Luego de la batalla de Olivera, sostenida por las fuerzas del coronel Eduardo Racedo con las del coronel José Inocencio Arias, la presencia de unidades sediciosas en inmediaciones de la ciudad preocupó a las autoridades nacionales que continuaron concentrando tropas para cercarla. Desde Rosario y Córdoba llegaron refuerzos que se sumaron a los efectivos del Gobierno. Y desde el Sur lo hizo un contingente de 800 hombres, en su mayoría de infantería, a las órdenes del coronel Nicolás Levalle.
El coronel Levalle avanzó con su división desde Adrogué para ocupar el puente de Barracas a fin de favorecer de ese modo una acción general de las tropas de la Chacarita por San José de Flores, y la de Racedo por puente Alsina para encerrar a Arias y destruirlo. Parte de las tropas de Levalle avanzó en tren; el coronel José M. Flores, con los batallones Mitre y Sosa, de 500 hombres y dos cañones, fue destacado en el puente de Barracas, donde se le unieron las fuerzas de Leyría y Arzábal. No tardó en iniciarse el combate. Los nacionales avanzaron contra el puente, a pesar de las bajas que sufrían, y cuando los defensores, agotadas las municiones, iban a emplear las bayonetas, recibieron el refuerzo de dos batallones, el San Martín y el de Vigilantes; el coronel Julio Campos tomó el mando del conjunto. La lucha fue sangrienta, los atacantes tuvieron que paralizarla y retirarse en el tren que los había acercado. No hubo persecución por parte de los provinciales y Levalle se detuvo en Lanús (Lomas). Las bajas sumaron unos 500 por bando.
Esta batalla fue estrategica porque terminó así en sus aspectos militares la Revolución de 1880, ya que encerradas en corta superficie las tropas rebeldes, sin posible salida al Río de la Plata (bloqueado por 11 naves nacionales), sin recursos, sin municiones y deficientemente fortificados (sin ninguna defensa eficaz contra la artillería), debían entregarse más o menos pronto, conforme apreciación de los legales
Las tropas porteñas interpretaron que habían vencido y persiguieron a los nacionales, pero éstos los rechazaron exitosamente. Regresaron a sus posiciones y, cuando supieron que Levalle recibía refuerzos, se retiraron al interior de la ciudad, cruzando el Riachuelo por el Puente Alsina.