por Bartolomé Mitre
Tan sólo se permitió una venganza humorística. Un fanático fraile agustino, haciendo un juego de palabras, había predicado contra él durante el período de Marcó.
-"¡San Martín! ¡Su nombre es una blasfemia!" - había exclamado desde el púlpito sagrado. - "No le llaméis San Martín, sino Martín, como a Martín Lutero, el peor y más detestable de los herejes." Llamado a su presencia y con ademán terrible, fulminándolo con su mirada, lo apostrofó:
- "¡Cómo Usted me ha comparado a Lutero, quitándome el San! ¿Cómo se llama usted?"
- "Zapata, señor general" - respondió el fraile humildemente.
- "Pues desde hoy le quito el Za en castigo, y lo fusilo si alguien le da su antiguo apellido.
" Al salir a la calle un correligionario le llamó por su nombre. El fraile aterrado le tapó la boca y prorrumpió en voz baja:
- "¡No! no soy el padre Zapata, sino el padre Pata! ¡Me va en ello la vida!."
¡Humoradas de vencedor!"
De "Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana", de Bartolomé Mitre