Impulsada por su industria en desarrollo, Inglaterra buscó mercados para su producción en el mundo y tuvo en apoyo de sus planes metódicos, poco a poco, el dominio de los mares. Entre las zonas de expansión figuraban las colonias españolas de América y de Asia. Todos los pretextos eran buenos para hostilizar al comercio español, que monopolizaba en forma absoluta el de las colonias. Muchos galeones cargados con metales preciosos y otras mercaderías fueron capturados en su travesía desde América a España.
Con fines de piratería, dio George II al almirante Edward Vernon carta blanca en 1739 para operar en el Caribe desde Jamaica; Vernon se apoderó del fuerte de San Felipe en Portobelo y la ciudad se vio forzada a capitular. Londres se sintió eufórica al conocer esa proeza de sus marinos y despachó un refuerzo de 25 barcos con 9.000 soldados a comienzos de 1741, para continuar la conquista y desalojar el poderío español de Tierra Firme; capturó un fuerte cerca de Cartagena, pero en el ataque a San Lázaro las tropas inglesas fueron rechazadas con grandes pérdidas, y entre el desastre sufrido y las enfermedades tropicales que hicieron también estragos, al año siguiente tuvo que regresar a Inglaterra un fuerte contingente de la flota.
Después de haber fracasado en la operación sobre Cartagena, los ingleses se propusieron echar bases en el golfo de México. El primer ministro del almirantazgo, Charles Wagner, concibió la idea de la conquista de México mismo y de América Central, imaginando que si se proporcionaba armas a los indios chiquitos ellos solos acabarían por expulsar a los dominadores; además, dado el descontento creciente, los criollos probablemente se unirían a los indios en México, en Perú y en Chile.
En 1741 el almirante George Anson, con una fuerte escuadra destinada a operar en las Filipinas, comenzó por operar contra el comercio español en las costas americanas del Pacífico, capturó barcos comerciales, entró a saco en el puerto de Paita, Perú, apresó al galeón que hacía el viaje de Acapulco a Manila, en el que encontró un excelente botín, y regresó a Inglaterra con un tesoro de más de 500.000 libras esterlinas.
En esa política de hostigamiento y de penetración, los ingleses se afianzaron en América Central, en la costa de Mosquito, en Belice, y continúan allí a pesar de los tratados de 1783 y 1785.
El almirante Anson había advertido en el curso de sus correrías que las islas Malvinas podían constituir una excelente base naval; cuando fue designado lord del almirantazgo proyectó una expedición para ocuparlas, pero hubo de desistir en vista de las protestas presentadas por España. El proyecto, desestimado entonces, lo realizó lord Egmont, que ordenó la expedición del comodoro John Byron, el cual enarboló en 1765 la bandera inglesa en Puerto Egmont y tomó posesión de las islas en nombre de George III.
Al año siguiente se levantó un fuerte en Puerto Egmont, pero en 1770 tuvo que rendirse y capitular su guarnición ante una fuerza española enviada por el gobernador de Buenos Aires. Inglaterra logró que España desautorizase esa operación y las islas volvieron a su poder en 1774, aunque en el convenio celebrado no quedaba disminuido o desconocido el derecho de soberanía de España sobre ellas.
El embajador español, príncipe de Masserano, dejó ante el duque de Richmond constancia de las condiciones en que se cedía Puerto Egmont a Inglaterra:
"La restitución a Su Majestad Británica de la posesión del Puerto y Fuerte llamado Egmont no puede ni debe de modo alguno afectar la cuestión de derecho anterior de soberanía de las islas Malvinas, por otro nombre Falkland" (22 de enero de 1771).
Según la tesis española, el gobierno inglés se comprometió secretamente al abandono de la pequeña isla ocupada, y en 1774 abandonaron en efecto la isla Saunders, llamada entonces isla Falkland en documentos británicos, aunque el comandante inglés teniente Clayton dejó una placa de plomo en el lugar declarando que el fuerte Egmont era propiedad del rey George III de Inglaterra.
Los ingleses tuvieron en las colonias españolas, a pesar del monopolio comercial metropolitano, fuertes intereses; el comercio ilícito se aproximaba en su monto casi al valor del autorizado por España; el contrabando se convirtió en un medio importante de vida para los propios colonos y también para los gobernantes encargados de reprimirlo.
Se injertó la inclinación de Inglaterra a la conquista o emancipación de las colonias españolas de América .