Los jóvenes de la Asociación de Mayo que actuaban en Buenos Aires se dispusieron a aprovechar la situación creada para promover un levantamiento de la campaña contra Rosas; debía coincidir con la conspiración en la ciudad. Ramón Maza Se pondría al frente de los hacendados; todo ello estaba vinculado a los preparativos de Lavalle.
Detenido y ejecutado Maza, los hacendados quedaron desprovistos de un jefe de prestigio y desorganizados para una acción militar; además carecían de armamento y pertrechos, mientras que las milicias reunidas por Prudencio Ortiz de Rosas disponían de armas, de instrucción y de mandos.
A comienzos de 1839 Lavalle vacilaba en torno al lugar más apropiado para desembarcar. Después del asesinato del doctor Maza y del fusilamiento de su hijo Ramón, las proximidades de Buenos Aires no eran seguras; pensó en la costa del sur de la provincia, y Pedro Ferré quería que llegase a Entre Ríos. El 10 de agosto, en carta a Andrés Lamas, comunicó su decisión de dirigirse a Entre Ríos.
Pedro Bonifacio Castelli, sobrino del prócer de Mayo, después de intervenir en las guerras de la independencia se había dedicado a tareas rurales y poseía una pequeña estancia en el Volcán; Ramón Maza lo vinculó a la conspiración. Jacinto Rodríguez Peña viajó hacia el sur de la provincia y logró adhesiones importantes: Marcelino Martínez Castro, Francisco y Ezequiel Ramos Mejía, Benito Míguens; se sumaron luego al movimiento Matías Ramos Mejía, Francisco Madero, Apolinario Barragán, José Ferrari, Leonardo Gándara, Manuel Rico, Francisco Olmos, etc. Los centros conspirativos fueron Chascomús y Dolores; en Chascomús se logró la adhesión del comandante Manuel Rico, segundo jefe de un regimiento al mando de Narciso Valle, que permaneció fiel a Rosas; en Chascomús encabezó el movimiento Francisco Villarino; entre los que le secundaron estaba Ambrosio Cramer, guerrero de la independencia, establecido en Monsalvo.
Pedro Bonifacio Castelli, hijo del prócer de la Revolución de Mayo, después de haber intervenido en las guerras de la Independencia, se dedicó a las tareas rurales. Poseía una pequeña estancia en el Volcán; pronto se vinculó a la conspiración.
Temerosos de que los preparativos hubiesen sido descubiertos, el movimiento que se había fijado para el 6 de noviembre se precipitó y estalló el 29 de octubre en Dolores; el 6 de noviembre se pronunció Chascomús con ayuda de las fuerzas enviadas por el comandante Rico, pero la rebelión no se extendió como era de esperar y desde Tapalqué y Azul se preparó la acción de las fuerzas represivas.
Nicolás Granada, comandante de las divisiones del sur, en quien se había pensado como probable adepto al movimiento insurreccional, no recibió ninguna comunicación, y cuando se produjo el alzamiento de Dolores notificó el suceso a Vicente González, "Carancho del Monte", y a Prudencio Ortiz de Rosas, entonces en Azul; fiel por consiguiente al gobernador de la provincia, se incorporó a las milicias leales.
Los hacendados no estaban organizados y no tenían jefes ni armas; las que habían pedido a la Comisión argentina de Montevideo llegaron después del desastre.
El 7 de noviembre las milicias al mando de Ortiz de Rosas chocaron con los sublevados en Chascomús y después de un combate que duró tres horas los rebeldes quedaron vencidos por la traición del negro Funes, como lo expresó el verso de Echeverría; tres días después fue dominado el movimiento en Dolores; el 14 de noviembre Tandil fue saqueado por los indios fieles a Rosas.
Lo cierto es que para cuando los hacendados del sur se levantaron en armas, su suerte estaba echada hacía rato. En realidad, el levantamiento estaba pensado para el 7 de noviembre, pero los acontecimientos se precipitaron y la fecha se adelantó al 29 de octubre. Castelli era un hombre respetado y, según las crónicas, un buen tipo. Además de hijo del prócer, había sido granadero y en esa condición peleó al lado de San Martín en la batalla de San Lorenzo. Luego había participado en el sitio de Montevideo.
La Batalla de Chascomús fue un enfrentamiento librado el 7 de noviembre de 1839 entre las tropas leales al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas comandadas por su hermano el coronel Prudencio Rosas, las cuales vencieron a los revolucionarios de los Libres del Sur que estaban comandados por Pedro Castelli, que habían insurreccionado poco antes gran parte del sur provincial haciendo fracasar un vasto movimiento en contra de Rosas.
Los rebeldes disponían de cuatro mil hombre mal preparados y peor dirigidos. Las tropas de Prudencio Rosas y Granado no llegaban a dos mil pero todos eran hombres con experiencia militar. La batalla de Chascomús fue un paseo para el rosismo. Empezó a la madrugada y a media mañana los rebeldes se habían rendido entre los pastizales próximos a la costa.
Las órdenes de Rosas fueron estrictas: ejecutar a Castelli y perdonarle la vida al resto de los dirigentes, aunque mandó expropiarles los campos, lo cual para muchos fue peor que la muerte.Los soldados fueron perdonados Rosas sabía que con esa decisión se ganaba para siempre el corazón de las peonadas.
Como se puede apreciar, la rebelión de los libres del sur no fue muy extendida ni duró mucho. Sin embargo, las estaciones de trenes de la provincia de Buenos Aires llevan los nombres de sus principales dirigentes.
Para las sociedades rurales de la provincia se trata de héroes fundacionales de lo que hoy se conoce como la “causa del campo”.
En 1839 organizó la defensa del gobierno de su hermano contra la revolución de los Libres del Sur, evitando que se extendieran fuera de su zona de origen, que iba desde Chascomús hasta lo que hoy es General Madariaga. Los enfrentó en la batalla de Chascomús, derrotándolos completamente. Regresado a Chascomús, indultó por orden de su hermano a los gauchos que habían participado en la revolución. En cambio, los jefes revolucionarios, generalmente estancieros, fueron enviados prisioneros a Buenos Aires. Curiosamente, casi ninguno de éstos fueron ejecutados, como sí ocurrió con otros enemigos de Rosas en esos años.
El 15 de noviembre comunicó Prudencio Ortiz de Rosas a Corvalán la victoria obtenida:
"El principal cabecilla motinero salvaje unitario Pedro Castelli había sido encontrado en una isleta de Monte, en la estancia de Acosta, y habiéndose resistido a entregarse, fue necesario matarle, y cortarle la cabeza que me fue presentada, la que reconocida por mí, por infinitos que lo conocían y por un peón que lo acompañaba y que había sido aprehendido, la remite el general que firma a Dolores, para que el comandante político y militar de ese pueblo la coloque en un palo en medio de la plaza del pueblo, lugar donde estalló el motín, para escarmiento de esos malvados salvajes unitarios".
Cramer murió en la lucha, lo mismo que Zacarías Márquez y otros jefes del movimiento malogrado; su cabeza fue expuesta también en la plaza de Chascomús.
Manuel Rico pudo huir con 900 hombres, en los barcos franceses que había en las costas, para engrosar las fuerzas de Lavalle, con lo cual la campaña del sur de la provincia, donde el descontento iba en aumento, quedó totalmente en poder de Rosas.
Como era habitual, las tierras y los bienes todos de los enemigos vencidos fueron repartidos entre los vencedores como premio a su fidelidad a la tiranía. Gervasio Rosas, hermano del dictador, figuraba entre los complotados, y para desvirtuar la impresión que podía causar ese hecho, el gobernador hizo publicar en La Gaceta mercantil que Gervasio era hijo adulterino de un portugués, y en un comunicado al juez de paz de Dolores lo llama "hijo de p., degenerado".
El 7 de noviembre de 1839, el ejército al mando de Castelli fue atacado por Prudencio Rosas en las orillas de la Laguna de Chascomús, en la llamada batalla de Chascomús. En un primer momento, la victoria pareció quedar del lado de los rebeldes, y el propio Rosas huyó hacia el norte. Pero la decisiva reacción del coronel Nicolás Granada volcó la batalla en su favor, que quedó decidida cuando el coronel Crámer fue muerto en combate. Una parte de los soldados rebeldes huyeron, y el resto se entregó al enemigo, que fue indulgente con ellos. Castelli fue muerto varios días más tarde, cerca de Dolores, mientras Rico pudo huir. Participaría en la invasión de Lavalle a Buenos Aires y en la retirada al interior, hasta ser fusilado en noviembre de 1841.