La expedición destinada a Entre Ríos se componia de 1.400 hombres. Remontó el Uruguay con dificultades a causa de la desinteligencia del jefe de la escuadrilla, Antonio Somellera, y el general Madariaga.
El 15 de noviembre, la caballería al mando de Hornos desembarcó en el paraje denominado Basilio, donde contó pronto con caballadas, y se internó en la provincia, formando una columna de 1.000 hombres, con intención de llegar a Cali, donde estaba el parque del ejército entrerriano, previa captura de Gualeguaychú. Dispersó en las márgenes del Gená las tropas departamentales que habían reunido los generales Velázquez, Palavecino, Almada y Galarza.
Siguió luego a Concepción del Uruguay, de conformidad con el plan trazado con Madariaga. Al llegar a los suburbios de la población se informó Hornos del fracaso del ejército correntino, que había intentado la ocupación de la ciudad, defendida por Ricardo López Jordán.
En vista de ello, Hornos se dirigió hacia el norte, esperando encontrarse con las fuerzas correntinas que debían penetrar en Entre Ríos al salir la expedición de Buenos Aires. Como ello no ocurrió y como fuese hostilizado sin cesar por los entrerrianos, sus fuerzas comenzaron a desbandarse y Hornos tuvo que cruzar la frontera e internarse en el Brasil.
La noticia del ataque sorpresivo encontró a Urquiza en Paraná el 18 de noviembre; el mismo día comunicó al ministro Luis J. de la Peña que salía hacia el sur para ponerse al frente de las tropas y lo autorizaba a instalar en su nombre el Congreso constituyente.
Antonio Somellera el 3 de noviembre de 1852 fue nombrado comandante de la escuadrilla enviada contra la provincia de Entre Ríos transportando la expedición de los generales Hornos y Madariaga. Tras el fracaso de la campaña, regresó a Buenos Aires en momentos en que estallaba el movimiento de Hilario Lagos y el consiguiente sitio de Buenos Aires. Somellera fue encargado de intentar evitar la llegada de pertrechos por las costas a los rebeldes.
Urquiza convocó aceleradamente las milicias de la provincia y partió hacia la costa del Uruguay, donde fue informado del fracaso de la invasión. Sin seguridad sobre la actitud de Corrientes, instaló el cuartel general en Arroyo Grande y dirigió la persecución de los contingentes de Hornos hasta pocas leguas de la frontera de la provincia vecina, al mismo tiempo- que, previendo la invasión de Santa Fe, ordenó al gobernador de esa provincia el alistamiento de fuerzas y su embarco con destino a Rosario.
Tranquilizado días después con respecto a Corrientes, por la comunicación que le hizo llegar Pujol, en la que volvía a expresar su decisión de cumplir el acuerdo de San Nicolás, y enterado del pronunciamiento del coronel Lagos, ordenó la suspensión de los aprestos bélicos que había dispuesto para lanzarse a la derecha del Paraná con una columna de las tres armas.
Cuando fracasó en el ataque a Concepción del Uruguguay, Madariaga volvió aguas abajo y desembarcó sus tropas en Martín García, informando el 26 de noviembre sobre el resultado de la campaña y atribuyendo las causas de la derrota a Somellera, jefe de la escuadrilla. Quiso luego desvanecer el mal ambiente que se había formado en su contra y dio a la publicidad una Exposición, que rebatieron, también públicamente, Somellera y Solano González.
La prensa porteña magnificó los sucesos de Entre Ríos y exaltó el pequeño triunfo de Hornos en Gená; se habló francamente del pronunciamiento de Corrientes y se anunció como próxima la fuga de Urquiza y el desbande de los diputados reunidos en Santa Fe. El regreso de Madariaga en plena derrota no enfrió la euforia belicosa de los porteños, que decidieron operar sobre Santa Fe, sin tener la menor sospecha de la conspiración de Lagos.