Nicolás Avellaneda renunció al ministerio bonaerense antes de la terminación del período gubernativo de Alsina, el nuevo presidente Sarmiento encontró en el joven tucumano el único argentino interesado en la educación publica y popular.
Renunció al ministerio bonaerense antes de la terminación del período gubernativo de Alsina; Sarmiento encontró en el joven tucumano el único argentino que se ocupaba, según su carta a Mary Mann, de educación popular, y le ofreció la cartera de justicia, culto e instrucción pública. Tuvo plena libertad de iniciativa en una esfera en que sus convicciones coincidían plenamente con las miras del presidente, llevando a las provincias el impulso de renovación por la vía de la enseñanza, se crearon y subvencionaron centenares de escuelas en todas partes, colegios y bibliotecas.
Proporcionalmente fue la época de mayor esfuerzo oficial en la difusión de la enseñanza; se dictó una ley de subvenciones escolares a las provincias, hicieron su aparición las escuelas normales y fueron contratadas educadoras norteamericanas, las maestras de Sarmiento, que formaron las primeras generaciones docentes argentinas. Comenzaron a funcionar tres escuelas de agronomía, en Tucumán, en Salta y en Mendoza; la segunda enseñanza, que hasta entonces se impartía en tres establecimientos, en Buenos Aires, Concepción del Uruguay y Córdoba, se completó con los colegios nacionales de Santa Fe, Rosario, Corrientes, Santiago del Estero, Jujuy, La Rioja y San Luis.
Tuvo el gobierno de Sarmiento una oposición parlamentaria tenaz; las figuras de mayor relieve se alistaron en la lucha, cuya cabeza visible era Bartolome Mitre.
La cuestión de la intervención en San Juan, fue uno de los problemas más debatidos, tanto que hizo peligrar la estabilidad del gobierno.
En 1865 Sarmiento vuelve a Estados Unidos como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de la República Argentina, entonces bajo la presidencia de Bartolomé Mitre. Horace Mann Sr. había fallecido en 1859, pero Sarmiento continúa la relación con Mary Peabody Mann, con quien intercambia una gran cantidad de correspondencia. Ella vio la verdadera pasión de Sarmiento por establecer un nuevo sistema educativo en su país y decidió ayudarlo. Así, lo asistió para encontrar y reclutar a las mejores maestras de EE. UU. A cambio, el Gobierno argentino ofrecía excelentes salarios y escuelas totalmente nuevas para organizar y dirigir a cualquier maestra estadounidense que quisiese trabajar en Argentina.3 También es importante mencionar que William Phelps, director de la Escuela Normal de Winona, también asistió a Sarmiento en reclutar maestras para trabajar en Argentina. En total, 65 maestras de Minnesota, Indiana, Maine, New Hampshire, Illinois, Missouri, Wisconsin, Colorado, Vermont, Virginia, Ohio y 5 de Michigan se dirigieron a la Argentina en un período de años. El grupo de 15 de Winona, Minnesota continuó siendo el más reconocido por su legado en la actualidad.
Mitre habló durante dos días y los discursos de Nicasio Oroño, Salustiano Zavalía, Aráoz y otros, fueron de una aguda agresividad. Cuando casi se había agotado el debate y la votación terminaría en una derrota del poder ejecutivo, hizo uso de la palabra Avellaneda; su exposición doctrinal elevada, su tono sobrio y firme lograron arrancar a la Cámara una decisión favorable a la política del poder ejecutivo. Su discurso fue arrollador y su prestigio oratorio quedó definitivamente asentado, en un ambiente parlamentario en que figuraba ya Manuel Quintana, y en que Mitre, Sarmiento y Adolfo Alsina brillaban como estrellas de primera magnitud. Probablemente en el curso de ese debate memorable quedó perfilada la candidatura presidencial de Avellaneda.