvo cierto reconocimiento y suele considerarse el momento en el que Silvina alcanza la plenitud de su estilo y del tratamiento de sus temas.
La publicación de sus dos últimos libros, Y así sucesivamente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988), coincidió con la aparición del Alzheimer, que fue mermando sus facultades hasta dejarla postrada durante sus tres últimos años.
Falleció en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1993 a los 90 años. Fue sepultada en la cripta familiar del Cementerio de la Recoleta, cementerio donde también está enterrado Bioy Casares.
Póstumamente aparecieron volúmenes que recogían textos inéditos, desde poesías hasta novelas cortas nunca editadas en libro. Así, en 2006 se publicaron Invenciones del recuerdo (una autobiografía escrita en verso libre) y Las repeticiones, una colección de cuentos inéditos que incluye dos novelas cortas, El vidente y Lo mejor de la familia. En 2007 se publicó por primera vez en Argentina la novela La torre sin fin, y en 2008 apareció Ejércitos de la oscuridad, volumen que recoge textos varios. Todo el material fue editado por Sudamericana, que también reeditó algunas de sus colecciones de cuentos. En 2010 se publicó La promesa, una novela que Ocampo empezó alrededor de 1963 y que, con largas interrupciones y reescrituras, terminó entre 1988 y 1989, apremiada por su enfermedad. La edición estuvo al cuidado de Ernesto Montequin.
Obra narrativa
La obra de Silvina Ocampo es reconocida principalmente por su inagotable imaginación y su aguda atención por las inflexiones el lenguaje. Dueña de un lenguaje cultivado que sirve de soporte a sus retorcidas invenciones, Silvina disfraza su escritura con la inocencia de un niño para nombrar, ya sea con sorpresa o con indiferencia, la ruptura en lo cotidiano que instala la mayoría de sus relatos en el territorio de lo fantástico.
Esta habilidad lingüística se advierte temprano en su colección de cuentos Viaje Olvidado (1937), influida por el nonsense literario de Lewis Carroll, Katherine Mansfield y seguramente por el surrealismo que aprendió de sus maestros pictóricos. El título del libro se refiere al cuento homónimo en que una niñita intenta recordar el momento de su nacimiento, logrando su autora un tejido de imaginación pura sobre la base de una típica duda infantil
Si los relatos de este volumen parecían más bien miniaturas o pequeños pantallazos de la memoria deformados por la imaginación, sus siguientes colecciones (Autobiografía de Irene, y muy especialmente La furia o Los días de la noche) conservan un poco más la estructura tradicional del cuento y muestran a la Silvina Ocampo más prototípica. Metamorfosis, ironía, figuras persecutorias, humor negro, y el reinado imperante del oxímoron y de la sinestesia marcan esta serie de relatos donde aparecen incesantes galerías de personajes y contextos dominadas por pasillos y patios de grandes caserones así como por la enigmática presencia de niños ligados al horror y la crueldad como víctimas o victimarios, según la ocasión.
A pesar de su reclamada indiferencia hacia la política, se sugiere que la política de la época tuvo una gran influencia en la escritura de ella. "Mientras tanto, el golpe de 1943, el ascenso de Perón y sus sucesivos gobiernos, de 1946 a 1955, afectan a este grupo literario decididamente antiperonista. Los discursos viscerales de Eva Perón contra la oligarquía, la presencia de los "cabecitas negras" en las calles, las grandes movilizaciones eran datos que ponían, por primera vez, en el centro, un poder que los ofendía como clase."
Obra poética
Su labor poética estuvo dominada en un principio por los metros clásicos y por rimas inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción y exaltación de la belleza de elementos naturales como las plantas (confesa pasión de la escritora) como se puede apreciar en Espacios métricos o en Los sonetos del jardín que tras el poemario Enumeración de la patria siguieron a Viaje Olvidado. Sin embargo, poemarios posteriores como Los nombres, Lo amargo por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez desinteresado por el clasicismo.
Con Espacios métricos, publicado en 1942 por la editorial Sur, obtuvo el Premio municipal en 1954. Obtuvo el Segundo Premio Nacional de poesía por Los nombres en 1953 y volvió a obtener una distinción en 1962 por Lo amargo por dulce, el Premio Nacional de poesía.
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