La Batalla de Puente de Márquez ocurrio el 26 de abril de 1829, fue un combate de la guerra civil entre unitarios y federales este combate resultó en una victoria de las fuerzas del gobernador de la provincia de Santa Fe, Estanislao López, y del jefe federal Juan Manuel de Rosas sobre el general Juan Lavalle, que había usurpado el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Irritado por el tono altanero de la comunicación de Lavalle o desconfiando de sus intenciones, Estanislao López delegó el mando político en Pedro de Larrechea y el militar en su hermano Juan Pablo López, y se puso al frente, de las tropas que se reunían en la frontera de Buenos Aires. Estableció el cuartel general sobre el arroyo Pavón. Frente a las tropas veteranas, López recurrió a la táctica de las montoneras, de las pequeñas partidas de hostigación que aparecían y desaparecían, obligando a una vigilancia permanente y agotadora, sin hallar enemigos a quienes combatir, pero viéndose el adversario privado de recursos en sus marchas y contra-marchas. En las andanzas a que forzaba a Lavalle, sin darle ocasión para un encuentro decisivo, lo llevó a un paraje donde abundaba la hierba venenosa mio-mio, que hizo estragos en la caballada del ejército, pues en una noche murieron envenenados unos 600 caballos.
En el encuentro del 3 de abril con Paz en Los Desmochados, tuvo Lavalle, según se ha dicho, noticias del desastre de Las Vizcacheras y de la muerte del coronel Rauch; además la columna que había salido hacia el sur de Buenos Aires con Estomba se había disuelto por haber sufrido su jefe un ataque de enajenación mental.
La batalla dejó muy disminuidas y sin movilidad las fuerzas de Lavalle, sin embargo, las guerrillas federales le hicieron más daño. Estanislao López se vio obligado a regresar a Santa Fe debido a que el general José María Paz había derrocado al gobernador de la provincia de Córdoba y podía intentar atacar su provincia en cualquier momento . Rosas realizo un sitió de Lavalle en la ciudad de Buenos Aires, cerrando cada vez más el cerco y dejándolo sin provisiones desde el campo. Meses después, Lavalle tuvo que firmar un tratado de paz con Rosas, que en definitiva sería elegido gobernador en diciembre de ese año
Fue entonces cuando Lavalle, desde Rosario, hizo sus proposiciones de paz a Estanislao López, suspendiendo las operaciones sobre Santa Fe y decidiendo el regreso a Buenos Aires, previendo que el gobernador santafesino no dejaría de tratar de invadir la provincia. Se retiró a San Nicolás, hacia donde comenzaron a convergir las fuerzas enemigas; el 7 de abril tomó la dirección de Areco, y López, bien informado, se puso en marcha también con el grueso de su ejército, reforzado por los contingentes de Entre Ríos y por los de Buenos Aires, conducidos por Rosas después de separarse de Dorrego. Al aproximarse las tropas de López, se levantó la campaña; las milicias de Pergamino engrosaron las fuerzas de Rosas; los pueblos de Salto, Rojas, Arrecifes, Baradero, desconocieron también la autoridad del gobierno de Buenos Aires.
Una vez reunidas las fuerzas del norte de la provincia con las de Estanislao López, Rosas corrió al sur de Buenos Aires, para levantar aquella parte de la campaña y logró reunir unos dos mil hombres, con los que se puso en marcha para reunirse con el gobernador de Santa Fe.
Lavalle se encontró en situación comprometida y pidió auxilio a la escasa guarnición de Buenos Aires, con lo cual pudo disponer de unos 400 infantes montados y de unos 1.500 jinetes, con 4 piezas de artillería. Al frente de esas fuerzas salió al encuentro del enemigo, cuya vanguardia había pasado ya el río de las Conchas.
El 26 de abril se produjo el encuentro en los campos de Álvarez, en las inmediaciones de Puente Márquez. El puente se hallaba ya en poder de una avanzada enemiga y Lavalle cruzó el río en la madrugada, introduciéndose en el campo ocupado por las tropas de López.
El ejército coaligado se dispuso al combate. En la derecha había formados 2.000 jinetes al mando de Rosas; en el costado opuesto se hallaban unidades al mando de Estanislao López y en la defensa del puente, a espaldas de la columna atacante, se encontraban 300 dragones santafesinos al mando de Pascual Echagüe.
Se entabló un combate en que las tropas veteranas de Lavalle no lograron ningún éxito decisivo sobre el enemigo, que rehuyó el choque frontal para correrse sobre
los flancos del atacante. Acudió la caballería de Rosas y Echagüe y todos los esfuerzos de Lavalle resultaron infructuosos contra un enemigo que se reorganizaba rápidamente y volvía a la carga cada vez que el ataque dispersaba sus fuerzas. Algunos grupos audaces se introdujeron entre los cuadros de la infantería y arrebataron la caballada de reserva e incluso la de la infantería. Sin haber conseguido un resultado efectivo, Lavalle decidió interrumpir la lucha y retirarse antes de verse en situación más crítica. Lo hizo por el Puente de Márquez, que después fue inutilizado para que no sirviese a los adversarios.
Regresó poco después a Buenos Aires, quedando el ejército coaligado en la línea del río de las Conchas.
El 4 de mayo, López, de acuerdo con Rosas, remitió a Lavalle una nota con proposiciones de paz: "Ya hemos combatido, y no puedo quejarme de mi fortuna; pero tengo el dolor más vivo por la sangre que se ha derramado y las vidas que se han perdido".
Después de Puente de Márquez, Estanislao López y los contingentes entrerrianos volvieron a la provincia de Santa Fe, dejando a cargo del mayor general Juan Manuel de Rosas, con 2.800 hombres, la tarea de continuar estrechando al enemigo. Probablemente en la decisión del go-bernador santafesino influyó también la presencia de Paz en Córdoba y la eventualidad de una invasión de Santa Fe desde la frontera cordobesa o de la llegada de las tropas de la segunda división en apoyo de Lavalle, con lo cual el ejército combinado se habría encontrado en situa-ción comprometida.
Decía López, en carta particular a Pedro de Larrechea, gobernador delegado:
"El general Lavalle, a quien después de vencido propuse la paz, está obstinado y ciego. Yo considero a Rosas más que suficiente para acabar por sí solo con él, sin necesidad de mí, y no obstante Lavalle cierra los oídos a toda proposición: parece que algo espera de Córdoba. Pronto yo aquí, no sólo cubriré a Santa Fe, sino que, si es preciso para tranquilizar a ésta atacar a Paz, estaré siempre en aptitud de hacerlo".
No es que estuviese en su deseo atacar a Paz; expresaba en la misma carta la esperanza de que Paz se recordase de que era provinciano, no porteño.