De las decisiones de Urquiza del 24 de junio surgió la revolución que estalló en la noche del 10 al 11 de setiembre; pero la conspiración había comenzado antes, a mediados de ese mes, por obra de una comisión de tres miembros, con subcomisiones en cada una de las partes de la ciudad.
Se inició la reunión de fondos, con lo que se adquirieron municiones y se distribuyeron elementos para cavar fosos y construir barricadas a fin de evitar el avance de las tropas de Palermo sobre la ciudad, la dirección del movimiento se ofreció al general José María Paz, que se hallaba en Montevideo y cuya presencia en Buenos Aires no había juzgado conveniente Urquiza; el general José María Flores y varios jefes de la guardia nacional habían prometido su apoyo.
El golpe de Estado del 24 de junio sorprendió a los conspiradores y la orden de prisión contra Vélez Sarsfield, Valentin Alsina, Mitre, Ortiz Vélez, Portela y Toro Pareja privó al futuro movimiento de dirigentes. Diversas influencias lograron que Urquiza dejase en suspenso el decreto con relación a Vélez Sarsfield y a Alsina.
Los trabajos conspirativos se reiniciaron en julio; desde el comienzo se contó con la adhesión de los jefes de las tropas correntinas, Conesa y Hornos, mientras Valentín Alsina coordinaba las actividades revolucionarias y le secundaban Miguel Esteves Sagui, Miguel Sorondo, Antonio Murga y Juan José Alsina.
También se decidió extender el movimiento a la campaña, a los departamentos del Sur, y se tuvo la colaboración de los coroneles Hilario Lagos y Pedro Rosas y Belgrano.
Llegaron a oídos de Urquiza rumores de la preparación de la revolución contra él, pero no quiso hacerse eco de las denuncias. El general Manuel Guillermo Pintos entró en el plan en agosto y se convino hasta el día y la hora en que debía producirse el movimiento, pero luego fue postergado hasta que Urquiza se alejase de Buenos Aires para asistir a la instalación del Congreso en Santa Fe.
A comienzos de setiembre se produjo la delegación del gobierno de Buenos Aires en el general José Miguel Galán Y Fue entonces en ese momento cuando el general Juan Madariaga, antiguo enemigo de Urquiza, ofreció su asistencia y la del general José María Pirán, teniendo de ese modo se tuvo la adhesión de todas las tropas correntinas y el dominio del parque de artillería.
Urquiza embarcó para Santa Fe el 8 de setiembre y los revolucionarios ultimaron sus reparativos para el golpe de mano en la noche del 10 al 11. Alsina comunicó a varios jóvenes lo planeado para que hiciesen saber a los comprometidos lo que se había resuelto y para que acudiesen con armas a la plaza de la Victoria al escuchar la campana del cabildo.
A última hora el coronel Emilio Conesa y Julián Murga lograron la adhesión del coronel Rivero con su regimiento y se informó al coronel Lagos a fin de que concurriese a la ciudad para reforzar el movimiento.
El general Pirán fue designado jefe militar de la revolución y Pastor Obligado entregó la suma recogida para gratificar a la tropa: 186.600 pesos en papel y 2.400 en metálico. Piran se instaló en el Fuerte y comenzó a dictar las medidas del caso; a media noche llegaron Valentin Alsina y José Mármol al Fuerte para cooperar en el desarrollo del plan trazado.
Una vez iniciado el movimiento, los generales Undinarrain y Virasoro fueron apresados sin dificultad; en cambio no ocurrió lo mismo con el general Galán, que se hallaba esa noche en Palermo.
Los batallones correntinos salieron de los cuarteles de Retiro a las órdenes de Madariaga y ocuparon la plaza de la Victoria; poco después se hicieron presentes los cuerpos que mandaban los coroneles Mariano Echenagucía, Martín Tejerina y Matías Rivero; la brigada de artillería del comandante Solano González ocupó el parque y los coroneles Hornos y Ocampo patrullaron la ciudad con sus tropas.
Sólo las divisiones entrerrianas de Palermo y la Convalescencia quedaron fieles al general Galán, pero militarmente su situación era insostenible.
En las primeras horas de la mañana, el general Pirán arengó a las tropas que habían reconquistado Buenos Aires para el ejercicio de los derechos del pueblo; al mismo tiempo se dirigió al general Manuel Guillermo Pinto para que, como presidente de la Sala de representantes disuelta en junio, convocase a sus miembros a fin de que se reintegrasen a sus funciones.
La Sala se reunió a las 10 de la mañana con asistencia de 30 diputados. El general Pinto fue elegido gobernador interino y prestó juramento en el acto, nombrando a los siguientes ministros: Valentín Alsina, ministro de gobierno, al cual quedó subordinado el ministerio de instrucción pública; Francisco de las Carreras, ministro de hacienda; José María Pirán, ministro de guerra y marina. Todas las autoridades provinciales fueron restauradas en sus cargos.
El mismo 11 de setiembre fueron despachadas circulares a los jueces de paz de los partidos de la campaña y a los comandantes militares, con informaciones sobre lo ocurrido, prohibiéndoles obedecer otras órdenes que las emanadas de las autoridades legítimas de la provincia.
El golpe de mano se cumplió con todo éxito en pocas horas sin hallar ninguna resistencia. Sólo quedaban las tropas entrerrianas de Palermo y las de la Convalecencia.
El general Galán se negó a reconocer a las nuevas autoridades provinciales y al anochecer del 11 se puso en marcha hacia Santos Lugares para reunirse con las fuerzas de caballería destacadas allí. Al día siguiente el general Pirán intimó a las tropas de infantería y caballería de la Convalecencia que se definieran y el coronel Aguilar, aislado, optó por reconocer al gobierno provincial.
No quedaban más que las fuerzas de Galán, hostigadas desde su salida de Palermo por el comandante Pelliza con milicias de caballería. En la tarde del 12, tropas de Buenos Aires llegaron hasta Santos Lugares, donde se hallaba todavía Galán. Por iniciativa de Angel Pacheco hubo negociaciones para evitar la lucha, pero la entrevista entre los generales Pirán y Galán no dio resultado y este último continuó la retirada por tierra. Pudo Pirán cortarle la retirada en Puente de Márquez, pero no lo hizo y se contentó con lanzar tras él contingentes de caballería para favorecer el desbande y la deserción. Pirán regresó el 14 de septiembre de a Buenos Aires, dejando al coronel Hornos en la persecución de Galán hasta que éste saliese de la provincia de Buenos Aires.