Hubo pocos acontecimientos en política exterior. El 7 de setiembre de 1889 se firmó en Buenos Aires un tratado de arbitraje con el Brasil para solucionar la vieja cuestión de límites en las Misiones y se dispuso que ella fuese sometida al fallo del presidente de los Estados Unidos.
En 1888 se firmó con Chile una convención para formalizar lo estipulado en el tratado de límites de 1881, y conviniendo en el nombramiento de dos peritos, para que demarcasen sobre el terreno las líneas a que se refería el tratado.
En agosto de 1888 se realizó en Montevideo el Congreso suramericano de derecho internacional privado, al que concurrieron representantes de siete naciones del continente; al acto de clausura asistió el presidente Juárez Celman.
También concurrió la Argentina al Congreso internacional americano reunido en Washington en 1889, siendo designados delegados Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña, que también habían sido representantes en el congreso de Montevideo. Fue entonces cuando Roque Sáenz Peña, acuñó la frase célebre: "Sea América para la humanidad".
Con Bolivia tuvo la Argentina cuestiones fronterizas por los territorios de Tarija y del Gran Chaco. Tarija pertenecía a las Provincias Unidas del Río de la Plata y era una dependencia del obispado e intendencia de Salta; Bolivia la reclamaba por haber dependido de la gobernación de Potosí; pero la real cédula de 1807 que la transfería a la intendencia de Salta fue resistida por Tarija.
Tratado definitivo de limites entre la Argentina y el Brasil en 1889 Aparecen en el grabado entre otros Enrique B. Moreno, Quintino Bocayuva y Estanislao S. Zeballos
Como resultado de una gestión diplomática a cargo de Alvear y Díaz Vélez en 1825 ante Bolívar, Tarija volvió a pertenecer a las Provincias Unidas; pero el congreso boliviano desconoció en 1826 el decreto de Bolívar y el cabildo tarijeño se pronunció en favor de la incorporación a Bolivia. El congreso argentino, por ley del 30 de noviembre de 1826, declaró a Tarija provincia argentina.
En 1858 se firmó por el ministro argentino Alvarado y por el boliviano Buitrago el primer tratado de amistad comercial y navegación entre los dos países; en él se postergaba la demarcación de límites, pero se establecía que jamás se apelaría a la guerra por motivos de fronteras y en caso extremo se recurriría al juicio de otra nación amiga. El Congreso de Paraná introdujo reservas que salvaban los derechos argentinos sobre Tarija y no fueron ratificadas. Bolivia, por su parte se resistió a ratificar el tratado del 2 de mayo de 1865, negociado por los ministros Elizalde y Matienzo, en el que se reconocía el principio que la posesión no daba derechos sobre territorios que hubiesen pertenecido originariamente a alguna de las partes. En otro tratado de 1868 se fijó por un protocolo que la cuestión de límites sería objeto de un convenio espe-cial. En 1871 se produjeron algunos incidentes en la frontera del Chaco y Bolivia envió a Buenos Aires la misión de Reyes Cardona, cuyas negociaciones con Tejedor no tuvieron resultado alguno. Fue en 1871 cuando Mitre, senador por Buenos Aires, pronunció un discurso, el 14 de mayo, sobre Bolivia, lleno de simpatía hacia ese país al que estuvo tan estrechamente ligado durante su proscripción; explicó al Senado cómo Bolivia estaba enclavada por la cordillera de los Andes y cómo su población se había agrupado en las altas mesetas, obedeciendo al instinto de la explotación minera. Sin comunicaciones fluviales con el Pacífico, las mismas comunicaciones terrestres son difíciles y costosas. Dijo luego:
"El porvenir de Bolivia no está al Occidente, sino a la parte donde nace el sol.La política de sus gobiernos y hasta el instinto popular lo han comprendido así y por eso tiende a encontrar una salida por el Atlántico, buscando por el Oriente el aire, el espacio y la luz que le faltan por el Pacífico. Con esta tendencia han sido practicadas las exploraciones del Pilcomayo y del Madeira, descendiendo sus corrientes hasta el Plata y el Amazonas ... En tales condiciones, es indudable que Bolivia necesita más que nosotros de costas y puertos sobre el río Paraguay, y que nuestra política internacional para con esta república vecina y hermana tiene que inspirarse en consideraciones más elevadas que las del derecho estricto y obedecer a leyes más imperiosas y equitativas que las que dicta la voluntad de los hombres, contrariando las de la naturaleza. Nosotros, que tenemos aire, espacio y luz a lo largo de cerca de mil leguas de costas; nosotros, que comunicamos con el mundo entero por medio del mar, del Plata y de los ríos superiores; que no necesitamos, por consiguiente, ir a disputar a nadie su puesto al sol, no podríamos negar a Bolivia, aun cuando nuestro derecho fuese incuestionable, una puerta de salida al Atlántico, sobre todo cuando de este hecho han de surgir ventajas para la República Argentina"...
También se fundaba la soberanía argentina en el Gran Chaco en las concesiones de España a los gobernadores y adelantados de Buenos Aires. Hubo jurisdicción en el Gran Chaco después de 1810 por parte de Salta. Bolivia sostenía que el Gran Chaco pertenecía a la audiencia de Charcas y que ejerció jurisdicción en ese territorio como también sobre los distritos de Chichas, Mojos y Chiquitos. El tratado de 1889, aprobado con algunas modificaciones por el Congreso argentino en 1891, aceptadas por el Congreso de Bolivia, sentó el principio de las más altas cumbres; fue suscripto por el ministro argentino Norberto Quirno Costa y por el plenipotenciario boliviano Santiago Vaca Guzmán. El tratado fue una transacción; Bolivia renunciaba al Gran Chaco y a la Puna de Atacama; la Argentina renunciaba a Tarija y a parte del Chaco. Los errores de los mapas hacían difícil la demarcación de límites. Bolivia reclamaba la población de Yacuiba. La Argentina envió en misión a Dardo Rocha y se firmó el protocolo de 1893, luego otro en 1897. Dificultades suscitadas por el tratado de 1889 tardaron algunos años en resolverse.