Tras dar a conocer su decisión de postular como gobernador provisorio a Vicente López y Planes, Urquiza consideró que el principal problema era avanzar en las provincias para conseguir su adhesión al nuevo poder político y, sin que quedaran dudas, ofrecieran su apoyo a los proyectos que juzgaba necesarios para consolidar el poder republicano.
Decidido a mantener con la provincias una buena relación, designó el 1 de marzo de 1852 a Bernardo de Irigoyen un hombre de penetración y lucidez extraordinarias para cumplir esos propósitos quien, “por su inteligencia, condiciones diplomáticas, energía, buena fe y militancia rosista, era el hombre para disipar los recelos del Interior”.
“... Es preciso modificar y templar prudentemente las ideas de los que pretenden inaugurar una época de venganza y desolación.
Mi política necesita explicarse a los Gobiernos ... Es conveniente estudiar el estado de la opinión pública en las provincias, investigar las más o menos probabilidades de una pronta organización, allanar las dificultades que pudieran aparecer y atraer al pensamiento de la Constitución todas las influencias preponderantes del Interior.
Evitar la guerra civil, promover la paz y la unión...”.
Bernardo de Irigoyen, que cuando era secretario privado de Juan Manuel de Rosas había servido a dos amos despachando la copia de toda la correspondencia interesante a Urquiza, fue enviado en misión a las provincias centrales y a las del Interior hacia fines de Febrero de 1852.
Debía explicar a los gobernadores que se habían mantenido fieles a Rosas, las opiniones de Urquiza sobre la organización nacional y pedirles su adhesión y apoyo.
Aun cuando Urquiza era en esa época el caudillo dominante en el Litoral, fue por demás sorprendente el cambio que mostraron los gobernadores que durante años se habían mantenido leales a Rosas. Sin excepción alguna, los caudillos adhirieron al nuevo orden de cosas en el Litoral.
Unicamente cuatro -los de Córdoba, Mendoza, Jujuy y Salta- fueron luego reemplazados por consejo de Urquiza o debieron su caída a revueltas locales.
Llevando una carta de Urquiza como única credencial y sin el respaldo de una fuerza armada, Irigoyen recorrió el Interior durante Marzo y Abril de 1852 y, en esta forma, logró el apoyo eficaz de esas provincias a los planes de organización constitucional.