Cuando regresó al Río de la Plata, a fines de 1828 y pronto a partir hacia Europa, recibe un fraterno mensaje del caudillo oriental Fructuoso Rivera: "Regresa usted a Europa cuando todos lo creíamos deseoso de vivir en América. ¿Qué puede inferirse de aquí sino que a usted o la patria no le inspira ya interés o que ha desesperado de su salud? Cualquiera de las dos cosas es un mal que para mí agrava mucho el de la ausencia; pero usted lo quiere, a usted le conviene, sea para bien. En cualquier destino que tenga usted mi nombre, mi amistad y posición cuando ésta pueda serle útil en algo."