El incidente sobre el fusilamiento de Liniers obligo el 17 de agosto a la Junta al reemplazo de los mandos superiores en el ejercito Por orden de la Junta, González Balcarce reemplazó efectivamente a Ortiz de Ocampo al frente de las tropas, aunque éste continuó como jefe nominal, con Juan José Viamonte como segundo jefe y en sustitución de Vieytes, Castelli ocupó el cargo de delegado y Bernardo de Monteagudo el de auditor. French y Nicolás Rodríguez Peña integraban también el nuevo comité político. Luego el ejército continuó la marcha en dirección a Santiago del Estero en donde Ortiz de Ocampo quedó reuniendo tropas mientras González Balcarce continuó su avance hacia Salta.
Castelli fue nombrado al frente del Ejército del Norte, llevando a Nicolás Rodríguez Peña como su secretario y a Domingo French al mando del destacamento de cincuenta soldados con el que salieron reventando caballos al encuentro de los prisioneros, con orden terminante de fusilarlos. Moreno hizo escoger soldados extranjeros, algunos de ellos ingleses que habían quedado de las invasiones, ya que temía que los Patricios, Arribeños y demás se negaran a realizar la ejecución.
El 26 de agosto, French alcanzó a Garayo y los prisioneros en la Esquina de Lobatón, donde habían pasado la noche, y tomó el mando de la escolta, continuando el viaje hasta dos leguas de la posta de Cabeza de Tigre, en el sudeste de Córdoba (cerca de la actual Los Surgentes), en donde los esperaba el coronel Juan Ramón Balcarce, quien hizo detener allí a los criados con los equipajes y continuó hacia el Monte de los Papagayos, situado en las cercanías. Allí se hallaba Castelli con Rodríguez Peña y una compañía de húsares. Castelli les leyó la sentencia de muerte, que se haría efectiva cuatro horas después: como resultado de la misma, fueron fusilados Liniers, Gutiérrez de la Concha, el teniente gobernador Victorio Rodríguez, Santiago Alejo de Allende y Joaquín Moreno, perdonándose al obispo Orellana, quien fue enviado preso a Luján. A French le tocó dar el tiro de gracia al militar francés.
Castelli ordenó enterrar los cadáveres en una zanja al costado de la cercana iglesia de Cruz Alta. Sin embargo, cuando al día siguiente se retiraron los enviados de la Junta, el teniente cura de la capilla los exhumó y enterró separadamente, individualizándolos con una cruz en la que se escribió L.R.C.M.A., iniciales de los sepultados según el orden en que se hallaban.
Castelli regresó de inmediato a Buenos Aires y se reunió con Moreno el 6 de septiembre, recibiendo las instrucciones secretas para comandar el proyecto revolucionario en el Alto Perú
A Domingo French le tocó dar el tiro de gracia al militar francés a Liniers luego del fusilamiento.