Listo para entrar en acción el ejército de los Andes, San Martín pidió instrucciones al director supremo para el caso de lograr la victoria, y esas instrucciones le fueron enviadas el 24 de diciembre de 1816. Nombró a Nuestra Señora del Carmen patrona del ejército e hizo jurar la bandera por las tropas y en los primeros días de enero de 1817 explicó a sus jefes el plan de campaña.
La masa principal cruzaría la cordillera por el camino más corto para caer sobre Santiago y librar la batalla decisiva en las puertas mismas de la capital antes de que los realistas tuviesen tiempo para reunir sus efectivos dispersos en el territorio. Para ocultar el objetivo se distraería la atención enemiga con destacamentos menores que entrarían simultáneamente en Chile por otras rutas. La columna principal avanzaría por la ruta de Los Patos, fraccionadamente: la primera sección a las órdenes de Soler, la segunda a las de O'Higgins y la tercera a cargo directo de San Martín, con una jornada de distancia entre ellas, para cruzar las altas cumbres por los pasos Llaretas, Ortiz y Ojo de Agua, y llegar al 'valle de Aconcagua, donde se reagruparían antes de ir al encuentro del enemigo.
La columna secundaria, a las órdenes de Juan Gregorio Las Heras, avanzaría por la ruta de Uspallata y ocuparía el valle homónimo para proteger el desplazamiento del grueso del ejército hacia el norte; las altas cumbres serían cruzadas por los pasos Iglesias y Bermejo y ocuparían las faldas occidentales de los Andes. Si la reacción del enemigo lo hiciese necesario, atraería su atención para facilitar la salida de la columna principal por sus desfiladeros; en caso contrario, proseguiría su marcha, después de alcanzar la Guardia de Achupallas, por Santa Rosa de los Andes, para reunirse con el grueso, es decir con la columna principal.
El destacamento de La Rioja, a las órdenes del teniente coronel Francisco Zelada, entraría en Chile por el paso de Come-Caballos y se posesionaría de Huasco y Copiapó.
El destacamento de San Juan, al mando del teniente coronel Juan Manuel Cabot, avanzaría por la ruta de Pismanta y penetraría en Chile por el paso de Guana; su objetivo era la provincia de Coquimbo, cooperando en caso necesario en la toma de Huasco y Copiapó.
El destacamento del Planchón, al mando del teniente coronel Ramón Freire, cruzaría la cordillera por el sur y maniobraría en aquellas provincias para hacer creer que se trataba de la vanguardia del ejército, fomentando la insurrección de la población nativa.
Campaña de la liberación de Chile, pasos de columnas del ejercito de los Andes a través de la cordillera
El destacamento del Portillo, a las órdenes del capitán José León Lemos, avanzaría desde San Carlos hasta el paso del Portillo para sorprender a la guardia española de San Gabriel y hacer correr el rumor de que el grueso del ejército invadiría Chile por ese lugar.
Todo había sido previamente reconocido y se había calculado el tiempo que llevaría a cada columna el paso de la cordillera, fijando los pasos de las altas cumbres limítrofes.
Las tropas fueron montadas en mulas, incluso los soldados de caballería, para que éstos dispusiesen de sus caballos descansados en el momento de entrar en el valle de Chile. No faltó ningún detalle para el abastecimiento de hombres y animales en la travesía; para combatir el probable apunamiento fueron cargados en buena cantidad ajos y cebollas; apartede los elementos que llevaba cada unidad en movimiento, se hicieron depósitos en Manantiales (ruta de Los Patos) y otros en la ruta de Uspallata. También fue organizada la evacuación de heridos y enfermos por medio del hospital volante y un servicio fijo en Mendoza.
La marcha se inició el 9 de enero; el 24 se movió del Plumerillo el último escalón, el parque y la maestranza de fray Luis Beltrán.
El destacamento al mando del teniente coronel Cabot partió de Mendoza el 9 de enero rumbo a San Juan; el gobernador José Ignacio de la Roza le llevó allí un refuerzo de 80 milicianos de caballería a las órdenes del capitán Agustín Cano.
Desde San Juan prosiguió la marcha el 12 de enero, llegó a Pismanta el 25, reanudó el avance el 27 y cruzó las altas cimas por el paso de Guana. El 6 de febrero sorprendió a una guardia enemiga en la Cariada de los Patos y la apresó íntegra, y muy pronto comenzaron a incorporarse voluntarios de la región; el 7 de febrero hizo adelantar al capitán Patricio Ceballos con 100 hombres y otros núcleos compuestos por los recientemente incorporados y tomaron posesión de Valdivia.
El 10 de febrero la expedición acampó en Monterrey y así quedaron interceptadas las comunicaciones hacia Coquimbo.
Cuando se tuvo noticia de la invasión de Cabot en el norte de Chile, las autoridades de La Serena emprendieron la fuga, quedando a cargo del gobierno el capitán chileno Manuel Antonio Iribarren, que se puso a las órdenes de los patriotas con todos los recursos de la población.
Fuerzas avanzadas de esta expedición sorprendieron a tropas realistas en Salala y las atacaron, causándoles fuertes pérdidas; en poder de los patriotas quedaron dos piezas de artillería y casi todos los fusiles.
El 15 de febrero, la expedición entró en Coquimbo y halló abundante material de guerra abandonado.
Cuando una escuadrilla realista intentó recuperar el puerto, fue obligada a alejarse por el fuego de tierra, dejando una nave averiada con su tripulación en poder de los patriotas. Se supo por los prisioneros que la flotilla transportaba al gobernador de Valparaíso con algunas fa-milias y 800 hombres de tropa.
El destacamento de Zelada se reunió el 20 de febrero con el de Cabot, después de haber ocupado Huasco y Copiapó. Todo el norte de Chile quedó bajo el dominio de Cabot y Zelada, según había previsto San Martín.
El teniente coronel Francisco Zelada fue enviado por Belgrano al ejército de los Andes; en Guandacol, La Rioja, le esperaba un refuerzo de milicianos de caballería a las órdenes del capitán Dávila, segundo jefe de esa pequeña columna, que prosiguió su marcha por la quebrada del Zapallar y Laguna Brava, y cruzó las altas cumbres el 1º de febrero por el paso de Come-Caballos.
Desde allí descendió por el cajón del río Cachitos y el 11 de febrero se hallaba en las juntas del río Turbio; días después ocupó por sorpresa Huasco y Copiapó. El 21 estuvieron a la vista de ese núcleo patriota las naves ahuyentadas de Coquimbo por Cabot, de las que desembarcaron 400 hombres para abastecerse de agua; pero los patriotas se valieron de estratagemas para obligarles a reembarcar.
El 14 de enero partió de Mendoza la expedición a las órdenes del teniente coronel Ramón Freire; pasando por Luján de Cuyo siguió la línea de los fuertes San Carlos y San Rafael, ascendió por el valle del Atuel y desembocó en el Salado; el 19 de febrero cruzó la cordillera por el paso del Planchón, a 3.250 m sobre el nivel del mar. En la Vega del Cumpeo atacó a una partida realista; llegada la noche, el enemigo abandonó el campo dejando muertos y prisioneros en poder de los patriotas. Informado Freire de los movimientos del enemigo desde Curicó hacia Talca, permaneció en la quebrada de la Veguilla hasta el 9 de febrero.
Los revolucionarios chilenos de la región aumentaron su columna a 600 hombres y tuvo encuentros con los realistas en Quechereguas. Cumpliendo las instrucciones recibidas, hizo difundir el rumor de que sólo constituía la vanguardia del ejército que llegaba por el Planchón a las órdenes de O'Higgins y, ante esas noticias, los realistas se retiraron hacia el norte. Las filas de Freire engrosaron con voluntarios hasta sumar 2.000 hombres. Marcó del Pont distrajo fuertes contingentes de sus tropas para contener la invasión por el sur y con ello disminuyó su fuerza posible en la batalla de Chacabuco.
Desde San Carlos, las fuerzas al mando del capitán Lemos avanzaron hacia los Chacayes y cruzaron la Precordillera por el paso del Portillo; luego siguieron por el valle del Tunuyán, bordearon el arroyo Palomares y cruzaron las altas cumbres por el paso de Piuquenes. En medio de fuertes vendavales llegaron el 7 de febrero a Laguna Negra. La guardia realista de San Gabriel abandonó el puesto al aproximarse los patriotas y éstos se situaron en los Piuquenes, reuniéndose luego con las fuerzas principales.
La división al mando de Juan Gregorio Las Heras salió del Plumerillo el 18 de enero, con el sargento mayor Enrique Martínez como segundo jefe.
La artillería, con el parque y la maestranza, a las órdenes de fray Luis Beltrán, tomó también la ruta de Uspallata. El 20 llegó Las Heras al valle de Uspallata, cruzando el cordón del Paramillo por la quebrada de Canota. Una fuerza enemiga en exploración, al mando del mayor Miguel Marquelí, pentró por el camino de Juncal a Uspallata y llegó el 23 por la noche al Paramillo de Las Vacas; esa misma noche se adelantó Marquelí hacia Picheuta, donde suponía hallar a una guardia patriota avanzada; el resto de sus tropas siguió hasta Los Tambillos, donde debía esperar órdenes; se acercó al fortín de Picheuta en la madrugada del 24 y no dio tiempo a la guardia que lo ocupaba de hacer uso de sus armas, imponiéndole la rendición. Marquelí no prosiguió la exploración y se replegó a los Potrerillos, al oeste del río de Las Vacas.
Después de la sorpresa de Picheuta, Las Heras adelantó a su segundo Enrique Martínez en persecución del enemigo, que fue hallado en la margen oeste del río Las Vacas; Martínez llegó el 23 de enero a la posición que había ocupado Marquelí en Potrerillos con la compañía de Chiloé al norte del camino y la de Talavera al sur, y fuertes guerrillas avanzadas. No obstante, las ventajas del enemigo, Martínez resolvió atacar. Entablado reñido combate, dos horas después, con la munición casi agotada, tuvo que ordenar el repliegue. Los patriotas volvieron al Paramillo de Las Vacas, donde se detuvieron.
La columna reanudó la marcha el 29 de enero; llegó a Las Cuevas el 1º de febrero. Las partidas de exploración no hallaron enemigos al otro lado de las altas cumbres y Las Heras cruzó la cadena del límite en la misma noche. Las altas cumbres, con ascensos de unos 3.800 m, quedaron atrás en cinco horas; al día siguiente llegaron al Juncalillo, punto clave del camino a Uspallata, desde donde se podía enlazar por el cajón del río Colorado con el grueso del ejército que avanzaba por el paso de Los Patos.
El 3 de febrero hizo adelantar partidas exploradoras, para conocer las posiciones enemigas; una avanzada llegó a las proximidades del caserío de Guardia Vieja y descubrió allí una guarnición de un centenar de hombres. Las Heras ordenó al mayor Martínez que atacase esa posición; el 4 de febrero se produjo el combate, que terminó con la derrota total de los realistas. Los sobrevivientes huyeron hacia Villa Nueva de Santa Rosa y los patriotas se reple-garon al Juncalillo.
El 6 de febrero llegó el grueso de la columna a Guardia Vieja y el 8 entró en Villa Nueva de Santa Rosa.
La artillería se retardó a causa de los fuertes vendavales que dificultaron su avance y por haber caído un cañón a un precipicio, cuya recuperación causó un nuevo retardo; tan sólo el 14 se encontró en Juncalillo y, por tanto, no pudo participar en la batalla de Chacabuco.