En la mañana del 21 de junio las fuerzas provinciales ocupaban la posición del día anterior en Barracas. El batallón General Paz se había situado en el puente; el grueso se hallaba frente al Riachuelo, con avanzadas de infantería y la reserva más atrás.
En esa situación recibieron la orden de replegarse íntegramente para ocupar las trincheras de la ciudad, realizando la operación bajo la protección de cuatro cañones.
Al llegar a la barranca de Santa Lucía, se hizo fuego sobre los vagones que conducían parte de la división de Levalle. Luego algunos núcleos se distribuyeron en las azoteas de los edificios próximos a la estación del ferrocarril, la actual estación de Constitución. Por la calle Caseros se adelantaron entonces tropas del ejército nacional y avanzaron hasta la de Santiago del Estero. Y continuó la retirada hacia las trincheras previstas, perseguidas por Levalle, que tomó 500 prisioneros.
Carlos Tejedor conservaba sólo 4000 hombres en la última línea de defensa. Las fuerzas nacionales eran superiores en número y artillería y aún si decidían no bombardear el centro de la ciudad, la lucha por las trincheras amenazaba dejar en ruinas buena parte de la ciudad. Las bajas totales superaban ya los 2000 muertos y miles de heridos, y era un hecho que la sublevación ya no podía alcanzar sus objetivos.
En puente Alsina y Corrales, los provinciales combatieron con éxito, pero Levalle pasó el puente de Barracas sin hallar oposición y avanzó en la ciudad hasta la Convalescencia, sin que las pocas fuerzas de la plaza a las órdenes de Garmendia pudiesen contenerlo.
Gainza había aconsejado que los provinciales se retirasen a la ciudad, con lo cual se cortaron las comunicaciones con el sur de la provincia, mientras las costas eran dominadas por los buques de guerra nacionales. En esas condiciones, encerradas y sin salida, las tropas provinciales, sin recursos, sin comunicaciones, tenían que entregarse más o menos en plazo breve.
En los días siguientes no hubo acción bélica y el 23 se convino, un armisticio con la mediación del cuerpo diplomático.
Martín de Gainza era diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en 1880 apoyó la revolución porteña de Carlos Tejedor y se negó a trasladarse con el resto del Congreso a Belgrano, donde Avellaneda había llevado el gobierno, por lo que fue expulsado de la Cámara. El gobernador Carlos Tejedor lo nombró ministro de guerra de la provincia, siendo este el último ministro de guerra de una provincia argentina.