Curuzú Cuatiá era un vecindario rural con casas de adobe y paja a fines del siglo XVIII; luego comenzó a poblarse fuertemente con vecinos provenientes de San Roque y Corrientes, con la intención de frenar el avance de los indios yapeyuanos. Un grupo de vecinos solicitó autorización para la construcción de una capilla que fue puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar. El juez comisionado, José Zambrana, solicitó al virrey Avilés la autorización para crear un pueblo junto a la capital por la presencia de importantes estancias en el lugar que favorecerían el desarrollo comercial.
El 16 de noviembre de 1810, el general Dr. Manuel Belgrano, observando la estratégica situación del lugar –ubicado en el centro de la Mesopotamia argentina– en su campaña militar hacia el Paraguay, le dictó a su secretario, el Teniente Ignacio Warnes, el acta en la cual fundó el pueblo de (Nuestra Señora del Pilar de) Curuzú Cuatiá, que en lengua guaraní significa cruz de papel, lo que podría hacer referencia a la etapa “guaraní cristianado” o “neófitos”, como se llamaba antiguamente a los guaraníes que decidieron usar a los jesuitas como protección legal ante el frente blanco en expansión (bandeirante portugueses y españoles).
Belgrano no hizo más que incorporarse a una dinámica de enfrentamientos culturales que venía de antes de la llegada de los europeos a la zona. Así “fundó” Curuzú Cuatiá con el objeto de organizar la jurisdicción de Corrientes y contener los intentos de avance luso-brasileño sobre la mesopotamia argentina. Resolvió también un pleito jurisdiccional entre Corrientes y Yapeyú sobre ese territorio, adjudicándolo a la jurisdicción de Corrientes.
Belgrano fijó la jurisdicción de Curuzú Cuatiá:
Que se haya y tenga este pueblo por el de N. S. del Pilar de Curuzú-Cuatiá, cuya jurisdicción será desde las puntas del Arroyo de las Tunas, siguiendo el Arroyo Mocoretá y de este a buscar de las puntas del Arroyo Timboy, de este a buscar la barra de Curuzú Cuatiá que entra en el Miriñay, de donde se seguirá hasta la Laguna Iberá y por el Río Corrientes, se seguirá la costa hasta sus malezales, de los cuales se ha de seguir a las puntas de la Barrancas y de esta a las del Arroyo Basualdo, hasta encontrar las puntas de Las Tunas.
Belgrano fija los límites de la planta urbana y sus ejidos, establece los lugares donde se construirán la escuela, la Plaza Mayor, la Iglesia Matriz, el Ayuntamiento y la Casa Capitular. Y por último aceptando y respetando la creencia de los lugareños ordena y manda que se tenga a este pueblo por el pueblo de Nuesta Señora de Pila de Curuzú Cuatia