El General Farell asumió la Presidencia de la Nación que abandonaba Ramírez y el coronel Perón aseguraba para sí la vicepresidencia, que sumaba a los cargos de Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión. Virtualmente concentraba en sus manos todo el poder del gobierno revolucionario.
Un mes antes de terminar la conflagración mundial, el gobierno argentino declaró la guerra al Eje (Alemania-Japón), y firmó el Acta de Chapultepec (1945), que consistía en un pacto de solidaridad recíproca entre los países americanos contra agresiones extracontinentales, a fin de aliviar la tensión internacional entre la Argentina y el resto del continente.
En el ámbito interno, la oposición contra el gobierno de Farrell comenzaba a manifestarse más abiertamente.
La creación de la gobernación militar fue ejecutada por decreto N°. 13941 el 31 de mayo de 1944 durante la presidencia de facto de Edelmiro J. Farrell.
Responde a estos planteos e implicará que los militares podrán aplicar sus ideas en la región sin oposición, pero también, se dio un proceso mediante el cual el Estado Nacional llevará adelante una serie de cambios estructurales que tendrán como consecuencia más destacable el apoyo de una población, que hasta el momento no había sido considerada como integrante de un proyecto nacional.
Además el respeto de las identidades e intereses locales, en tanto y en cuanto eran ciudadanos de un país organizado o miembros plenos de la comunidad organizada.
Edelmiro Farrell fue un militar y dictador argentino que ejerció como presidente de la República Argentina, no habiendo sido electo por los ciudadanos argentinos, recibió el cargo del anterior gobernante militar, Pedro Pablo Ramírez. Fue el tercero de los llamados «presidentes de facto», gobernó desde 1944 a 1946 durante la llamada Revolución del 43.
El 12 de octubre estalla un motín militar en Campo de mayo que imponía el alejamiento de Perón de los cargos que ocupaba en el gobierno, disponiéndose su arresto en la isla Martín García. Al conocerse la noticia, los sectores populares de Buenos Aires se movilizaron sobre la ciudad y el día 17 de octubre exigieron su libertad. A partir de entonces Perón, contando con tan importante triunfo, se dedicó de lleno a la organización de sus fuerzas políticas con vistas a las elecciones que se harían en 1946.
Para aliviar la tensión política, el presidente Farrell decidió convocar a elecciones nacionales para el día 24 de febrero de 1946. Los partidos políticos, que dos años atrás habían sido suprimidos, comenzaron de inmediato a reorganizarse y realizaron una importante marcha en las calles exigiendo la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia para garantizar la limpieza en los comicios próximos, contando con el apoyo del embajador de los Estados Unidos Spruille Braden quien además, se manifestó en contra de Perón.
Toda la actividad propagandística se polarizó en dos tendencias: por un lado, los partidarios que se oponían al coronel Perón se agruparon en una alianza denominada Unión Democrática, conformada por los radicales, los demócratas progresistas, los socialistas y los comunistas; por el otro, los que apoyaban la candidatura de Perón, nucleados en el Partido Laborista.
Finalmente en los comicios se impuso la fórmula Perón-Quijano, por más del 50% de los votos sobre la de Tamborini-Mosca de la Unión Democrática. Perón había logrado el decisivo apoyo electoral de las masas obreras y de grandes sectores de la clase media.