No sólo dedicó Rosas su máximo empeño en crear un ejército eficiente, sino también para formar una marina de guerra capaz de completar la acción terrestre. El federal va dejando poco a poco de ser la montonera originaria y se convierte en una máquina militar organizada, disciplinada, con métodos militares de lucha y con el empleo estratégico y táctico de las tres armas; en cambio los unitarios, salvo en el caso de las tropas organizadas por el general Paz, dan cada vez más la impresión de montoneras
El gobierno oriental de Fructuoso Rivera, que hasta el momento mantenía en operaciones sólo una escuadrilla en aguas del río Uruguay al mando de Francisco Fourmantin desde el 13 de noviembre de 1838, fecha en la que había reemplazado a Santiago Sciurano, carecía de tiempo para preparar una adecuada defensa de la isla por lo que retiró también sus tropas, pero decidido a levantar una escuadra que disputara el control del río de la Plata nombró una Comisión Marítima1 destinada a su equipamiento y armamento que inició de inmediato una suscripción entre la clase adinerada a los efectos de procurarse recursos. El 31 de diciembre de 1840, el Ministerio de Guerra y Marina riverista nombró al coronel John Halstead Coe jefe de las fuerzas navales a crearse..
A comienzos de 1841 la flota de Coe constaba ya de la corbeta Sarandí (10 cañones, Malcolm Shannon), buque insignia, bergantín Pereyra (4 cañones, Roberto Guillermo Beazley), la goleta Palmar (3 cañones, Guillermo Mason), el bergantín goleta Montevideano (6 cañones, Bernardo Dupuy), el lugre Constitución, el bergantín goleta General Aguiar (Enrique Sinclair y el bergantín goleta Yucutujá.
Por su parte, alejada la amenaza que representaba Francia, segunda potencia naval de la época, Rosas dispuso como primer medida ocupar Martín García, rehacer sus fortificaciones y colocar una guarnición permanente y como segunda llevar el bloqueo a la misma Montevideo, para lo cual el 22 de enero de 1841 emitió un decreto disponiendo el cierre de los ríos Paraná y Uruguay, autorizando el corso contra los buques provenientes de puertos orientales y el bloqueo de la capital.
Guillermo Brown con mas de 60 años durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, en el Río de la Plata realizó otra vez jornadas de epopeya: bloqueó a Montevideo burlando la flota inglesa, y durante la campaña naval de 1841 Guerra Grande causó sucesivas derrotas a las naves del Uruguay que presidía Fructuoso Rivera, que había abierto hostilidades contra el gobernador porteño. El 15 de agosto de 1842 el Almirante Brown, en aguas del río Paraná, en el Combate de Costa Brava, derrotó a una fuerza naval riverista, compuesta por lanchones que era comandada por el corsario italiano José Garibaldi, que estaba exiliado en Montevideo. "Déjenlo escapar, ese gringo es un valiente" fue la orden que Brown impartió a sus subordinados cuando pretendían perseguirlo para ultimarlo.
Pero el ejército no bastaba y era necesario recurrir a la acción naval, después de levantado el bloqueo francés a raíz de la convención Mackau-Arana, en enero de 1841, se prohibió la navegación por los ríos Uruguay y Paraná a todo buque que no fuese patentado por la Confederación bajo pabellón argentino. El gobierno oriental obligaba a recalar en Las Higueritas a todo buque que navegase por el río Uruguay; Arana, en nombre de la Confederación, replicó a esa medida ordenando que ningún buque argentino se considerase obligado a cumplir ese requisito.
El 2 de abril de 1841 escribió Rosas a Oribe:
"La escuadra me ha costado inmensamente ponerla en el estado en que se encuentra, y ya debe hacerse usted cargo que habrá ocupado algunos astilleros hechos. Está hoy de paseo sobre Montevideo. El bergantín General Belgrano, que monta el general Brown, ha costado a este gobierno, pelado, aunque listo para ponerle artillería, setecientos treinta mil pesos; y para dejarlo listo, cincuenta mil pesos metálicos. Pero es cosa buena, construido al objeto preciso de la guerra. Son seis hoy nuestros buques de guerra".
Alvaro Alsogaray durante las acciones navales que acompañaron el Sitio de Montevideo, se destacó en el combate de Santa Lucía como ayudante de órdenes de Brown. En 1841 participó también de la captura del Cagancha.
Pero para que esa disposición se cumpliese hacía falta una fuerza naval y Rosas se dedicó a for-marla y eligió para comandarla al almirante Guillermo Brown. Los contratiempos que hubo de vencer, algunos de índole personal, rencillas, desconfianzas, prevenciones morbosas, fueron muchos, pero fueron superados.
Por decisión de Rosas y de su Inspector y Comandante General de Armas, el coronel mayor Agustín de Pinedo, el 2 de febrero se designó al brigadier Guillermo Brown comandante general en Jefe de la Escuadra de la República. Brown era reconocido, sin distinción de partidos, como un héroe de la guerra naval contra España y contra el Brasil, y si bien se encontraba ya retirado, aceptó el nombramiento. El teniente 1° Álvaro José de Alzogaray sería su ayudante y enlace con el canciller Felipe Arana. Hasta ese momento, la escuadrilla de la Confederación se reducía a unas pocas naves que al mando de Antonio Toll disputaban el control del río Uruguay a Fourmantin.
El nuevo adversario de Brown, Coe, era al igual que varios de los oficiales de ambas escuadras, un antiguo subordinado suyo en la campaña contra el Imperio del Brasil.
Brown contaba con el bergantín General Belgrano (24 piezas, Antonio Toll, luego sustituido por Guillermo Bathurst), nave insignia, el bergantín General Echagüe (11 piezas, Joaquín Hidalgo), la corbeta 25 de Mayo, el bergantín goleta Vigilante (5 piezas, Bathurst y luego Juan King) y las goletas General San Martín (5 piezas, Gerardo Fisher), Libertad (5 piezas, Craig y luego J.Cordero), Entrerriana (8 piezas, José Nicolás Jorge) y 9 de Julio.
El 27 de febrero de 1841 asumió el mando del bergantín General Echagüe (11 cañones) con el que asistió al combate naval del 24 de mayo de 1841. En la primera fase del combate, la escuadrilla de Brown compuesta sólo por el Echagüe al mando de Hidalgo y el General Belgrano, buque insignia al mando directo de Guillermo Bathurst, enfrentó con éxito a la escuadra riverista. Al sumarse el bergantín goleta Vigilante (5 piezas, Juan King), la escuadra de Coe se retiró a Montevideo. El comportamiento de Hidalgo y de Bathurst en ese primer combate, les mereció el elogio de Brown.
El 7 de febrero de 1841 desertó desde Colonia del Sacramento el bergantín goleta General Aguiar en momentos en que su comandante se hallaba en tierra. El 11 de febrero Rivera dispuso por su parte el cierre de los ríos y autorizó el corso contra los buques de pabellón argentino.
Ya iniciada la escalada del conflicto, Rosas dio órdenes de desplegar una escuadrilla al mando de Gerónimo Caliza para actuar entre Salto y Belén, la que comenzó a operar el 13 de marzo de 1841 causando un importante perjuicio al comercio uruguayo.
En marzo, la escuadra riverista había sumado a las naves ya citadas las goletas Luisa y Rivera. Pese a estar listo a iniciar operaciones, durante dos meses Coe mantuvo sus buques al amparo de las baterías de Montevideo. El 16 de mayo de 1841 fue izado el pabellón oriental en la Sarandí, mientras Brown estaba preparado para zarpar con su escuadra rumbo a Montevideo.
Coe fondeó al sudeste de Punta Brava mientras que Brown no rehusó el combate y con sólo el Belgrano y el Echagüe se colocó a barlovento. A las 10 se incorporó a la acción el Vigilante que ubicándose para cortar la retirada de la escuadra riverista al puerto inició un fuerte cañoneo hasta las 11:45. A las 12:15 se generalizó el combate al suroeste de Punta Carretas, sosteniéndose hasta las 15 horas, en que amainó el viento y la escuadra de Coe se dejó llevar a sotavento.
A las 16:30 se reinició el combate, que se mantuvo hasta que a las 18:30, ya anocheciendo, Coe se retiró a Montevideo, dejando atrás y aislado al sur de la bahía al Montevideano. La escuadra argentina la siguió sin forzar un nuevo combate (Brown se había quedado sin pólvora) y fondeó a las 19:30 en la bahía cerrando nuevamente el bloqueo.
El 15 de agosto de 1842 el Almirante Brown, en aguas del río Paraná, en el Combate de Costa Brava, derrotó a una fuerza naval riverista, compuesta por lanchones que era comandada por el corsario italiano José Garibaldi, que estaba exiliado en Montevideo. "Déjenlo escapar, ese gringo es un valiente" fue la orden que Brown impartió a sus subordinados cuando pretendían perseguirlo para ultimarlo.
En la acción resultaron muertos el subteniente de la Confederación Pedro Renault, y entre los riveristas hubo 13 bajas, entre ellas el comandante de la Sarandí teniente coronel Malcolm Shannon, partido por una bala de cañón, y el teniente Andrés Lemoine, ayudante de Coe, muerto al lado de su comandante.
Bernardo Dupuy, comandante del Montevideano, diría en sus memorias:"Nuestra escuadra era mandada por don Enrique Coe, compadre de Brown. Nos batimos hasta después de entrada la noche en que Coe con los demás buques se metió en el puerto, para reparar, según se dijo, sus averías y me dejó a mí abandonado con mi buque en medio de mi enemigo; y siendo de noche, tuve que anclar fuera del puerto, sin ningún auxilio".
El Montevideano, al mando de Dupuy, apenas amaneció intentó regresar a puerto bordeando la costa y respondiendo con fuego de fusilería al bergantín General San Martín que lo perseguía. Alcanzado por tres balas de a 24, finalmente varó al este de la ciudad. Pronto la costa se llenó de curiosos y de una compañía de infantería al mando de Nicanor Costa en previsión de un abordaje.
Brown llegó a las 8:30 con otros tres buques, y aproximándose lo más posible abrió fuego contra el navío oriental, pero al observar "que las balas llegaban a tierra donde una multitud de gente se había agolpado inconsideradamente por mera curiosidad, temiendo hacer daño al inocente pueblo oriental, mandé suspender el fuego a nuestros buques que de otro modo hubieran destruido completamente al enemigo".
Aunque Brown había cesado el fuego, el Montevideano continuó disparando a la flota enemiga que mantuvo la posición hasta que ya anochecido y habiéndose retirado Brown dos millas dentro por el tiempo amenzazante, logró salvarse y regresar al puerto. Allí, muy dañado, fue desarmado por el gobierno oriental, al igual que el Yucutujá y el Constitución.
Brown afirmó en carta del 14 de agosto de 1841 al director del periódico British Packet que el único buque suyo que combatió fue el Belgrano, que recibió 25 impactos hasta que se le acabó la pólvora, lo que coincide con el parte de Coe.
Poco después, mientras la escuadra riverista se recuperaba del combate, la goleta Palmar acompañada de un patacho, abandonó el puerto de Montevideo y se pasó a la escuadra argentina.
El 4 de junio arribó a Montevideo el bergantín portugués Prontidao, adquirido por agentes de Rivera en Río de Janeiro, que con el nombre Cagancha fue alistado e incorporado a la escuadra. A este se sumaron la barca francesa Consolation, que se incorporó con el nombre de Constitución, y la barca griega Ulises que lo hizo con el de 25 de Mayo.
El 3 de agosto a las 8 de la mañana la escuadra argentina se presentó en línea de batalla frente al puerto, a barlovento de la escuadra oriental.
Con viento en contra, recién a las 9 dio vela la oriental con el fin de ganar la posición a barlovento, lo que advertido por Brown intentó sin éxito hasta las 13:00 horas, cuando finalmente se inició el combate, en la boca del río Santa Lucía, a 5 millas de Montevideo.
Brown no fue sostenido por sus oficiales e hizo frente a la lucha con la Belgrano, combatiendo borda a borda con la Sarandí hasta que la General Rivera, que acudió en ayuda de la capitana oriental le asestó una palanqueta por la popa a flor de agua abriéndole varios rumbos.
Al anochecer, y habiéndose levantado una densa niebla, cesó el intenso cañoneo. Brown se retiró rumbo a Punta Indio mientras Coe regresaba a puerto. En esa maniobra Coe perdió la goleta Rivera, que habiendo recibido importantes daños, se fue a pique al chocar con otro buque al entrar a puerto.
El 24 de noviembre la escuadra argentina compuesta ahora del bergantín General Belgrano (24 piezas, Joaquín Hidalgo), nave insignia, la corbeta 25 de Mayo (Juan King), el San Martín (Álvaro José de Alzogaray), el bergantín General Echagüe (11 piezas, José Nicolás Jorge), el bergantín goleta Vigilante (5 piezas, José María Pinedo), el Republicano (Guillermo Bathurst) y la goleta 9 de Julio reiniciaba el bloqueo.
Coe, contaba con la corbeta Sarandí (10 cañones, insignia), la barca 25 de Mayo (Francisco Fourmantin), Cagancha (14 cañones, Bernardo Dupuy) y el lugre Constitución (Roberto Guillermo Beazley).
El 9 de diciembre Coe marchó contra la flota argentina y al mediodía se inició un enfrentamiento que debió suspenderse 4 horas después por una fuerte tormenta. La escuadra riverista regresó a puerto dejando atrás al Cagancha (14 cañones) que desmintiendo su primitivo nombre portugués (Promptidao, ligero), se replegó lentamente.
Pese a la tormenta, los buques argentinos iniciaron la persecución y alcanzado por metralla y cohetes incendiarios el Cagancha se retiró combatiendo hacia el banco Ortiz, a la vera del cual se refugió al llegar la noche. A las 10 de esa noche se descargó otra violenta tormenta que desarboló al San Martín obligándolo a anclar. A la luz de los relámpagos, su comandante Alzogaray advirtió que cerca suyo habían anclado otros dos navíos. Reconoció en uno a la 9 de Julio y en otro al Cagancha, que permanecía al ancla también completamente desarbolado.
Al amanecer y a pesar de la fuerte marejada se desprendieron los trozos de abordaje y el buque oriental fue capturado y conducido a la ciudad de Buenos Aires. Los prisioneros, 14 oficiales y un centenar de tripulantes, fueron conducidos a la prisión del cabildo y el buque incorporado a la escuadra con el nombre Restaurador.
Así quedó dueña del estuario del Plata y con ello quedó equilibrado el efecto de la victoria de Paz en Caaguazú; Corrientes quedó en una situación incómoda, sin salida, pues el do¬minio de los ríos volvió a manos de Rosas.
Causó disgustos y contratiempos la enemistad y la desconfianza de los jefes de la escuadra, que eran todo menos cordiales; se dijo que el segundo jefe, Alvaro Alsogaray, había sido designado para vigilar la conducta de Brown, que había sido amigo de los unitarios; Brown por su parte sospechó que los enfermos de la tripulación lo estaban a causa de que había sido administrado veneno con las medicinas. Rosas tuvo que intervenir para disipar esos personalismos y resquemores mutuos.
El 21 de diciembre se produjo una última refriega. En la bahía se encontraban fondeados el Belgrano y la argentina 25 de Mayo sin oposición alguna ante la ausencia de la flota oriental. Ese día al amanecer la escuadra de Coe ancló a 13 millas al SO del Cerro y a las 7 se pusieron a la vela, mientras que Brown, con fuerte viento en contra, sólo pudo zarpar pasadas las 8.
A las 11:30 según el parte de Brown, a las 13 según Coe, el comandante argentino se lanzó con sus dos buques sobre la escuadra enemiga combatiendo hasta las 13:30, en que la lucha se suspendió a causa de la extraordinaria calma que sobrevino, reiniciándose a las 15 con menos intensidad hasta las 16.
Al anochecer ambas escuadras fondearon separadas por 10 millas. A las 5 de la mañana levaron anclas y a las 6 "el General Belgrano se puso en facha para continuar el combate, pero el enemigo viendo esta determinación orzó luego fugando aguas abajo huyendo de la pelea".2
Recién el 23 arribó a Montevideo el comodoro Coe quien adujo "haber perseguido al almirante hasta el canal del sur de Buenos Aires sin poder darle caza debido al superior andar de sus buques y a un fuerte temporal del SE que lo favoreció en la noche del 21". Sin embargo, la corbeta Sarandí había sufrido importantes daños y pese a los partes triunfantes de Coe los resultados eran, en el mejor de los casos, indecisos. La escuadra argentina continuaba actuando sin mayores inconvenientes, provocando la salida de la oriental y forzando repetidamente el combate. Las pérdidas de Coe, fuera a resultas de la lucha, maniobras poco felices o la traición, superaban a las argentinas y los resultados no justificaban los costos que representaba el mantenimiento de la escuadra para el gobierno uruguayo.
Finalmente, si la opinión pública creía el discurso victorioso de Coe no comprendía que no consiguiera batir en regla a su adversario, considerando que sólo podía deberse a la antigua camaradería que lo ligaba a Brown. Pronto aparecieron pasquines poniendo en duda su lealtad y la de los restantes oficiales de la Escuadra.
El 24 se avistaron desde el Cerro al O.S.O. de punta Yeguas el bergantín Vigilante escoltando un transporte de la escuadra argentina que conducían víveres a la escuadra de Brown desconociendo su partida. Coe destacó en su persecución a las barcas 25 de Mayo (Fourmantin) y Constitución (Dupuy), pero careciendo de vientos favorables zarparon recién a las 18 horas. El Vigilante y el transporte se retiraron al banco Ortíz, donde tras aligerar pudieron ponerse a salvo.
Mientras Coe pedía se le iniciase consejo de guerra para aclarar ante la opinión pública su conducta, a instancias del ministro Francisco Antonino Vidal, Rivera renunció a disputar el río y se deshizo de sus buques con excepción del Pereira y la Constitución, que preparó para una expedición a Corrientes.
El general José María Paz, crítico de la "ocurrencia" de levantar una escuadra diría en sus Memorias: "El Gobierno, o mejor diré, el país, gastó sumas crecidas, y aún puede decirse, inmensas comparativamente a la importancia de la Escuadrilla, para aprontar, armar y tripular cinco o seis buques, que se pusieron al mando del norteamericano Coe, antiguo oficial de la marina de Buenos Aires. (...) Sin embargo de que no era mayor la fuerza del general Brown, nada hizo aquélla de provecho, y después de unos cuantos encuentros incalificables, y por lo común.
Derrotado Coe por la escuadra de la Confederación, los orientales pusieron al frente dc sus barcos de guerra a Giuseppe Garibaldi; era preciso ayudar a Corrientes, donde se mantenía la resistencia a Rosas.
Garibaldi, que había nacido en Niza en 1807, había pertenecido en su juventud a la marina sarda e ingresó en la "Joven Italia" de Mazzini en 1832 y fue capitán de un buque mercante francés; se enroló en la marina de guerra del rey de Túnez y en 1837 embarcó para América del Sur. En Río dc Janeiro se hizo de una embarcación para el cabotaje entre Río de Janeiro y Cabo Frío; fue corsario al servicio de la insurrección de Rio Grande do Sul, declarado pirata por el Imperio del Brasil y perseguido; comandó una escuadrilla de los rebeldes, destruida por la escuadra imperial. En Montevideo ofreció sus servicios al presidente Rivera y en junio de 1842 partió con intención de llegar a Corrientes.
Pasó por Martín García enarbolando bandera argentina para burlar la vigilancia y el 19 de julio se encontró frente a la ciudad de Paraná, donde se hallaba la goleta La Argentina con dos lanchones, al mando del mayor Juan F. Seguí. Combatieron ambas partes y Garibaldi siguió aguas arriba, logrando algunas presas.
Brown salió de la rada de Buenos Aires en busca suya con el Belgrano, el 9 de Julio, el Chacabuco y el Echagüe, pero varó a la altura de Arenal Grande.
Allí lo encontró Juan B. Thorne, que llegaba con el Republicano, con órdenes de tomar el mando de los buques si Brown no se libraba de la varadura. Brown se puso a flote y envió a Thorne con el Belgrano, el 25 de Mayo y el San Martín al puerto de Buenos Aires para vigilar las aguas del Plata, y él, con los tres buques restantes, remontó cl río para batir a Garibaldi.
Al llegar a Costa Brava, en el límite de Entre Ríos y Corrientes, Garibaldi tuvo que presentar batalla; acoderó los buques, bajó a tierra infantería y esperó la llegada del adversario. Se inició el combate el 15 de agosto y en los primeros momentos la artillería de la escuadra oriental tuvo ventajas sobre la de Brown. Éste hizo desembarcar también infantería al mando de Mariano Cordero, entonces guardiamarina, que combatió y acalló los fuegos de la infantería de Garibaldi. El fuego se mantuvo hasta la noche y se reanudó al día siguiente; fracasó Garibaldi en el intento de abordaje al Echagüe y sus buques fueron acribillados por la artillería de Brown.
Finalmente Garibaldi optó por abandonarlos prendiéndoles fuego y huyó por tierra con parte de sus hombres, mientras otros lo hacían en botes por la costa; la escuadra de Rivera quedó destruida en una sola batalla.
Corrientes no podía ser socorrida por el Paraná; únicamente quedaba la vía del río Uruguay; pero esa posibilidad también se malograría pronto por la llegada de Oribe y la batalla decisiva de Arroyo Grande.