La reconquista de Buenos Aires reafirmo el poder de las milicias polulares pues las milicias españolas de la epoca eran pocas y mal equipadas en contraposicion a las milicias britanica , porfresionales , bien entrenadas y armadas
“Los uniformes de la infantería eran: casaca colorada, con vivos de diferente color para cada regimiento, pantalón blanco, polainas negras, correaje blanco y un shakó. Como excepción, los regimientos de línea escoceses usaban, en lugar del pantalón, su tradicional pollera corta de tartan de su clan, pero los regimientos de cazadores escoceses, como el regimiento 71, que vino con Beresford, usaban pantalón. La coleta empolvada la usaron los soldados hasta 1808, en cuyo año se suprimieron también las polainas. Los oficiales usaban frac rojo, pantalón blanco, botas negras y sombrero elástico, el que cambiaron por un shakó en 1811. Los generales usaban un uni- forme similar, pero el elástico se lo ponían a través de la cabeza. (...)El fusil usado, de avancarga, como todos los de la época, tenía un alcance de trescientas varas, pero era mayormente eficaz después de las cien varas. Los regimientos de línea escoceses llevaban una especie de banda lisa de gaiteros, su música nacional, pero la infantería ligera escocesa, de la que formaba parte el regimiento 71, sólo llevaba dos gaiteros. En el tubo que apoya sobre el hombro, la gaita llevaba una banderola, miniatura de la bandera del regimiento. Una de las del 71 fue tomada por Pueyrredón en la plaza [...].
La tropa era enganchada por largos períodos y, a veces, por toda la vida, perteneciendo a las capas más inferiores de la sociedad, cuando no eran sacados de las cárceles. Entre ellos, había algunos extranjeros, en parte desertores, especialmente del ejército francés, donde había contingentes de todos los países sometidos a Napoleón, y en parte prisioneros, que optaban por cambiar de bandera. También había batallones compuestos enteramente de extranjeros, y en las guerras napoleónicas [...] Por supuesto, dada la clase de tropa, la disciplina se mantenía a fuerza de azotes. En nuestro Museo Histórico existe la libreta de apuntes del general Levison Gower, jefe del estado mayor de Whitelocke, y esta está dedicada, casi exclusivamente, a anotar listas de contraventores y los azotes que recibieron. Uno de éstos en Montevideo, recibió ochocientos por emborracharse estando de centinela, y otro setecientos por sospecha de robo. El máximo de éstos era, por reglamento, mil doscientos, pero esto, generalmente, mataba al hombre. [...] La oficialidad era de las clases elevadas."
Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas. Buenos Aires, Emece Editores, 2000, p. 118 a 121
Los regimientos de infantería tenían dos o tres batallones, cada uno mandado por un teniente coronel, siendo, además el comandante del primer batallón jefe del regimiento, como se verá en el caso de Saavedra quien, aparte de mandar el primer batallón de Patricios, era jefe de todo el regimiento integrado por tres batallones. [...] El uniforme era azul con vivos rojos, con un sombrero de paisano [como los patricios] o un elástico cruzado. Los regimientos de caballería estaban divididos en escua- drones fuertes, al mando de tenientes coroneles, y éstos en compañías al mando de capitanes, y el teniente coronel jefe del primer escuadrón era a la vez jefe del regimiento. En la artillería se llamaba compañías a las baterías, que eran sueltas y, como con los ingleses, los conductores eran peones civiles. Además de estos cuerpos de línea, según una pomposa real orden, debería haber en todo el virreinato, milicias compuestas de hombres de diesiéis a cuarenta y cinco años, con un total de14000 pazas. De ese total debería haber en Buenos Aires, un 1.700 en los siguientes cuerpos: un batallón de Voluntarios de Infantería en Buenos Aires; una compañía de Granaderos de Pardos libres y otra de Morenos libres; un regimiento de Voluntarios de Caballería de Buenos Aires y una compañía de milicias de Artillería. En Luján y la frontera debería haber un Regimiento de Voluntarios de Caballería de la Frontera, con 1.200 plazas. Estos cuerpos debían hacer ejercicios todos los domingos; pero no sólo no lo hacían sino que no tenían uniformes ni armamentos, aunque sí mucha oficialidad sin conocimientos militares. En ciertos puntos había oficinas de reclutamiento e instrucción, llamadas ‘Asambleas’, con un número de oficiales y clases de línea. [...] Como muestra la desorganización de estas milicias basta decir que, cuando se toco generala , al regimiento de Voluntarios de Caballería de Buenos Aires, sólo acudieron 129 hombres montados, de su total reglamentario de 724, y a éstos se les dio, por primera vez en su vida, a 14 hombres carabinas y sables, y a los demás, pistolas y sables, y como munición cuatro cartuchos por plaza. Al querer hacer fuego resultó que casi ninguna arma tenía su piedra y que las balas no entraban en el caño por ser de un calibre mayor”.
Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas. Buenos Aires, Emece Editores, 2000, p. 126-127.