En el primer año de su gobierno, concibió Avellaneda tres proyectos sobre la tierra pública. Por el del 18 de setiembre de 1875 aseguraba la colonia de los galenses en Chubut, que se habían radicado allí desde 1865.
La ley repartía a los colonos, además de las 25 hectáreas que ya poseían, 100 hectáreas más con derecho a adquirir por compra otras 300, al precio de 2 pesos la hectárea pagaderos en diez años. Se mensuraron secciones de 40.000 hectáreas con su pueblo correspondiente, y las reservas para ventas ulteriores. Inmediatamente afluyeron a la colonia nuevos elementos, que vieron un porvenir seguro, aunque el gobierno tuvo que enviar provisiones en los años de mala cosecha, para evitar desalientos en los habitantes.
La colonia Caroya en Córdoba fue cedida al gobierno nacional y en julio de 1875 la mandó mensurar, dividir y vender. Los lotes con riego en las inmediaciones de Jesús María se vendían a 5 y a 10 pesos la hectárea en parcelas de 25 y 50 hectáreas para chacras, con obligación de cultivo continuado por dos años.
Pero la ley más importante fue la del 19 de octubre de 1876, que dio base y articulación a la política agraria durante más de treinta años, con pequeñas modificaciones.
El 6 de octubre de 1876 fue sancionada la ley Nº 817 de “Inmigración y Colonización”. La iniciativa de esta previsora ley le correspondió al entonces presidente de la nación Dr. Nicolás Avellaneda, cuyo objetivo prioritario fue poblar y aprovechar las grandes extensiones de tierra que poseía nuestro país esto trajo gran cantidad de gente de Europa corrida por la miseria de guerras y hambrunas
Se creó el departamento de inmigración, con atribuciones para una acción coordenada que asegurase el ingreso y la estadía de los inmigrantes en el país, la comunicación constante con los agentes de inmigración en el exterior y con las demás autoridades y entidades competentes. Facilitaría la llegada de inmigrantes, contrataría el pasaje con empresas de navegación, proveería a la colocación de los recién llegados por intermedio de las oficinas de trabajo, cooperaría en el traslado de los inmigrantes al interior del país, etc.
Los agentes en el exterior harían propaganda positiva dando a conocer las condiciones de su suelo y la remuneración que podría obtener en él todo trabajador honrado. Las comisiones de inmigración y las oficinas de trabajo dependerían del departamento de inmigración; recibirían, alojarían y trasladarían hasta su destino a los inmigrantes. Era inmigrante todo extranjero que, en cualquier esfera de trabajo, reconocidas sus condiciones morales y sus aptitudes y siendo menor de sesenta años, llegase al país por sus medios o por los del Estado; gozaría de los siguientes derechos: ser alojado y mantenido durante los 5 días posteriores a su desembarco, del mismo modo que en caso de enfermedad. Era todo un plan orgánico de inmigración y de colonización en una escala que no se había hecho hasta entonces y establecía toda una serie de estímulos y privilegios para los pobladores de las colonias.