Una vez trazadas las líneas general del plan de campaña, San Martín se abocó a trabajar en la organización el ejército con el que libertaría a Chile primero y a Perú después.
En un principio debió trabajar tomando como base a los únicos grupos de tropas que había en Mendoza como el Cuerpo de Auxiliares de Chile (al mando del coronel Las Heras) y las milicias cívicas de la provincia. Además, ante el peligro de invasión realista desde territorio chileno impuso una especie de servicio militar obligatorio con el propósito de incrementar el número de efectivos; hacia fines de 1814 sólo contaba con 400 hombres y 4 cañones.
Hacia febrero de 1815 consiguió apoyo del gobierno de Buenos Aires y le fueron enviados dos escuadrones de Granaderos a Caballo, al mando del capitán Soler y del teniente Lavalle, a estos refuerzos se sumaron voluntarios locales y emigrados chilenos y hacia octubre de ese año contaba ya con 1600 soldados de infantería, 1000 de caballería y 220 artilleros.
Las provincias cuyanas colaboraban con telas para confeccionar prendas y víveres para la tropa.
Fabricación de armas
Fray Luis Beltrán, por su parte, fue el hábil director de maestranza y parque de artillería; el religioso era experto en matemática, física y metalurgia. También se creó un laboratorio, dirigido por el ingeniero José Antonio Álvarez Condarco, para fabricar pólvora.
Otros organismos de importancia fueron creados, entre ellos, el de sanidad, a cargo del doctor Diego Paroissien; la vicaria castrense, a cuyo frente estaba el sacerdote José Lorenzo Güiraldes; la comisaría del ejército y la justicia militar.
A principios de 1816, el gobierno le giró dinero y aprobó la incorporación de dos escuadrones de Granaderos a Caballo que se encontraban en el Alto Perú.
Cuando el Congreso de Tucumán designó a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, el apoyo se incrementó. El flamante Director nombró al ejército, como "Ejército de los Andes" y San Martín fue designado general en jefe. A través de la creación de impuestos de guerra, confiscación de bienes a traidores y españoles enemigos de la causa y el aporte voluntario de los gobiernos y pueblos cuyanos, logró reunir los fondos suficientes para costear, la titánica empresa.
A fines de 1816, la instrucción militar, tanto de las tropas como de los cuadros, había alcanzado un grado de perfeccionamiento no igualado, hasta entonces, por ningún otro ejército americano. Esta estructura bélica se completó con un Cuartel General, con el Estado Mayor, con las especialidades (barreteros de minas, arrieros y baquianos) y con los servicios de vicaria castrense, sanidad, remonta, justicia, aprovisionamiento y custodia de bagajes.En la siguientes tablas se muestra la composición del ejército de los Andes:
Composición del Ejército de los Andes | |
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Comandante en Jefe | Gral. José de San Martín |
Comandante del Cuartel General | Bernardo de O' Higgings |
Jefe de la Segunda Columna | Gregorio de las Heras |
Jefe del Estado Mayor | Miguel E. Soler |
Efectivos militares y de apoyo | |
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Jefes y oficiales de Caballería y artillería | 60 |
Jefes y oficiales de infantería | 200 |
Tropa de caballería y artillería | 950 |
Tropa de infantería | 2800 |
Artesanos | 120 |
Médicos de campaña | 47 |
Cabalgaduras | |
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Mulas de silla | 7359 |
Mulas de carga | 1922 |
Caballos de pelea | 1600 |
Entre Generales, jefes, oficiales, empleados civiles, granaderos, soldados combatientes y auxiliares participaron 5400 hombres |
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El cruce de la cordillera presentaba desafíos inéditos para el Ejército de los Andes. Con ingenio y creatividad, San Martín se las arregló para sortear obstáculos y llevar adelante, con éxito, la gigantesca epopeya libertadora. Estos son algunos ejemplos de la astucia práctica del Libertador:
Alimentos
Alimentar una tropa de más de seis mil hombres que atraviesan los gélidos pasos cordilleranos a pie no es era una tarea sencilla. Había que pensar también, la forma de conservar la comida fresca y sana. San Martín recurrió a la sabiduría popular y encontró en una preparación llamada "charquicán", el alimento adecuado para las necesidades de la travesía. Estaba hecha a base de carne secada al sol, tostada y molida, y condimentada con grasa y ají picante; bien pisado, se transportaba en mochilas que alcanzaban para ocho días. Al prepararlo se le agregaba agua caliente y harina de maíz tostado.
Calzado
"La salud de la tropa es la poderosa máquina que bien dirigida puede dar el triunfo, y el abrigo de los pies, el primer cuidado". Con estas palabras definía San Martín la importancia vital que le otorgaba a la confección y provisión de calzados para la tropa. Para no cargar la responsabilidad sobre las arcas del gobierno, pidió al Cabildo que se le envíen los restos de cuero vaca que se desperdiciaban a diario. Con estos desperdicios ordenó la fabricación de "tamangos", especie de sandalias cerradas forradas con trapos viejos de lana; los mismos soldados se fabricaban sus tamangos.
Cantimploras
Ante la falta de cantimploras, utilizó los cuernos vacunos para fabricar "chifles", que resultaron indispensables para la sobrevivencia en el cruce de la cordillera. Asimismo, ordenó recoger los orillos de paño en tiendas y sastrerías mendocinas; con ellos los soldados se fabricaron correas para colgar los "chifles" de las alforjas. Con talento y perseverancia, San Martín mostró que es posible llevar adelante grandes empresas con pocos medios.