La infanta Carlota Joaquina

Un barco inglés llevó a Buenos Aires en setiembre de 1808 proclamas, una carta de la infanta Carlota al virrey y manifiestos destinados al obispo, a los cabildos secular y eclesiástico y a los gobernadores intendentes. 


La infanta Carlota

Con todo ello, la infanta reclamaba el derecho a ponerse al frente de toda colonia española como regente, pues la ley sálica de 1713, que impedía el acceso al trono de las mujeres, había sido derogada en 1789. Quería defender de ese modo la integridad de los dominios coloniales de su familia e impedir una penetración francesa en ellos, como la qué ocurría en esos momentos en la península. Anunciaba en comunicados a los comandantes de los cuerpos militares y a los funcionarios de la administración la llegada del almirante Sidney Smith, autorizado para allanar la discordia entre el gobernador de Montevideo y el virrey de Buenos Aires.

Para cumplir esa tarea fue enviado a Buenos Aires el espía inglés James Burke, que había entrado en el círculo de asesores de la infanta y que conocía muchos secretos sobre diversos personajes, incluso de Liniers, por ejemplo, sus cartas a Napoleón. Liniers no lo recibió con agrado, pero como además era emisario del almirante Sidney Smith no se atrevió a detenerlo y lo hizo salir del país en el primer barco. Burke, además de enviado del duque de York, fue buen amigo y confidente de Castelli.

Aunque obraba con autonomía, con política propia, es evidente que la actitud de Carlota respondía plenamente a los propósitos tradicionales de la corte portuguesa de recuperar o influir de algún modo en parte al menos de la antigua posesión de la Banda Oriental.

Los españoles peninsulares no quisieron admitir la coronación como regente de la infanta Carlota en el Río de la Plata, pero algunos criollos, apasionados por la idea de la separación de España, la admitieron con agrado, aunque con algunas variantes. Pero el plan de los patriotas fue denunciado por la propia infanta al virrey de Buenos Aires. 

Entre esos patriotas que admitían a la infanta como válida, estaban Juan José Castelli, Antonio Luis Beruti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña y Manuel Belgrano, que firman una memoria el 20 de setiembre de 1808 dirigida a la infanta por medio de Contucci.

Infanta CArlota Joaquina

En 1808 Juan VI dispuso la huida, rumbo a Brasil, de la familia real portuguesa; escapaban así de la invasión de Portugal por el ejército de Napoleón Bonaparte. Arribados a Río de Janeiro instalaron allí la corte; esto, empero, no terminaría con las intrigas y ambiciones de Carlota Joaquina.Entre 1808 y 1812, Carlota Joaquina pretendió reemplazar a su hermano Fernando VII como regente de España en tanto durara la prisión de este y la usurpación del trono español por parte de José Bonaparte. Alegaba Carlota ser la única integrante de la familia de Carlos IV que no estaba apresada por los franceses. Su cercanía al virreinato del Río de la Plata provocó la creación de un partido carlotista en Buenos Aires, el cual pretendía valerse de Carlota Joaquina para conseguir la independencia del territorio del Río de la Plata.

La infanta denuncia a los patriotas que querían coronarla.

El médico inglés Diego Paroissien, que había de acompañar a San Martín en el ejército de los Andes, embarcó en noviembre de 1808 en una fragata inglesa; la infanta Carlota hizo viajar en ella a uno de sus hombres de confianza, Julián de Miguel. Cuando la nave llegó a Montevideo presentó al oficial de marina una carta para que se leyese en el acto, y en ella la infanta recomendaba que Julián de Miguel bajase con toda premura a tierra para entregar un pliego dirigido al virrey Liniers; entretanto se vigilaría al inglés Diego Paroissien y si intentaba destruir o echar al agua papeles de que era portador se le impediría hacerlo y se le arrestaría.

En conocimiento Elío de lo ocurrido, hizo apresar a Paroissien y en su equipaje, ocultas, fueron halladas cartas para Martín de Álzaga, Félix Casamayor, Jerónimo Ribero, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Castelli y otros.

Saturnino Rodríguez Peña instruía a Paroissien de lo que debía hacerse para lograr la coronación de Carlota; debía comprometer a Liniers y a Alzaga; hablaría además con los frailes, sobre todo con los franciscanos, mercedarios y otros, con los comandantes y oficiales de tropa, etc. Todo ello tenía por finalidad la libertad de la patria, en cuyo favor, según aseguraba Rodríguez Peña, se obtendría la protección de Inglaterra; con la coronación de la infanta se evitarían los horrores de una sublevación y los tumultos para deshacerse de una dominación corrompida por el abuso de ministros codiciosos y bárbaros. En una proclama, concreta Rodríguez Peña su posición así:

"Los americanos, en la forma más solemne que por ahora les es posible, se dirigen a su alteza real la señora doña Carlota Joaquina, princesa de Portugal e infanta de España, y le suplican les dispense la mayor gracia y prueba de su generosidad y que se digne trasladarse al Río de la Plata, donde la aclamarán por su regenta en los términos más compatibles con la dignidad de la una y la libertad de los otros. Convocando cortes será muy conveniente para esto acordar en ellas las condiciones y circunstancias que tengan o puedan tener relación con la feliz independencia de la patria y con la dinastía que se establezca en la heredera de la inmortal reina doña Isabel, quien ciertamente tuvo la mejor parte en la conquista de las Américas".

Diego Paroissien

Viajó a Buenos Aires como jefe de una comisión exploradora minera enviada por la compañía británica "La Potosí, La Paz and Peruvian Mining Association". Sin embargo, es casi seguro que su misión era de espionaje a favor de las posibilidades del carlotismo o de una tercera invasión inglesa1​ Al llegar a Montevideo fue reconocido y arrestado por el gobernador Francisco Javier de Elío, que se apoderó de las cartas de Carlota para sus simpatizantes en Buenos Aires. Acusado de alta traición, fue procesado con pedido de ejecución.Cuando llegó al Río de la Plata el nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, fue trasladado para su enjuiciamiento a Buenos Aires. Allí fue defendido por Juan José Castelli; como al estallar la Revolución de Mayo éste fue elegido miembro de la Primera Junta, Paroissien recuperó rápidamente la libertad.

Rodríguez Peña trabajaba apasionadamente por la independencia desde la época de las invasiones inglesas, primero con la ayuda de los ingleses, después al precio de la coronación de Carlota; a su hermano Nicolás le asegura en la carta de que era portador Paroissien la franca protección de Inglaterra, de la cual recibía una pensión por su participación en la fuga de Beresford, pensión que le llegaba por intermedio del príncipe regente. Belgrano y Castelli, y también Saavedra desde mediados de 1809, se adhirieron al plan de la coronación, al que se habrían opuesto Mariano Moreno, Juan José Paso y Nicolás Rodríguez Peña. Es decir, dos futuros secretarios de la primera Junta estaban dispuestos a secundar al ejército del infante don Pedro para establecer en Buenos Aires el gobierno de Carlota. Esto fue comunicado por Contucci a lord Strangford, el cual lo hizo sabes a Canning el 29 de noviembre de 1808

Pero, como se ve, fue la propia infanta la que denunció el plan de los patriotas al virrey de Buenos Aires, al cual explicaba su actitud diciendo de las cartas que llevaba Paroissien que estaban "llenas de principios revolucionarios y subversivos del presente orden monárquico, tendientes al establecimiento de una imaginaria y soñada república, la que tiempos hace está proyectada por una porción de hombres miserables y de pérfidas intenciones... ; por pequeña que sea la tal maquinación, siempre es diametralmente opuesta a las leyes, a los derechos de mi real familia, contra el legítimo soberano de estos dominios y de consiguiente contra mí misma"...

A pesar de la denuncia contra los patriotas que querían coronarla, no renunciaba a sus propósitos. Había conquistado un adalid de su causa en Juan Manuel Goyeneche, que la representaba en el Alto Perú. Pero lo mismo que pugnaba por el dominio de las colonias españolas del Río de la Plata como miembro de la familia real española, se opuso a los planes del príncipe regente para avanzar en ellas, advirtiendo que no deseaba que se separase un solo palmo de tierra de sus dominios.

Todavía por un tiempo, y aun después de la revolución de mayo de 1810, se mantuvo por algunos la idea de la coronación de Carlota, pero quizá para ganar tiempo e impedir que se produjese una acción ofensiva de los portugueses y de los ingleses, siempre probable. Sin embargo, la calidad de esta dama se pone de manifiesto, por ejemplo, en su carta del 23 de noviembre de 1811 a Juan Manuel Goyeneche, después de la pacificación, a la que había accedido Elío en Montevideo: 

"En estas circunstancias creo de mi deber rogarte y encargarte que emplees todos tus esfuerzos en llegar cuanto antes a Buenos Aires; y acabes de una vez con aquellos pérfidos revolucionarios, con las mismas ejecuciones que practicaste en la ciudad de La Paz".

En posdata le dice también que pida al general Souza los auxilios que necesite para sujetar a los rebeldes y obligarlos a cumplir con su deber. El propio general Souza, en carta del 20 de febrero de 1811, firmada en Maldonado, pide a Goyeneche que acelere la marcha hacia Buenos Aires y le ofrece la cooperación de sus fuerzas, siguiendo las instrucciones del príncipe regente.