El coronel Joaquín Viejobueno fue nombrado por Avellaneda comandante en jefe de las fuerzas nacionales concentradas. Como primera providencia, se dispuso que el ejército nacional ocupase la estación ferroviaria de San José de Flores, y el bloqueo del puerto por la escuadra, compuesta por once barcos
La escuadra comandada por Mariano Cordero permaneció fiel al gobierno y el vapor El Plata al mando de su hermano Bartolomé Cordero encabezó las operaciones de bloqueo. Los transportes de la escuadra, reforzados con pequeños vapores fluviales requisados en el área, resultaron también de gran utilidad para conducir con rapidez tropas y pertrechos de puntos tan distantes como la división Río Negro.
La bombardera Constitución a cargo de Luis Cabassa fue uno de los buques de guerra que permaneció estacionado en la entrada del puerto para evitar el contrabando de armas para los revolucionarios.
En esa tarea detuvo a cañonazos a los vapores paquetes Plata y Bessel de la línea de Amberes-Liverpool-Buenos Aires Lamport & Holt Line, que se negaron a la revisión de su carga.
El suceso más grave se produjo cuando el vapor Vigilante, pese a la protesta del buque y tras un disparo de advertencia, capturó a la balandra de Montevideo Pensiero en aguas orientales y la llevó a Buenos Aires. El suceso generó rápidamente graves repercusiones. Uruguay exigió amplias satisfacciones y el gobierno nacional tras enviar a Irigoyen a Montevideo, acordó devolver en Montevideo a la Pensiero, indemnizar a su capitán y procesar al comandante del Vigilante. No obstante se produjeron nuevos sucesos con la captura del Flor de la Colonia y del Ida.
Los marinos y hermanos Mariano y Bartolomé Cordero al producirse la revolución de 1880, encabezada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires Carlos Tejedor contra el presidente Nicolás Avellaneda, ambos permanecieron leal a la presidencia, y colaboraron con el bloqueo, luego serían ascendidos a comodoros en el gobierno de Roca.
También permaneció estacionario el vapor de transporte armado Coronel Paz a cargo del teniente de navío Ángel Castello).
Buenos Aires intentó responder al bloqueo pero sin éxito. El vapor remolcador fluvial Feliz Esperanza, propiedad de Nicolás Mihanovich requisado por la provincia fue puesto al mando del capitán Felipe Salas y se utilizó en el alije en la rada exterior de un buque de ultramar que trajo armas para los revolucionarios. Embarcadas en un paquebote debió ser remolcado por el mismo Feliz Esperanza hasta Zárate, donde fue detenido por fuerzas nacionales y utilizado a su vez para el transporte de tropas y pertrechos hasta el fin del conflicto.
El pailebote Rayo, mercante embargado en el Riachuelo, tras recibir en la rada exterior una partida de fusiles Remington se tiroteó con la lancha nacional Victoria, resultando algunos heridos, pero pudo seguir aguas arriba y entregar las armas en Puente Alsina.
El vapor fluvial Riachuelo consiguió también en una oportunidad burlar el bloqueo del monitor El Plata y las bombarderas y si bien mientras transportaba una partida de armas fue sorprendido por la lancha Talita produciéndose un tiroteo de armas portátiles, logró trasladar su carga a puerto.
El vapor fluvial Tejedor, también propiedad de Mianovich, fue confiscado y utilizado para el patrullado de la Boca del Riachuelo y llevar tropas desde Barracas (Buenos Aires) al Puente Alsina.
También se dispusieron partidas de francotiradores, como las que se enfrentaron con el vapor Flores y con el vapor Kate, requisados por la armada y utilizados para el patrullaje del Riachuelo, y baterías como la ubicada en la ribera del Retiro al mando del capitán Ramón Lorenzo Falcón que con dos cañones Krupp de 75 mm tiroteó al Villarino (Daniel de Solier), surto en los Pozos, durante casi dos horas.
No obstante esas medidas, el bloqueo naval fue eficaz y una de las razones que daría finalmente Tejedor para renunciar sería que "Bloquea nuestro puerto una escuadra formada con nuestros propios tesoros para una guerra extranjera".
El ARA Constitución entre mayo y junio bloquea el puerto de Buenos Aires, para evitar la entrada de armas para los revolucionarios. Toma entonces nuevamente el comando D. Juan Cabassa. En esta comisión, la "Constitución'' detiene a cañonazos al paquete de la línea Amberes-Buenos Aires "Plata", por desobedecer sus órdenes, y luego al "Bessel" por el mismo motivo, en su búsqueda de contrabando de armas.
En octubre toma nuevamente el comando D. Antonio E. Pérez, es destinado como estacionario a Asunción del Paraguay. Escolta al "Villarino" desde Montevideo, en su viaje al país, oportunidad en que se repatrian los restos del General D. José de San Martín.
Este año, con embarcaciones menores de este buque, Rivadavia y el Subteniente Leroux realizan exploraciones en el Río Colorado. En marzo se encuentra en Montevideo y de agosto a diciembre en Buenos Aires.
El gobierno nacional movilizó todas las milicias de la provincia rebelde y los cadetes militares y navales recibieron orden de trasladarse a Belgrano, aunque una parte de ellos se plegó a la revolución.
La división sur de fuerzas nacionales, a las órdenes de Nicolás Levalle, 1.000 hombres, se fue acercando a Buenos Aires desde Carhué; Avellaneda reunió en los alrededores de la ciudad antes del 20 de junio 6.000 hombres, casi todos veteranos.
El coronel Racedo desembarco con sus tropas en Campana y Arias resolvió eludir el encuentro, aunque sus contingentes eran muchas veces superiores, y se dirigió a Buenos Aires, donde las tropas novicias serían armadas. Racedo avanzo en persecución de los provinciales; hubo un breve combate en la orilla del río Areco, en Punta de la Sierra, pero eso no impidió que Arias continuase su retirada. En marchas nocturnas, avanzaba Racedo desde Azcuénaga sobre Olivera; los provinciales prosiguieron su retirada hacia Luján. La lentitud de la marcha de los reclutas permitió a la vanguardia de Racedo alcanzarlos a dos kilómetros de Olivera. Arias procuró contener al enemigo con dos regimientos de caballería, mientras el grueso de sus fuerzas continuaba la retirada. La infantería de línea no pudo contener a los jinetes provinciales y fue obligada a replegarse; en la persecución, uno de los regimientos de Arias sufrió el fuego de la artillería y la fusilería del grueso dc la fuerza nacional, que le causó bajas y decidió la dispersión de los jinetes.
Nicolás Levalle a las órdenes del ministro Julio Argentino Roca participó de la Conquista del Desierto en 1879, siendo el jefe de una de las columnas principales de avance contra los indígenas. En 1880 peleó contra la revolución porteñista de Carlos Tejedor y luego Roca lo ascende a general por su acción en la batalla de los Corrales Viejos, que fue resultado muy valioso para las tropas nacionales.
Las fuerzas provinciales levantaron barricadas, aunque se trataba de obras de poca resistencia contra el fuego de la artillería. El coronel Julio Campos fue designado comandante en jefe de las tropas en la ciudad y el coronel Arias fue puesto al frente de la resistencia de las unidades de campaña.
Los sublevados quedaron encerrados en la ciudad, sin apoyo del interior del país porque el gobierno Nacional habia cortado el 10 de junio el servicio del correo y el servicio de telégrafo de esta manera Tejedor estaba solo.
Tejedor designó jefe de la caballería al coronel Hilario Lagos, de la artillería a Edelmiro Mayer y al coronel Julio Campos como jefe del perímetro defensivo, en el que se levantaron trincheras y barricadas. El coronel José Inocencio Arias con base en Mercedes (Buenos Aires) pasó por su parte a reclutar las milicias de la campaña.
Mientras se reagrupaban las fuerzas el Colegio Electoral designó el 13 de junio a Roca como presidente por 156 votos y a Francisco Madero como vicepresidente. Al día siguiente comenzaría la batalla por Buenos Aires.
El coronel Lagos, jefe de la vanguardia provincial de caballería, que cubría las avanzadas de la ciudad por la parte sur, con una reserva en plaza Once de Septiembre, se movió el 14 de junio hacia Flores en una operación de reconocimiento; tropezó allí con fuerzas nacionales, sufrió algunas bajas y se retiró llevando algunos prisioneros.
Arias eligió Mercedes como punto de concentración de los efectivos de la campaña de la provincia, a 100 km al oeste de Buenos Aires. No contó con ninguna unidad regular y apenas dispuso de media docena de oficiales, de 1.200 máuseres y 2.000 lanzas; organizó los policías de la campaña en regimientos, pero carecían de toda instrucción militar y sus 10.000 hombres no eran un instrumento operativo capaz de oponerse a las unidades regulares, bien armadas y con sus mandos experimentados.
Arias llegó a Luján y se le incorporo allí la infantería que había despachado por tren. Chocaron los beligerantes y Arias obligó a Racedo a detenerse para reorganizar sus tropas cansadas de las marchas, lo cual permitió a los provinciales llegar a Merlo, donde tomaron un descanso, dirigiéndose luego hacia San Justo para evitar San José de Flores, donde contaba el enemigo con posiciones firmes. La columna provincial llegó a puente Alsina el 18 de junio con 7.000 hombres y pasó a descanso en la margen norte del Riachuelo, con la caballería a la derecha y la infantería a la izquierda. Habían recorrido más de 80 km en 24 horas, combatiendo en esa retirada las tropas improvisadas y maniobrando hábilmente para sacar de sus recursos limitados el máximo de eficiencia en la tarea de entorpecer la marcha de Racedo y salvar así la mayor parte de los contingentes de la campaña.
Eduardo Racedo participó en la represión de la revolución del gobernador porteño Carlos Tejedor; estando al frente de una división trasladada por vía fluvial hasta Campana, fracasó en impedir la concentración enemiga en la batalla de Olivera. Dos semanas más tarde derrotó a las fuerzas porteñas de José Inocencio Arias en la batalla de Puente Alsina. El 9 de julio de 1880 ese año fue ascendido al grado de coronel mayor, equivalente a general de brigada.
El 12 de junio se produjeron los primeros choques menores entre la Guardia Nacional bonaerense y las tropas nacionales acuarteladas en Chacarita.
El 14 de junio el jefe de la vanguardia porteña coronel Hilario Nicandro Lagos, hijo del general Hilario Lagos, al frente de cien jinetes con el apoyo de infantería escalonada en retaguardia dejó sus posiciones en la plaza Once de Septiembre, cerca de Flores, para realizar un reconocimiento ofensivo.
En la operación sostuvo varios choques menores contra la fuerza del teniente coronel Salvador Maldonado, quien defendió con éxito la posición nacional.