La Tierra tiene una antigüedad aproximada de 4.600 millones de años. En el transcurso de los primeros mil millones de años los gases venenosos, producto de los volcanes en actividad continua y de la falta de una atmósfera y océanos, hacían imposible la existencia de condiciones adecuadas para el desarrollo de la vida sobre el planeta, en cualquiera de sus formas conocidas. Por aquel entonces, sólo existía una masa continental única conocida como Pangea.

Fueron necesarios cientos de millones de años para que finalmente la superficie fundida de la tierra se enfriase y solidificase. Cuando esto ocurrió, grandes cantidades de gases venenosos y vapor de agua fueron expelidos desde el corazón de la tierra creando la primer atmósfera. Ninguna forma de vida podía respirar en esta atmósfera, ya que no existía oxígeno y la mayoría de los gases eran mortales. A lo largo de todo el planeta, se sucedían las erupciones de volcanes y los lagos de lava. Con el paso del tiempo, la superficie de la tierra se enfrió, de forma que el vapor de agua de la atmósfera comenzó a condensar y cayó en forma de lluvia. Durante millones de años llovió de forma continuada sobre el planeta, rellenando las depresiones de su superficie y configurando lo que hoy en día son los mares y océanos.

Hace unos 3.500 millones de años, se originaron los primeros organismos unicelulares sin núcleo. Tuvieron que transcurrir millones de años más para que el proceso evolutivo de la creación originara organismos de mayor complejidad. Los vegetales y animales multicelulares, comenzaron a desarrollarse hace unos 700 millones de años. Entre esos organismos primitivos podemos citar a los braquiópodos, moluscos, artrópodos con esqueletos externos y, más adelante, los corales, erizos de mar y peces. En su proceso de continua adaptación y evolución, las especies existentes del mar desarrollaron características para su inserción exitosa en aguas dulces. Hace aproximadamente 370 millones de años, los anfibios se aventuraron a la vida terrestre.