El general Manuel Belgrano encontró en las mujeres del norte, unas magníficas y eficaces colaboradoras. Una de las organizaciones femeninas más importantes fue la de "las bomberas", un verdadero escuadrón de espías que llevaban mensajes secretos para los patriotas escondiéndolos en los dobladillos de sus polleros, en huecos de troncos de árboles o en canastas de lavanderas.
Doña Loreto Sánchez de Peón de Frías fue una de las espías más inteligentes. Solía disfrazarse de vendedora de comidas y con una canasta de pan casero entraba en los cuarteles españoles. Cuando los jefes pasaban lista, ella contaba a los enemigos con un método muy personal: llevaba granos de maíz en el bolsillo y dos bolsitas; cuando escuchaba "presente" ponía un grano en una bolsa y cuando escuchaba "ausente" lo ponía en la otra. A la noche, se reunía con los oficiales de Belgrano y contaban cuantos soldados tenía el ejército realista. Esta valiente mujer vivió hasta los 105 años y hasta el día de su muerte usó en su cabeza moños con los colores de la bandera. Otra mujer, Martina Silva de Gurruchaga, armó en su casa una compañía de soldados y se presentó al frente de ellos ante Belgrano para luchar en la batalla de Salta, entregándole además una bandera bordada con sus propias manos.
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Juana
Azurduy de vendedora callejera a teniente coronela , ella
y su esposo Manuel Asencio Padilla tomaron las armas con igual
coraje para combatir contra los realistas |
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