Renuncia a vivir en su patria |
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Gral. Don José de San Martín |
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Terminada la campaña emancipadora, vivió durante breve tiempo en Mendoza dedicado a labores campestres en su chacra. Retenido en Cuyo, sufrió con dolor el hecho de no estar junto a su esposa al momento de morir. Llegó a Buenos Aires después de la muerte de Remedios: tomó a su pequeña hija, Mercedes y se embarcó para Europa. Cuando, en 1829, quiso regresar al país, no desembarcó en el puerto de Buenos Aires, debido a los problemas internos que azotaban al país. Desde la rada siguió viaje a Montevideo y nuevamente a Europa, para no volver con vida a su patria. Regresaron sus restos, treinta años después de su muerte, cuando las pasiones tumultuosas habían acallado. Pero el Libertador nunca olvidó a su patria: en el último testamento expresó el deseo de que su corazón fuese depositado en Buenos Aires y hoy sus restos descansan en la Catedral Metropolitana. |
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Renuncia a los bienes materiales |
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Acumular bienes materiales jamás fue una ambición de San Martín. Así lo puso de manifiesto en Lima, cuando al dirigirse a los habitantes de la ciudad dijo: "los soldados no conocen el lujo, sino la gloria?". Años antes, en Mendoza, renunció a ocupar la casa que le tenía preparada el Cabildo de la ciudad, cuando por primera vez llegó allí para desempeñar el cargo de Gobernador-Intendente; al mismo Cuerpo municipal no le aceptó que le abone la diferencia de sueldo que voluntariamente dejaba de percibir, no obstante las necesidades que tenía. Más de una vez, el Libertador afrontó tiempos de dificultades económicas, con la mitad del sueldo asignado. El Padre de la patria no quiso aceptar los 10.000 pesos oro que el Cabildo de Santiago de Chile le obsequió después de la batalla de Chacabuco y destinó dicha suma para la creación de la Biblioteca Nacional de Chile. También rechazó el sueldo que tenía asignado como general en jefe del Ejército chileno y devolvió una vajilla de plata que le habían obsequiado. |
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Renuncia a la vida familiar |
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Su amor a la patria y su fe inquebrantable en la emancipación americana lo llevó a renunciar muchas veces a estar cerca de su familia. Así sucedió cuando decidió dejar el ejército español y retornar a Buenos Aires. Al abandonar la península también renunció a permanecer cerca de su madre, ya anciana y de su hermana María Elena. Lo mismo ocurrió años más tarde, al iniciar la campaña de los Andes en 1817, cuando debió separarse de su joven esposa, Doña Remedios y de su pequeña infanta mendocina, Mercedes. |
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