El fusilamiento del gobernador federal Manuel Dorrego a manos del unitario Juan Lavalle, el 13 de diciembre de 1828, despertó las reacciones de sus contemporáneos.
La campaña siguió agitándose contra los hombres del golpe de estado del 1º de diciembre; Rosas entró en acción. Los gobernadores de Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero y otros vieron un grave peligro en la revolución de Buenos Aires apoyada por el ejército. López envió el 9 de diciembre una circular a los gobernadores de provincias:
"Es necesario atajar en su origen los males que amenazan, no sólo a la benemérita provincia de Buenos Aires, hoy sujeta al capricho y las pasiones, sino a la República toda, que sería envuelta en desastres si prevaleciese algún tiempo el círculo de los unitarios, que por lo mismo es de absoluta necesidad empeñarnos en su disolución y exterminio, para salvar el país y asegurar su suerte futura".
El gobernador de Córdoba, Juan B. Bustos, se había dirigido a Estanislao López, antes de recibir la nota de éste, condenando la revolución que se había producido en Buenos Aires.
La deposición y el fusilamiento de Dorrego fueron un punto de inflexión en el desarrollo de las luchas políticas posrevolucionarias . Éste dramático suceso será sólo un prisma a través del cual considerar las razones que llevaron a tal exacerbación de la lucha política, los caudillos del interior se levantaron contra Lavalle y Paz. Esto traeria el ascenso de Rosas y inestabilidad política por mas de dos decadas
Los gobernadores respondieron a la circular de López coincidentes en la actitud de hostilidad contra Lavalle y el movimiento del 1º de diciembre. Así lo manifestaron Juan Corvalán, gobernador de Mendoza; Prudencio Vidal Guiñazú, gobernador de San Luis; Timoteo Maradona, gobernador de San Juan; José Patricio del Moral, gobernador de La Rioja; Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero.
El gobierno de La Rioja, informado entretanto del fusilamiento de Dorrego, hizo saber a Estanislao López que había ordenado al general de las armas de la provincia, Juan Facundo Quiroga, poner sus fuerzas en acción.
Quiroga, por iniciativa propia, envió una carta fechada el 29 de diciembre de 1828 al gobernador interino e intruso de la provincia de Buenos Aires, Juan Lavalle, en la que advertía acerca de sus sentimientos: "El que habla no puede tolerar el ultraje que V. E. ha hecho a los pueblos en general, sin hacerse indigno del honroso título de hijo de la patria, si esta vez mirase con frente serena la suerte de la República en manos tan destructoras, sin tomar por su parte la venganza que desde ahora le protesta".
El 29 de julio de 1828 se reunió en Santa Fe, bajo la presidencia de Vicente Anastasio Echevarría, una convención nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata en Sudamérica, a la que asistieron Juan Francisco Seguí, Baldomero García, Manuel Vicente Mena, José de Ugarteche, José Elías Galisteo, Manuel Corvalán, José Gregorio Giménez, Lucio Mansilla, Domingo Victorio Achega, José Benito García y José Franco Benítez.
Sesionó hasta el 14 de octubre de 1829 y entre sus resoluciones más importantes figuran las siguientes: aprobación de la paz con Brasil y retiro de los diputados de la Banda Oriental por haber pasado ésta a ser una nación libre e independiente; desconocimiento de Lavalle, contra el cual opuso una institución legal nacional, declarando a su gobierno "sin carácter nacional"; repudio del fusilamiento de Dorrego, calificado como "alta traición contra el Estado"; nombramiento de Estanislao López como general en jefe de las fuerzas que "deben someter a la benemérita pro-vincia de Buenos Aires, oprimida por los facciosos".
El 9 de enero de 1829, los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos, López y León Solá, se dirigieron al de Córdoba proponiéndole la aprobación de un plan de operaciones contra Lavalle, admitiendo que las provincias debían estar persuadidas de que el 1º de diciembre se les había declarado la guerra en la plaza de Mayo de Buenos Aires, confirmada cabalmente el 13 en Navarro, por obra de hombres que perseguían el plan de subyugarlas, único medio en su concepto de constituirlas. Reclaman de las provincias la movilización de fuerzas para contribuir a la derrota de los enemigos, un "cordón de hombres libres" contra los que provocaron los sucesos y los atropellos denunciados.
Aunque la mayoría de las provincias se contentó con la condenación platónica de la revolución de los unitarios, Buenos Aires y Santa Fe tomaron participación activa en la lucha contra las nuevas autoridades. Pero Buenos Aires ordenó el retiro de sus diputados de la Convención nacional que sesionaba en Santa Fe.