Batalla de Olivera

Eduardo Racedo avanzaba en marchas nocturnas desde Azcuénaga hasta  Olivera mientras las tropas provinciales prosiguieron su retirada hacia Luján. El resultado militar fue adverso a los rebeldes, pero la batalla permitió ingresar un gran número de soldados del interior de la provincia a la capital, a ayudar en la revolución.


La Batalla

El núcleo más importante de milicias del interior de la provincia había sido reunido en Mercedes, de donde marchó hacia la capital al mando del coronel José Inocencio Arias , en su camino se cruzó el coronel Eduardo Racedo, que intentó cortarle el paso con las tropas que había traído del interior del país, y que acababa de desembarcar en Campana.

Los 10.000 hombres de Arias se dirigieron a Luján y continuaron avanzando. Racedo los atacó en las proximidades de la estación Olivera el 17 de junio de 1880, al frente de 4.000 soldados mucho mejor armados. El ejército nacional logró desbandar varios grupos de rebeldes, quitarles muchos de sus caballos y obligarlos a retroceder sobre la estación.

Arias había enviado contra los hombres de Racedo a casi toda su caballería, muy numerosa pero menor en número que su infantería, para proteger la operación de embarque de sus tropas en el ferrocarril. Cuando el jefe nacional logró llegar a la estación, casi todas las fuerzas porteñas habían partido en varios trenes. De modo que Racedo logró quedar dueño del campo de batalla, pero no pudo impedir a Arias llevar sus hombres al interior de la ciudad.

Después de la batalla

Arias llevó su fuerza a la estación Ramos Mejía, donde los desembarcó. Los nacionales habían ocupado el pueblo de Flores, por lo que los esquivó a pie y llegó al frente de unos 7.000 hombres a Buenos Aires.

Las fuerzas que llevó Arias a la ciudad fueron claves para evitar que las siguientes batallas, las de Barracas, Puente Alsina y Corrales Viejos, quedaran como amplias victorias del ejército nacional. Pero los tres fueron, en la práctica, empates entre ambos bandos.

Debido a la imposibilidad de continuar una guerra a la defensiva contra un enemigo que dominaba todo el resto del país, el gobernador Tejedor inició tratativas de paz, comenzándolas con su renuncia. La actitud de Avellaneda en esta situación fue de generosidad ante el enemigo, pero forzó la solución de los problemas planteados en el sentido de una victoria absoluta de sus posiciones: la federalización de Buenos Aires (a la que luego se le sumarían Flores y Belgrano como barrios), la disolución de las milicias de esa provincia, el traslado de su capital hasta La Plata y la confirmación de la victoria electoral del siguiente presidente, Julio Argentino Roca.

Las fuerzas de Tejedor se estaban concentrando en Mercedes y fueron interceptadas el 17 de junio de 1880 en la zona de Olivera por las unidades del coronel Racedo que habían desembarcado en Campana. El resultado final de la batalla en sí es incierto, ya que las fuerzas nacionales se adueñaron del campo de batalla e hicieron retroceder al coronel Arias, pero este lograría hacer escapar a su tropa abordando un tren que los dejaría en Ramos Mejía.