Desde la segunda mitad de 1942 comenzaron a barajarse posibilidades para la con-tienda electoral en ocasión de la renovación de las autoridades nacionales.
Se hizo algún intento de crear ambiente para la reelección del presidente Castillo; aparecieron publicaciones en cierta prensa y por radiofonía, pero el efecto fue contraproducente. La muerte de Justo en marzo de 1943 había allanado aparentemente los planes de Castillo.
Rodolfo Moreno, gobernador de Buenos Aires, anunció que en su provincia los comicios serían libres, con garantías de libertad y de seguridad; esa actitud lo descartó de la aspiración a conquistar la primera magistratura y además originó el retiro de su cargo de gobernador ante la amenaza de intervención federal.
La Unión cívica radical buscó una fórmula mixta en el marco de la Unión democrática y se pensó en José P. Tamborini o Eduardo Laurencena para la presidencia, con un vicepresidente como Mario Bravo, Alfredo L. Palacios o Luciano Molinas.
Si por un lado había cundido el desaliento y el descreimiento en las grandes masas, por otro existía un evidente propósito de reacción contra la política oficial y, a pesar de los métodos fraudulentos en las elecciones, los partidos conservadores, que habían llevado al Congreso 56 diputados en 1932, 60 en 1934, no tenían en 1943 más que 48 legisladores en la Cámara baja. El partido socialista, que contaba con cinco diputados desde 1938 a 1941, reunió 17 en 1942-43, y en las elecciones del 19 de marzo de 1942 ganó la mayoría en la capital federal. El radicalismo había vuelto a contar con el voto popular y llevó al parlamento más de 70 diputados y se hallaba en camino de reunir los suficientes para contar con quórum propio. No es improbable que desde el ministerio de guerra del gobierno de Castillo se haya podido prever el resultado de un serio revés del oficialismo en la campaña presidencial inminente, a pesar de recurrir a los viejos métodos de la oligarquía, desplazada por la Unión cívica radical, y pudo así acelerar el alzamiento militar del 4 de junio de 1943.
La sostenida confianza de Castillo en el triunfo de las potencias del Eje, que había sido la causa de su política interior y exterior, comenzó a debilitarse en los primeros meses de 1943; sin esta declinación de su fe en la victoria alemana, probablemente habría buscado sus sucesores en hombres como Carlos Ibarguren y el almirante León Scasso, sus asesores íntimos. El nuevo panorama internacional hizo cambiar su decisión. Decidió al fin que el favor oficial se volcaría en la candidatura de Robustiano Patrón Costas, conceptuado por algunos como pro aliado, como pro norteamericano. Esta candidatura fue apoyada por un grupo de hombres de la universidad de Buenos Aires:
"Los profesores universitarios que suscriben esta adhesión consideran que el doctor Robustiano Patrón Costas como candidato a presidente de la República constituye un sólido factor de unidad de los argentinos, pues representa igualmente y a justo título tanto a los núcleos ilustrados que tienen su raíz en las universidades y en los centros de cultura, como a los hombres de trabajo, a quienes lo vincula su acción perseverante e incansable de precursor de nuestro derecho industrial, calidad que le ha merecido el sincero elogio de sus conciudadanos y le ha sido reconocida hasta por sus propios adversarios políticos". Firman: Martín Aberg Cobo, Carlos A. Ayarragaray, Rodolfo Clusellas, Jorge E. Coll, Ricardo Levene, Agustín N. Matienzo, Luis A. Podestá Costa, Isidoro Ruiz Moreno, José M. Saravia, Orlando Williams Alzaga, Clodomiro Zavalía, etcétera.
Un hombre que habría podido ser factor determinante en la actitud del partido demócrata nacional, el general Justo, había muerto en enero de 1943. Castillo decidió "la media palabra" en favor de Patrón Costas, que debería ser proclamado el 4 de junio por la mañana. Completaba la fórmula Manuel M. de Iriondo, gobernador de Santa Fe. Marcelo Sánchez Sorondo escribió entonces, en mayo de 1943: "La fórmula Patrón CostasIriondo es un museito colonial de provincia costeado por los ingleses, que siempre aciertan con los colores locales. Se trata de un golpe de timón a la derecha —algo muy cursi en estos tiempos—, un golpe de timón a la derecha, en que se luce la genealogía de popa del Dr. Culaciatti, piloto de tormenta".
Dadores de sangre, conservadores: R. Moreno, A. Barceló y A. Santamarina se niegan a apoyar la candidatura presidencial de Patrón Costas. Caricatura dada en el noticiario cinematográfico "Sucesos Argentinos".