El panorama geográfico cordillerano no tiene parangón por sus altitudes y su configuración con ningún otro en el mundo y el cruce del mismo es una proeza mucho más importante que, por ejemplo, el paso de los Alpes por Aníbal.
Una sucesión de llanuras al oriente de la Precordillera, zonas desérticas de arena y jarilla, en las que falta el agua, y es intensa y agobiante la radiación solar. Al oeste de la Precordillera aparece la Cordillera propiamente dicha; San Martín había elegido la región de San Juan y Mendoza para atravesarla con su ejército. En ese lugar el macizo andino muestra dos cordones, el de la Precordillera y el de la Cordillera Real, que se aproximan en el sur hasta formar una sola masa en las proximidades del paralelo 35. Su altitud varía entre 4.000 y 5.000 m sobre el nivel del mar; sus formas abruptas la hacen infranqueable a no ser por algunas sendas peligrosas entre las nieves eternas.
La Cordillera Real tiene alturas de más de 5.000 m y en algunos casos de más de 6.000; el Aconcagua alcanza los 7.450 m; desde los 4.000 m sus formas son abruptas y por debajo de ese nivel se acumulan espesas capas de escombros volcánicos, alternadas con algunos glaciares.
Entre los cordones de la Precordillera y de la Cordillera Real hay una serie de valles orientados de norte a sur y en algunas partes diagonales, con amplias quebradas bordeadas por sierras y estribaciones de los cordones principales. Desde la terminación de la primavera hasta prome-diar el otoño, esos valles suelen ser fértiles, pero no lo suficiente como para ofrecer recursos al paso de tropas numerosas.
El clima es muy variado; la temperatura oscila entre una máxima de 30° a una mínima de 10° bajo cero en verano, y una máxima de 5° con una Mínima de 35° bajo cero en invierno. Las nevadas son frecuentes y copiosas, también en el verano; los vientos soplan con violencia, huracanadamente.
En la época de la epopeya sanmartiniana no cruzaba la cordillera ningún camino y se utilizaban senderos al borde de precipicios que ascendían luego por laderas empinadas en busca de un paso generalmente a más de .4.000 m, para volver a descender por campos de hielo cubiertos por penitentes, curiosas figuras formadas por los deshielos y los vientos, de unos dos metros de altura.
Al oeste de esa vasta masa montañosa se extiende el valle de Chile, entre la Cordillera Real y la de la Costa. La anchura de ese valle es de 50 a 100 km; comienza en el desierto de Atacama y se extiende a medida que avanza hacia el sur.
La Cordillera de la Costa, sobre el océano Pacífico, es más baja. No forma una sucesión de sierras, sino una sucesión de alturas, interrumpidas frecuentemente por los numerosos ríos de la vertiente oceánica; su altitud media es de 2.000 m y se orienta de norte a sur, pero en algunas partes esas sierras doblan al este y se unen con las derivaciones andinas.
En ese escenario iba a desarrollar San Martín su primer plan de operaciones, el primer paso de su campaña continental.