Entrevista de Guayaquil

La entrevista de Guayaquil fue un encuentro de carácter privado y único ocurrido en dos fechas contiguas, el 26 y 27 de julio de 1822, entre los Libertadores americanos José de San Martín y Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil en la actual república del Ecuador. Sus fines concretos eran discutir la soberanía sobre la provincia de Guayas, cuya capital Guayaquil fue liberada del dominio español en 1820. Es así que de Guayaquil parte un contingente y pertrechos para organizar la liberación de Perú y Quito. También se trató la forma de gobierno de los nuevos estados. Mientras San Martín se inclinaba por un régimen monárquico, con características constitucionales, Bolívar se mostró partidario de una república democrática y, en forma general, la consolidación de América del Sur unificada.

Antecedente a la entrevista de Guayaquil

Después del 9 de octubre de 1820, Guayaquil, bajo la dirección política de José Joaquín de Olmedo y de otros, alcanzó su independencia de España. Más tarde, en el mismo año, se creó una nueva nación denominada Provincia Libre de Guayaquil, cuyo presidente fue Olmedo. Después de la guerra civil, José Joaquín de Olmedo pidió colaboración a Simón Bolívar para asegurar la independencia de la ciudad y seguir la liberación de lo que hasta hace pocas décadas fue la Real Audiencia de Quito. Bolívar envió al mejor de sus generales, Antonio José de Sucre, con cientos de soldados en pro de la causa patriótica.

El 24 de mayo de 1822, Sucre derrotó a los realistas en Pichincha y ocupó Quito el día siguiente. El contingente de la Real Audiencia de Quito que intervino en esta batalla, estuvo compuesto por 1600 efectivos al mando del coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota grancolombiana en Saraguro el 9 de febrero de 1822. Posteriormente, Simón Bolívar presionó automáticamente a Guayaquil, con el fin de anexar a la Gran Colombia. Tanto el Libertador Bolívar como el Libertador del Sur, general José de San Martín, estaban convencidos que la definición de la independencia americana tenía que darse en suelo peruano, por lo que el propósito de Bolívar era llegar al Perú.

Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Congreso Constituyente del Perú, el 27 de diciembre de 1821. Se eligieron 79 diputados. Este congreso fundador empezó a funcionar, majestuosamente, el 20 de septiembre de 1822. Luego de la instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San Martín poderes dictatoriales, los cuales rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue aceptado por el general San Martín, aunque de manera honorífica. También, San Martín declaró, de manera simbólica, la Independencia de Perú el 28 de julio de 1821. El Congreso ya instalado eligió como su Presidente al religioso Francisco Xavier de Luna Pizarro.

La entrevista

En julio de 1822, el general San Martín, se embarcó en la goleta "Macedonia" rumbo a Guayaquil para entrevistarse con Simón Bolívar, adonde llegó el 25 de ese mes. Bolívar había decidido la anexión de Guayaquil al gobierno de Colombia y así se lo hizo saber a San Martín por carta apenas desembarcó: 

"Con suma satisfacción, dignísimo amigo, doy a usted por primera vez el título que ha mucho tiempo mi corazón le ha consagrado. Amigo le llamo y este nombre será el que debe quedarnos por la vida porque la amistad es el único título que corresponde a hermanos de armas, de empresa y de opinión. Tan sensible me será que no venga a esta ciudad como si fuéramos vencidos en muchas batallas; pero no, no dejará burlada la ansia que tengo de estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que venga usted de tan lejos para dejarnos sin la posesión efectiva en Guayaquil del hombre singular que todos anhelan conocer y si es posible tocar? No es posible. Yo espero a usted y también iré a encontrarle donde quiera esperarme; pero sin desistir de que nos honre en esta ciudad. Pocas horas como usted dice bastan para tratar entre militares; pero no serían bastantes esas mismas para satisfacer la pasión de amistad que va a empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que amaba sólo por la opinión, sólo por la fama". 

La entrevista de Guayaquil

La entrevista de Guayaquil
La entrevista de Guayaquil protagonizada por los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar entre los días 26 y 27 de julio de 1822, se ha presentado a lo largo del tiempo como un capítulo irresuelto en la historia de la Independencia de América. Desde mucho tiempo antes San Martín había propiciado el entendimiento con el Libertador del Norte, esperando poder contar con su ayuda militar para terminar cuanto antes la guerra en el Perú.
En las Conferencias de Miraflores y Punchauca ante el virrey La Serna, había intentado sin éxito lograr un acuerdo de paz y el reconocimiento de la independencia por parte de España. Al fracasar estas tratativas, puso su mirada en el Norte esperanzado en lograr de Bolívar el apoyo necesario para concluir prontamente la guerra. Antes de partir hacia Guayaquil, rubricaba el acuerdo firmado el 6 de julio de 1822 denominado: “Tratado de Unión, Liga y Confederación de Paz y Guerra”, a fin de combinar sus fuerzas de mar y tierra para asegurar la independencia americana celebrado por los plenipotenciarios Joaquín Mosquera de la Gran Colombia y Bernardo Monteagudo de la República del Perú.
En el intercambio epistolar ambos libertadores se prometían, la mutua asistencia militar y la unidad de miras y objetivos en la causa de la independencia. La unión entre ambos ejércitos quedó sellada de hecho en las acciones de Bomboná (7/4/1822), Riobamba (21/4/1822) y Pichincha (24/5/1822), victorias patriotas, que permitieron a las fuerzas bolivarianas al mando de Sucre liberar por completo el actual territorio de Ecuador, gracias a la acción de las tropas enviadas por San Martín al mando del coronel Andrés de Santa Cruz.



Al día siguiente San Martín se reunió con Bolívar, quién lo recibió diciendo: 

"Al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San Martín". 

Hablaron a solas durante una hora y media y pocas horas después volvieron a reunirse a solas, esta vez en la casa de Bolívar, al día siguiente, 27 de julio, San Martín volvió a entrevistarse con Bolívar; pero esa misma mañana dio la orden de arreglar su equipaje, pues pensaba embarcar en la goleta "Macedonia" a las once de la noche rumbo a Perú. 

La entrevista con el Libertador de Colombia duró cuatro horas y también fue a solas, sin testigos. 

Después hubo un brindis y al alzar su copa, Bolivar exclamó: 

"Brindo, señores, por los dos hombres más grandes de la América del Sur, el general San Martín y yo". San Martín contestó: "Por la pronta terminación de la guerra, por la organización de las nuevas repúblicas del continente americano y por la salud del Libertador". 

Hacia la medianoche, el Protector del Perú navegaba hacia Lima. ¿Qué trataron en la entrevista? Durante años se tejieron conjeturas, porque del encuentro entre ambos sólo se supo con certeza que el Padre de la Patria se autoexcluyó de la escena americana dejando al Libertador de Colombia la tarea de concluir con las últimas fuerzas realistas en el Perú. 

Diferencia entre Bolivar y San Martín

Había entre los lideres diferencia políticas y militares. Mientras San Martín era partidario de cada pueblo liberado decidiera con por si mismo su futuro, Bolívar estaba interesado en controlar personalmente la evolución política de las nuevas republicas. El otro tema polémico quien conduciría el nuevo ejercito libertador , formado a partir de la unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín propuso que lo dirigiera Bolívar ,pero este dijo que podría tener como un general de San Martín .El general Bolívar regresa a su país.

El misterio se develó recién en 1844, cuando Gabriel Lafond de Lurcy, un marino francés que solicitó y obtuvo de San Martín informaciones y documentos sobre su actuación en la guerra de la emancipación americana, publicó en la obra "Voyages autour du monde et voyages cèlebres. Voyages dans les deux Amériques", el texto de una carta que San Martín dirigió a Bolívar el 29 de agosto de 1821, de vuelta en Lima una vez realizada la entrevista de Guayaquil y cuando el general ultimaba los preparativos para reunir al Congreso del Perú ante el cual resignaría su cargo de Protector. 

La carta fue traducida y publicada por Juan Bautista Alberdi en 1844, viviendo aún el general San Martín, y decía así:

Lima, 29 de agosto de 1821.

"Excmo. señor Libertador de Colombia, Simón Bolívar.
Querido general: Dije a usted en mi última del 23 del corriente que habiendo reasumido el mando Supremo de esta república, con el fin de separar de él al débil e inepto Torre-Tagle las atenciones que me rodeaban en el momento no me permitían escribirle con la atención que deseaba; ahora al verificarlo no sólo lo haré con la franqueza de mi carácter sino con la que exigen los altos intereses de la América.
Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra. Desgraciadamente yo estoy íntimamente convencido o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes, con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa. Las razones que usted me expuso de que su delicadeza no le permitiría jamás mandarme, y que aun en el caso de que esta dificultad pudiese ser vencida estaba seguro que el Congreso de Colombia no autorizaría su separación del territorio de la república, permítame general, le diga no me han parecido plausibles. La primera se refuta por sí misma. En cuanto a la seguida estoy muy persuadido la menor manifestación suya al Congreso sería acogida con unánime aprobación cuando se trata de finalizar la lucha en que estamos empeñados con la cooperación de usted y la del ejército de su mando y que el honor de ponerle término refluirá tanto sobre usted como sobre la república que preside.
No se haga usted ilusiones, general. Las noticias que tiene de las fuerzas realistas son equivocadas: ellas montan en el Alto y Bajo Perú a más de 19.000 veteranos, que pueden reunirse en el espacio de dos meses. El ejército patriota, diezmado por las enfermedades, no podrá poner en línea de batalla sino 8.500 hombres, y de éstos una gran parte reclutas. La división del general Santa Cruz cuyas bajas según me escribe este general no han sido reemplazadas a pesar de sus reclamaciones en su dilatada marcha por tierra, debe experimentar una pérdida considerable, y nada podrá emprender en la presente campaña. La división de 1.400 colombianos que usted envía será necesaria para mantener la guarnición del Callao y el orden en Lima. Por consiguiente, sin el apoyo del ejército de su mando, la operación que se prepara por Puertos Intermedios no podrá conseguir las ventajas que debían esperarse, si fuerzas poderosas no llaman en la atención del enemigo por otra parte y así la lucha se prolongará por un tiempo indefinido. Digo indefinido porque estoy íntimamente convencido que sean cuales fueren las vicisitudes de la presente guerra, la independencia de la América es irrevocable; pero también lo estoy de que su prolongación causará la ruina de sus pueblos, y es un deber sagrado para los hombres a quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de tamaños males.
En fin, general; mi partido está irrevocablemente tomado. Para el 20 del mes entrante he convocado el primer congreso del Perú y al día siguiente de su instalación me embarcaré para Chile convencido de que mi presencia es el solo obstáculo que le impide a usted venir al Perú con el ejército de su mando. Para mí hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien América debe su libertad. El destino lo dispone de otro modo y es preciso conformarse.
No dudando que después de mi salida del Perú el gobierno que se establezca reclamará la activa cooperación de Colombia y que usted no podrá negarse a tan justa exigencia, remitiré a usted una nota de todos los jefes cuya conducta militar y privada pueda ser a usted de alguna utilidad su conocimiento.
El general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas. Su honradez, coraje y conocimiento, estoy seguro lo harán acreedor a que usted le dispense toda consideración.
Nada diré a usted sobre la reunión de Guayaquil a la república de Colombia. Permítame, general, que le diga que creí no era a nosotros a quienes correspondía decidir este importante asunto. Concluida la guerra los gobiernos respectivos lo hubieran transado sin los inconvenientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos estados de Sud América.
He hablado a usted, general, con franqueza, pero los sentimientos que expresa esta carta quedarán sepultados en el más profundo silencio; si llegasen a traslucirse, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecerse para perjudicarla, y los intrigantes y ambiciosos para soplar la discordia.
Con el comandante Delgado, dador de ésta, remito a usted una escopeta y un par de pistolas juntamente con el caballo de paso que le ofrecí en Guayaquil. Admita usted, general, esta memoria del primero de sus admiradores.
Con estos sentimientos y con los de desearle únicamente sea usted quien tenga la gloria de terminar la guerra de la independencia de la América del Sud, se repite su afectísimo servidor.
Jose de San Martín."

Esto fue lo esencial de la entrevista de Guayaquil. En otra carta enviada desde Boulogne - Sur-Mer al presidente peruano, mariscal Ramón Castilla, el 11 de septiembre de 1848 decía:

"He ahí, mi querido general. un corto análisis de mi vida pública seguida en América; yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndole puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia del Perú pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció, no obstante sus promesas, que el solo obstáculo de su venida al Perú con el ejército de su mando, no era otro que la presencia del general San Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme a sus órdenes, con todas las fuerzas de que yo disponía.
Si algún servicio tiene que agradecerme la América es el de mi retirada de Lima, paso que no sólo comprometía mi honor y reputación sino que era tanto más sensible cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia la guerra de la independencia hubiera terminado en todo el año 23. Pero este costoso sacrificio y el no pequeño de tener que guardar un silencio absoluto (tan necesario en aquellas circunstancias) por los motivos que me obligaron a dar este paso, son esfuerzos que usted podrá calcular y que no está al alcance de todos el poder apreciarlos".