El Pabellón Argentino fue una construcción monumental encargada por el Estado Argentino para participar en la Exposición Universal de París de 1889. Luego de su éxito en la capital francesa, fue desmontado y trasladado a Buenos Aires, adonde funcionó como Museo de Bellas Artes desde 1910 hasta 1932, cuando fue demolido para ampliar la Plaza San Martín.
Con motivo de los festejos del centenario de la Revolución Francesa, el gobierno a cargo de Sadi Carnot organizó una gran exposición universal, que quedó en la memoria especialmente por grandes obras públicas como la Torre Eiffel, que se tranformaría en el ícono de París a pesar de la resistencia de sus habitantes, que inicialmente la rechazaron.
Por 1889 gobernaba la Argentina el Presidente Miguel Juárez Celman, miembro del Partido Autonomista Nacional dirigido por Julio Argentino Roca, de quien era cuñado. El período de Juárez Celman se caracterizó por la fuerte especulación financiera y una serie de proyectos arquitectónicos y urbanos. En este contexto, la floreciente nación argentina participaba de la Exposición Universal y pretendió mostrarse al mundo con todo, presentando uno de los pabellones más grandes y exuberantes de la muestra.
Se nombró a una Comisión de 11 personas que viajaron a Francia y llamaron a un concurso de proyectos, y entre ellos fue elegido el de Albert Ballu, un egresado de la École des Beaux-Arts y Gran Premio de Roma que representaba al gusto ecléctico que imperaba en la arquitectura a fines del siglo XIX. Ballu presentó un diseño con estructura de hierro siguiendo el modelo del Crystal Palace de Joseph Paxton, y el Pabellón fue inaugurado en París el 25 de mayo de 1889en la fecha conmemorativa de la Revolución de Mayo con presencia del Presidente Sadi Carnot y el Vicepresidente argentino Carlos Pellegrini.
El edificio fue un éxito, mientras la Argentina ganó 12 grandes premios, entre ellos uno por el diseño urbano de la nueva ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires inaugurada en 1882.
Vista aérea de la Exposición de 1889. El Pabellón Argentino se distingue abajo, a la derecha de la Torre Eiffel, frente al Río Sena
Una vez cerrada la Exposición Universal, el Gobierno Argentino se tuvo que hacer cargo del destino del Pabellón. Pero durante 1889 la floreciente economía especuladora del país había empezado a sufrir de una brutal inflación, que hacia 1890 ya resultaba en una situación de crisis. En este contexto, ese 14 de enero el Estado barajó la posibilidad de dividir al edificio en 8 lotes y subastarlo para conseguir fondos. Sin embargo el Intendente porteño Francisco Seeber insistió en financiar el traslado del Pabellón a Buenos Aires, compartiendo gastos con el Gobierno Nacional, y ese 1 de febrero comenzó el desmonte del edificio de hierro, que fue embarcado en 6000 bultos en la barca “Ushuaia” rumbo a la Argentina. En el trayecto, la nave sufrió una fuerte tormenta, durante la cual se tuvo que arrojar al agua al mayor de los cargamentos, que estaba sobre la cubierta y entorpecía la maniobra. Así, en el viaje se perdieron dos lienzos pintados por Albert Besnard, pero el cargamento llegó a Buenos Aires hacia fines de 1890.
Para inicios de 1891, el terreno elegido para reconstruir el Pabellón Argentino fue el que se encontraba en la calle Arenales al este de la Plaza San Martín, ocupado desde fines del siglo XVIII por el Cuartel de Artillería del Retiro, un arsenal militar que había quedado de los tiempos en que la plaza era un campo de entrenamiento. La vieja construcción colonial fue demolida, y el ingeniero holandés Juan Waldorp (padre) fue el encargado de rearmar el Pabellón ahí en 1893, con la concesión para explotarlo comercialmente durante 15 años. La reinauguración del edificio fue fijada para el 14 de enero de 1894, mientras la Cervecería Bieckert construyó sobre el lateral del terreno mirando a la calle Maipú, un edificio anexo diseñado por el arquitecto Carlo Morra para instalar una confitería, que finalmente fue un fracaso y debió cerrar.
Sin embargo el Pabellón fue sede de diversos eventos en los siguientes años: en 1898 fue sede de la Exposición Nacional (para la cual se agregaron construcciones temporales que respetaban su estilo) y en 1900 se transformó en Museo de Productos Argentinos de la UIA. La confitería frustrada que había diseñado Morra se transformó en la sede de la Comisión Nacional de Bellas Artes.