La represión de Goyeneche a Murillo y los revolucionarios de La Paz un año antes causó una profunda impresión en Buenos Aires, a donde llegaron las noticias fragmentadas y se atribuyó participación en la represión a los jefes enviados desde Buenos Aires, lo que los hizo odiosos a los ojos de los revolucionarios.
Castelli durante su gobierno en el Alto Perú tomó medidas drásticas que le ganaron la enemistad de gran parte de las clases acomodadas, como fusilar el 15 de diciembre en Potosí al mariscal Vicente Nieto, a Francisco de Paula Sanz, y al capitán de fragata Córdoba y Rojas, luego de que se negaran a jurar obediencia a la Junta, cumpliendo las órdenes de Moreno en represalia por las ejecuciones de los líderes de la revolución de La Paz.
El obispo de La Paz y Goyeneche también estaban sentenciados a muerte si eran capturados. A los tres se les realizó un proceso en el cuartel general de Potosí presidido por Eustoquio Díaz Vélez como juez comisionado y fueron sentenciados a muerte .
El 15 de diciembre de 1810, a las 10 de la mañana, fueron puestos de rodillas en el atrio de la Iglesia Matriz frente a la Plaza Mayor y fusilados. Sanz recibió una segunda descarga al dar señales de vida. Por algunas horas su cadáver permaneció junto a los otros expuesto a la vista del público hasta que fue reclamado por las Monjas del Monasterio del Carmen, las que le dieron sepultura en el templo del Convento.