El general Agustín P. Justo fue quien organizó la Concordancia para sostener su candidatura a presidente en 1931 y neutralizar las aspiraciones de perduración por parte de la dictadura militar del general José Félix Uriburu (1930-1932), la proscripción de los candidatos de la Unión Cívica Radical, el uso del fraude electoral masivo y de la violencia política sistemática.
Mientras se llevaban a cabo gestiones para lograr la concordancia de los partidos que se habían alineado de alguna manera detrás de la bandera del 6 de septiembre, Sánchez Sorondo pronunció un discurso en La Plata, el 19 de noviembre, en el que dijo:
"Hay dos maneras de atacar a la revolución: abiertamente, declarándose su adversario, y solapadamente, declarándose su partidario, desnaturalizando sus propósitos y su obra, desconcertando y envenenando a la opinión. . . No es posible que quienes combatieron juntos, en el mismo combate, no se entiendan para asegurar sus frutos. Basta así que se disipen los malentendidos, hábilmente explotados por nuestros adversarios comunes, para que la concordancia se establezca franca y absoluta. En cuanto a otros núcleos afines, siempre han estado de acuerdo con los propósitos de la política institucional del gobierno. Y no temo anunciar que salvo las dificultades inherentes a la naturaleza de todo gran programa, llegará la hora en que los hombres de la revolución, los que la han hecho, los que la han acompañado, los que se han adherido a sus finalidades formarán la fuerza cívica que haga triunfar en los comicios los ideales que nos llevaron a la brega".
Pero no fue posible acallar la voz de los que acusaban al gobierno de querer instalar una dictadura, basándose en la drasticidad de las medidas a que apelaba contra sus adversarios reales o supuestos; y no faltaron tampoco los vencidos de la víspera que intentaban resurgir del ostracismo por medio de golpes de mano armados. La unidad interna de los seguidores del 6 de septiembre no asentaba en cimientos sólidos.
El 15 de diciembre pronunció Uriburu un discurso en la Escuela superior de guerra, en el que explicó el origen puramente castrense del golpe de Estado de septiembre:
El gobierno, fuera del apoyo que le daban las fuerzas armadas, trabajadas a su vez por diversos intereses políticos, no tenía una opinión popular ni social a su favor; los procedimientos represivos contra los opositores eran relativamente inusuales en los últimos ochenta años, y el vacío que rodeaba al gobierno de facto no podía cubrirse con la adhesión de los grupos nacionalistas de nueva formación, seducidos por las teorías de Charles Maurras y por las camisas negras de Benito Mussolini, y entidades como la Liga republicana, dirigida por Roberto Laferrére y sus amigos, y la Legión de Mayo, dirigida por Rafael Campos, bajo la inspiración del propio Uriburu, no lograron apoyo efectivo para seducir a núcleos de opinión susceptibles de ofrecer un respaldo sensible a un régimen político que no se sostenía más que con la fuerza.
El 23 de marzo de 1931 habló Uriburu en la base aérea de El Palomar: