La cuestión capital no estaba resuelta con la llamada ley de residencia, transitoria y de emergencia o de compromiso; un día u otro debía tener una solución. Desde 1866 a 1877 hubo un total de 7 iniciativas en el parlamento; 10 proyectos personales o sea presentados individualmente por legisladores; 3 proposiciones; 3 proyectos de ley; 4 leyes sancionadas que fueron vetadas, la primera por Mitre, las otras por Sarmiento.
Se propusieron para capital la villa de Fraile Muerto, Rosario, San Fernando, Córdoba, Villa María o Villa Nueva, San Nicolás de los Arroyos y Villa Constitución (Las Piedras). Sarmiento propuso en Argirópolis a Martín García como asiento del gobierno federal.
Había pasado medio siglo desde la revolución de mayo y todavía no disponía el Estado independiente de una capital definitiva. Aunque se reconocía que las autoridades nacionales podían residir en cualquier parte del territorio, eso no entrañaba jurisdicción directa sobre el mismo.
Se propició también la fundación de una ciudad nueva, como Washington, que llevaría el nombre de Rivadavia.
Después de frustrada la federalización de Buenos Aires por Rivadavia y de la división de la provincia en 1826, los constituyentes de 1853 acordaron en el art. 3º de la Constitución que la capital definitiva de la República sería Buenos Aires; en 1863 esta provincia propuso reformas, y entre ellas la siguiente: "Las autoridades que ejercen el gobierno federal residen en la ciudad que se declare capital de la república con una ley especial del Congreso, previa cesión hecha por una o más legislaturas provinciales del territorio que haya de federalizarse". La provincia de Santa Fe ofreció reiteradamente durante años y años a Rosario como capital federal; también hicieron ofrecimientos las provincias de Córdoba y Entre Ríos.
La constitución unitario de 1826 estaba entre sus puntos la capitalización de Buenos Aires coo capital de la nación
En 1862 Mitre pidió a la legislatura de la provincia de Buenos Aires que se declarase a la ciudad de Buenos Aires capital de la República, federalizando al efecto su municipio. El pedido lo firma Mitre con Eduardo Costa y Norberto de la Riestra, sus ministros. La legislatura rechazó la federalización de la capital y se llegó a lo que se llamó compromiso de la Nación y de la provincia hasta 1867. Ese año el poder ejecutivo de la Nación declaró caduca la jurisdicción que ejercía sobre el municipio porteño, pero continuó residiendo en él hasta que se dictase la ley de la capital definitiva.
Por aquel entonces, en una reunión de jefes militares y civiles dirigentes se propuso dedicar un espacio para el ejercicio del tiro de fusil, con lo que se facilitaría la preparación del pueblo para cualquier emergencia. De ahí surgió el establecimiento del Tiro Federal en Palermo, al que concurrieron numerosos ciudadanos entusiastas, con su fusil y municiones. Comenzaron por reunirse los amigos, luego se vio a pelotones crecientes y no tardó en verse desfilar por Buenos Aires, militarmente organizados, con sus jefes, en dirección al Tiro Federal, doce batallones de voluntarios.
La campaña electoral para la renovación de la presidencia, el anuncio de la cuestión de la capital de la República, los ejercicios de tiro, todo hizo presentir que estaba en marcha una revolución. La exaltación del localismo, la euforia de los recién armados y militarizados, la fantasía sobre su capacidad y su poder, galvanizaron a grandes núcleos de la población. "Somos una provincia de ochocientos mil habitantes en una república de menos de dos millones" —decía orgulloso Tejedor, hiriendo así el amor propio de las provincias.
Durante los gobiernos de Mitre y Sarmiento se intento legislar para la capitalización pero las propuestas fallaron