La derrota táctica en Paraguarí y la ausencia de adeptos a la Junta de Buenos Aires que lo apoyaran empeoró la situación estratégica de Belgrano como consecuencia de la defensa en profundidad ejecutada por Velasco, obligaron a Belgrano el realizar una retirada hasta Tacuarí
La retirada, realizada sin presión enemiga y en riguroso orden, afectó sin embargo la moral de oficiales y soldados. Para frenar los rumores que corrían entre los oficiales, eliminar a los menos capaces y como medida ejemplificadora, Belgrano envió a varios de ellos a Buenos Aires. Entre ellos figuró Elorga a quien ya tenía entre ojos desde su llegada a La Bajada en octubre de 1810.
Estando en Santa Rosa, a 4 km al sur del río Tebicuary, Belgrano temió quedar aislado si los enemigos lo separaban del río Paraná. Decidió entonces retroceder hacia ese río y esperar allí la ayuda que había pedido para retomar nuevamente la ofensiva. De las opciones que tenía, eligió defenderse en el paso del río Tacuarí y no en Itapúa, por las ventajas topográficas que ofrecía aquel lugar.
Operaciones militares en territorio paraguayo y misionero (diciembre de 1810-marzo de 1811
Pedido y envío de refuerzos
Belgrano pidió la ayuda de 200 hombres al teniente coronel Martín Galain, que se dirigía a la Banda Oriental. La junta de Buenos Aires le anunció el envió de 700 hombres que ya estaban en Santa Fe y, sin tener en cuenta la opinión de Belgrano sobre la capacidad de las tropas correntinas, el 14 de febrero ordenó al teniente gobernador de Corrientes Elías Galván que enviara 200 hombres hacia Candelaria. Belgrano no confiaba en Galván, de quien decía "en este jefe más he visto expresiones en papel que obras".
El 17 del mismo mes, Belgrano también pidió a Galván un rápido auxilio en recursos debido a la difícil situación de su ejército. Dieciséis días después, el 5 de marzo, en un oficio a Ángel Fernández Blanco, Belgrano se quejó "del poco patriotismo de los vecinos de Corrientes" que no querían enviar lo solicitado sin antes recibir el pago correspondiente.92 Esto se debía a que l as noticias que llegaban desde Itapúa a Corrientes eran alarmantes. Afirmaban que Belgrano estaba rodeado en Tacuarí y que patrullas paraguayas habían ocupado Trinidad, un pueblo ubicado en su retaguardia, a solo 32 km al noreste de Itapúa.
La Junta preparó otros 600 hombres al mando de José de Moldes, que debían salir de Buenos Aires a comienzos de marzo. Por otro lado envió tres buques para controlar el río Paraná y ayudar a Belgrano, pero esa fuerza naval fue aniquilada por la flota proveniente de Montevideo al mando de Jacinto de Romarate el 2 de marzo, frente a San Nicolás de los Arroyos. Esto complicó además el suministro de soldados y pertrechos que debían cruzar el río Paraná frente a La Bajada.
Asegurar la retirada al otro lado del río Paraná
Gregorio Perdriel fue enviado con 100 hombres a Candelaria para que, en coordinación con Rocamora ubicado en Itapúa con 150 hombres, aseguraran la logística que venía desde La Bajada, ya que la flotilla paraguaya que merodeaba por la zona había cortado la provisión de ganado desde Corrientes ocupando además el puerto de San José frente a Itapúa.
Deserciones
Durante la retirada hacia el río Tacuarí, el 20% de las fuerzas que había enviado Rocamora desertaron, la mayoría de ellos armados. Belgrano distribuyó a los restantes entre los regimientos de Patricios y Arribeños, los equipó con uniformes y cambió los jefes que los mandaban, según Belgrano, "como animales". Pese a todo, las deserciones continuaron y Belgrano informó a la junta que no podía contar con los correntinos ni con los naturales guaraníes que integraban las fuerzas de Rocamora. También desertaron soldados de otros regimientos, entre ellos los de Perdriel. Cuando el regimiento Patricios llegó a Candelaria varios soldados y sargentos aprovecharon la oportunidad para desertar. Esta "canalla sin honor ha acreditado su cobardía" afirmó Perdriel y los acusó de "desertar porque querían" dado que los tenía "bien suplido [de] mucho dinero".El atraso en los pagos de los salarios (prest) era una de las principales causas de deserción e indisciplina.
Belgrano pidió a Fernández Blanco que detuviera en Corrientes, "con la debida reserva", a los desertores y los enviara a Santa Fe. Dos días antes de la batalla de Tacuarí, Belgrano informó nuevamente que solo podía contar con los soldados de Buenos Aires, "ya por su instrucción y [solo] en algunos (sic) por su entusiasmo patriótico".
De los naturales proveniente de las Misiones dijo que eran como los paraguayos, y menciona que ante disparos intrascendentes del enemigo, habían abandonado su posición. Finalmente prometió que enviaría el inventario de soldados que tenía una vez depurada las cifras de las deserciones producidas.
Estrategia de Velasco
La idea directriz del gobernador Velasco era expulsar a Belgrano más allá del río Paraná y abrir la vía de comunicación con Montevideo y Portugal.97 Para realizar esta operación al más bajo costo, utilizó la táctica de la persecución indirecta, que consiste en evitar choques frontales y en adelantarse por el flanco enemigo buscando permanentemente su retaguardia, obligándolo a retroceder para evitar ser cortado y envuelto. Otro de sus objetivos era salir lo antes posible del estado de movilización que agobiaba la economía provincial y desmantelar el creciente poder político del grupo militar de los capitanes-estancieros.
Al constatar Cabañas que la detención de las fuerzas invasoras en Tacuarí no era una pausa en su retirada, envió un ultimátum a Belgrano, y para presionarlo le hizo conocer que estaba al tanto de todas sus dificultades estratégicas.
En junta de guerra convocada por Belgrano se decidió la retirada a un lugar donde se pudieran hacer fortificaciones en espera de refuerzos para proseguir las operaciones. Los patriotas formaron a la vista del enemigo, que se contentó con observar sus movimientos.
El paso de Tebicuary exigió tres días; allí se incorporaron 150 hombres y el escuadrón que había dejada de guarnición en Candelaria.
Belgrano pensó hacerse fuerte en Santa Rosa, pero al advertir las dificultades que tendría para recibir refuerzos a causa de la agravación de la situación en la Banda Oriental, retrocedió a la línea del río Tacuarí, a donde llegó a mediados de febrero. En la margen sur del río hizo alto y se aprestó a la defensa.
Deseaba Belgrano permanecer en la margen septentrional del Paraná para reabrir la campaña cuando dispusiese de mayores recursos, con Candelaria asegurada en manos del capitán Perdriel; la división de Rocamora permanecería con sus 400 hombres en Itapúa. Es decir, de sus 900 hombres, destacó 500 para asegurar la comunicación de los 400 restantes.
Cabañas se dispuso a desalojar a Belgrano de la posición elegida; disponía para ello de 2.500 hombres y seis piezas de artillería. Comenzó por llamar la atención con una parte de sus tropas hacia el paso del río, mientras con 1.500 combatientes y tres piezas de artillería se dirigía por agua para flanquear el Tacuarí a dos leguas de distancia y atacar por la retaguardia. Además, la escuadrilla fluvial amenazaría a su vez el flanco izquierdo con tropas de desembarco.
El 9 de marzo iniciaron los paraguayos la lucha con el fuego de su artillería dirigido hacia el paso del río; respondieron los patriotas con decisión, pero Belgrano fue informado que una fuerte columna había remontado el río para atacar por retaguardia, y Machain se adelantó con 150 hombres para reconocer esas fuerzas, debiendo regresar a la posición si comprobaba que avanzaba por allí el grueso de las fuerzas paraguayas.
El paso era defendido mientras tanto con los 250 hombres restantes. Al mismo tiempo se supo que varias canoas y botes tripulados por hombres desembarcados de la flotilla paraguaya ponían en peligro el flanco izquierdo. Los patriotas se vieron así amenazados por tres puntos. Belgrano hizo retroceder a los atacantes del paso del río y el mayor Celestino Vidal rechazó a las tropas de desembarco de la flotilla enemiga haciéndolas volver a las naves con grandes pérdidas.
Entretanto Machain chocó con la avanzada de la columna de Cabañas y se trabó en combate al frente de su pequeña tropa. Cercado por una gran superioridad numérica, los patriotas se rindieron cayendo prisionero Machain.
Tres oficiales y algunos soldados que lograron escapar del cerco, llevaron la noticia del desastre al campamento de Belgrano.
Caballas avanzó con el grueso de su columna contra la posición de los patriotas y, juzgando que Belgrano no podría resistir, le envió un emisario para invitarle a deponer las armas. Belgrano rehusó admitir la idea de la rendición y se aprestó a la lucha con el mermado contingente que le quedaba. Dio orden de avanzar al encuentro de los paraguayos y se puso él mismo a la cabeza de las tropas por haber caído Machain. Las piezas paraguayas no tardaron en silenciar a dos de los patriotas, pero el capitán Pedro Ibáñez dio una carga valerosa con sus hombres contra la vanguardia enemiga y le obligó a replegarse a los montes cercanos después de perder 30 de sus combatientes.
Era mediodía y, temiendo caer en una emboscada si ordenaba la persecución, Belgrano concentró sus efectivos en la loma que fue bautizada en recuerdo de la acción librada como Cerrito de los Porteños.
No había habido todavía ninguna decisión en la lucha, pero el jefe patriota comprendió lo difícil de su situación y resolvió iniciar negociaciones, enviando al efecto a José A. Echeverría a parlamentar con el enemigo. Echeverría propuso a Cabañas una suspensión de las hostilidades, pues el ejército expedicionario no había llegado para hacer la guerra al Paraguay, sino para ayudarle en la.obra de su emancipación. Sería evacuado el territorio paraguayo y las tropas expedicionarias se retirarían a la margen sur del Paraná. Cabañas aceptó la proposición y el 10 de marzo comenzó el ejército de Belgrano la retirada hacia Candelaria.
El ejército paraguayo presentó armas al paso de la pequeña columna. Cabañas salió al encuentro de Belgrano y ambos jefes se abrazaron y el jefe patriota porteño aprovechó la oportunidad para informar a los paraguayos de la situación de Buenos Aires y de las intenciones de su política. Lamentó los encuentros habidos y donó 60 onzas para las viudas y huérfanos de los caídos en la lucha.