A mediados de 1819, el comerciante inglés Samuel Haigh, amigo de San Martín, decidió retornar a Inglaterra. Tras salir de Santiago de Chile rumbo a Buenos Aires, pasó por Mendoza y visitó a su ilustre amigo, quien estaba enfermo. Así lo contó Haig: "Luego de vendido todo el cargamento y remitido el producto a los dueños en Inglaterra, y como no tuviera noticia de mis comitentes durante más de doce meses a pesar de haber permanecido en Chile arriba de año y medio, una mañana, hallándome entre la espada y la pared (pues estaba afeitándome), se me ocurrió resucitar y volver a mi tierra natal para ver los amigos vivientes y saber quienes habían fallecido. Al día siguiente, en consecuencia, contraté un guía bien conocido, de nombre Morales, hombre buen conocedor de los caminos, no del mundo, sino de la Cordillera y las Pampas, y el 19 de junio de 1819 estaba otra vez en la cumbre de los Andes entre los cóndores y los guanacos. Al cuarto día de mi partida de Chile, llegué a Mendoza. El general San Martín residía allí, hacía varios meses. Había numerosas intrigas políticas por aquel tiempo, tanto en Chile como en Buenos Aires, y San Martín se disgustó tanto con la falta de cooperación que había encontrado, que renunció a todo mando, y se había presentado en Mendoza vestido de paisano. A la sazón estaba postrado, gravemente enfermo, en aquella ciudad. Antes de salir de Santiago, yo había recibido dos cartas de altos funcionarios militares y civiles, amigos de San Martín, con la prevención de entregarlas a San Martín en manos propias, o, en caso que hubiese muerto, destruirlas. En llegando a Mendoza fui a su casa, y, al informar de mi asunto al general Quintana, me hizo entrar en el dormitorio del general. Encontré al héroe de Maipú en su lecho de enfermo, y con aspecto tan pálido y enflaquecido, que a no ser por el brillo de sus ojos, difícilmente le habría reconocido; me recibió con una sonrisa lánguida y extendió la mano para darme la bienvenida. Al entregarle las cartas se sentó en la cama para leerlas; pareció que el contenido dábale gran placer, y se las pasó a Quintana, quien, después de leerlas, meneó la cabeza en señal de aprobación; y me pidieron que volviera antes de abandonar Mendoza . Poco después, el general San Martín recibió el mando del ejército de Chile y organizó la invasión al Perú; entonces tenía 44 años de edad. Es natural del interior; su padre fue gobernador de una provincia en Sud América y, San Martín, siendo joven, fue enviado a España para educarse. Entró en el ejército y estuvo en Bailén incorporado al regimiento de Murcia, cuando capituló el ejército francés del general Dupont; fue ayudante del marqués Solano y a duras penas escapó de ser masacrado por las turbas cuando lo fue ese noble en Cádiz."
Samuel Haigh