Por decreto del 27 de noviembre de 1943 se crea la secretaría de trabajo y previsión, con la que se inicia una nueva etapa en la consideración del problema laboral.
El antiguo Departamento nacional del trabajo dejó de existir y sus funciones fueron absorbidas por esta secretaría, que sería un eje de desarrollo de la dinámica política en los próximos años.
Cinco días después del decreto Ramirez nombró al frente del nuevo organismo al Coronel Juan Domingo Perón, quien desde el 27 de octubre estaba al frente del Departamento Nacional de Trabajo (creado en 1907, bajo la órbita del Ministerio del Interior).
He aquí los considerandos que justifican la medida:
"Que los problemas relacionados con el capital y el trabajo deben merecer una preferente atención de parte del gobierno, por su directa vinculación con el bienestar general y el desenvolvimiento económico de la Nación;
"Que para ser más eficaz la función de las reparticiones encargadas de velar por el cumplimiento de las leyes obreras, es necesario crear un organismo que centralice y controle esa actividad estadual, propiciando oportunamente las medidas adecuadas para una mejor armonía entre las fuerzas productoras;
"Que la experiencia recogida en los países que han centralizado los distintos aspectos de la actividad social del Estado, demuestra la conveniencia de adoptar dicho sistema;
"Que se conseguirá con ello fortalecer la unidad nacional, mediante el imperio de una mayor justicia social y distributiva, propósito éste fundamental e irrenunciable del actual gobierno, que traerá consigo el reconocimiento práctico, en todos los ámbitos del país, de la suprema dignidad del trabajo;
"Que mediante una dirección central y supervisora de toda la actividad que desarrolla el Estado en favor del mejoramiento material y moral de la clase trabajadora, será posible arbitrar, con un criterio de conjunto, el más adecuado a la complejidad del hecho social, las medidas que contribuyan a una pronta y efectiva elevación del nivel de vida de los que solamente cuentan para subvenir a ella con un exiguo salario;
"Que sólo será posible satisfacer el reclamo de la hora presente con un organismo que permita compulsar y remediar las múltiples necesidades que afligen a los hogares obreros, ejercer el más perfecto control sobre la aplicación de la legislación especial vigente y preparar el desarrollo de una política social;
"Que siendo causa principal de los males que perturban la marcha de las colectividades modernas, el olvido de los deberes sociales que incumben aunque en diverso grado, tanto a los poseedores de la riqueza como a la población trabajadora, corresponde que el Estado proceda a desarrollar una intensa obra de divulgación encaminada a infundir en la conciencia del pueblo argentino el convencimiento de que a nadie le es lícito eludir los expresados deberes;
"Que el cumplimiento de los mismos traerá consigo el mutuo acercamiento de las fuerzas productoras, condición previa para una pacífica convivencia dentro de los principios cristianos que forman nuestra tradición histórica;
"Que no debe postergarse una medida gubernativa que tendiendo a la consecución del bien común, pueda principalmente contribuir al fortalecimiento de la familia argentina, base de la grandeza de la Patria, el presidente de la Nación Argentina, en acuerdo general de ministros, decreta:
"Art. 1° Créase la Secretaría de Trabajo y Previsión, dependiente de la Presidencia de la Nación."
El antiguo Departamento nacional del trabajo dejó de existir y sus funciones fueron absorbidas por esta secretaría, que sería un eje de desarrollo de la dinámica política en los próximos años.
Yo necesito que ustedes me nombren presidente del Departamento Nacional del Trabajo, un organismo oscuro e intrascendente que estaba funcionando desde hacía mucho tiempo sin ninguna finalidad (1907-1943) —recordó el general en su exilio español—. Los oficiales se rieron, porque no entendían cómo el que nombraron ministro de Ejército, quería ser secretario de Trabajo y Previsión. Indudablemente yo necesitaba un punto de apoyo, para desarrollar la preparación humana de la revolución y no había nada mejor que ese Departamento al cual yo iba a convertir en Secretaría con rango de Ministerio.
En un discurso del 2 de diciembre anunció Perón el significado de la nueva secretaría: "Con la creación de la Secretaría de trabajo y previsión se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará la época de la inestabilidad y del desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patrones y trabajadores. De ahora en adelante, las empresas podrán trazar sus previsiones para el futuro desarrollo de sus actividades, tendrán las garantías de que si las retribuciones y el trato que otorgan a su personal concuerdan con las sanas reglas de convivencia humana, no habrán de encontrar por parte del Estado sino el reconocimiento de su esfuerzo en pro del mejoramiento y de la economía general y, por consiguiente, el engrandecimiento del país". Y por otra parte los obreros "tendrán las garantías de que las normas de trabajo que se establezcan, enumerando los derechos y deberes de cada cual, habrán de ser exigidas por las autoridades del trabajo con el mayor celo y sancionando con inflexibilidad su cumplimiento".
En la articulación y la exposición de esa nueva política, contó Perón con el apoyo del experto español José Figuerola, que había actuado en el ministerio de trabajo de la dictadura de Primo de Rivera a cargo de Eduardo Aunós.
Las primeras señales de la Secretaría fueron terminar con dos conflictos grandes, el primero era el paro de los trabajadores del gremio de la carne que finalizó cuando liberaron al dirigente comunista José Peter y aumentaron los salarios y se aprobaron mejoras en las condiciones laborales que fueron incorporadas al convenio. En ese momento algunos hombres clave del futuro peronismo, como el teniente coronel Domingo Mercante, interventor de la Unión Ferroviaria y Atilio Bramuglia, abogado del gremio, fueron los encargados de negociar con éxito los reclamos de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
El 17 de octubre de 1944, cobraron vida los 29 artículos del decreto 26.169 del Estatuto del Peón de Campo, en ese momento había algunas regiones donde los peones ganaban 12 pesos por mes y con ese sueldo no les alcanzaba ni para los cigarrillos. Andaban harapientos y miserables. El Estatuto del Peón, que fue una de nuestras primeras conquistas, obligó a pagar sueldos dignos , esto significo un desafió al poder que inauguró el duelo con la oligarquía—.
Perón comento que la primera carta que recibí fue de mi madre, que en la estancia tuvo que pagar a los peones, con los sueldos establecidos por nosotros. "Me parece que te has vuelto loco, porque no vamos a poder pagar esos sueldos", me dijo. Yo contesté: "Vieja, pagá o cerró la estancia".
El Estatuto establecía:
Descanso de 30 minutos para desayunar, una hora para el almuerzo entre mayo y noviembre, 3 horas y media durante el verano y 30 minutos para la colación de la tarde. Descanso dominical obligatorio, con guardias periódicas y alternadas, para trabajos absolutamente urgentes. Prestaciones de alojamiento y alimentación a cargo del patrón, en condiciones de abundancia e higiene adecua-das, sin que las habitaciones puedan ser utilizadas como depósitos. Los obreros que trabajan a la intemperie, deberán ser provistos, por cuenta del empresario, de trajes y calzado adecuado. Ordeñe bajo tinglado y al amparo del viento. Asistencia médica y farmacéutica a cargo del patrón, como complementaria del salario. Los obreros, con antigüedad superior a un año, no podrán ser despedidos sin causa justa.
A algunos sectores del Ejército, les irritaba mucho que Perón recibiera a obreros e interviniera en los conflictos gremiales. Había militares que decían que había que vigilarlo porque se estaba rodeando de gente de izquierda.
El 2 de septiembre de 1944 procuró Perón dar fundamento doctrinario al 4 de junio: "Nuestra revolución tendría poca razón de ser si no pudiésemos cumplir lo que nos propusimos al ponerla en marcha. Uno de los postulados sobresale por su importancia de todos los demás: la justicia social... Las revoluciones deben ser profundamente innovadoras en sus finalidades; y en el caso nuestro la innovación fundamental es llevar a un bienestar superior al actual a todos los argentinos en la forma de plasmar la nacionalidad, de modo que no pueda romperse ante ningún embate"...