José Félix Aldao a fines de 1832 regresó a Mendoza, donde se le dio el cargo de comandante general de la provincia. Hizo una campaña contra los indígenas del sur — pehuenches y ranqueles — y en 1833 hizo otra, combinada con la que había organizado en Buenos Aires el ex gobernador Juan Manuel de Rosas. Entre los jefes que acompañaron a Aldao, se contaron los futuros gobernadores de San Juan, Martín Yanzón y Nazario Benavídez. Su parte de la campaña comenzó como un éxito, llegando al Río Colorado y fijando el límite sur de su provincia en ese río. Pero su retirada fue desastrosa, acechado por la sed y el hambre. De todos modos, el sur de la provincia fue pacificado y se instalaron allí algunos ganaderos chilenos, que invernaban sus ganados en los valles de la cordillera de los Andes.
La columna del oeste o de la derecha, que estaba al mando del general Aldao, partió el 3 de marzo de 1833 con unos 800 soldados desde el Fuerte de San Carlos en el centro de Mendoza, cruzando el río Diamante y el río Atuel, desde donde se dirigiría hacia el río Barrancas. Las fuerzas de San Juan salieron de esa ciudad el 20 de febrero por orden de Quiroga, para encontrarse con las mendocinas en el Fuerte de San Carlos.
Las fuerzas estaban conformadas por soldados de las provincias de Mendoza y San Juan: 2 batallones de infantería con 3 piezas de artillería y dos regimientos de caballería:
Además iban en la expedición: el comandante Hilarión Martínez, los capitanes Juan Yanzón, Juan José Aráoz, Nicolás Villarroel y José María Castro.
José Felix Aldao comenzó como un éxito su parte de la campaña, llegando al Río Colorado y fijando el límite sur de su provincia en ese río. Pero su retirada fue desastrosa, acechado por la sed y el hambre. De todos modos, el sur de la provincia fue pacificado y se instalaron allí algunos ganaderos chilenos, que invernaban sus ganados en los valles de la cordillera de los Andes.
Debían batir a los aborígenes que se hallaban entre los ríos Barrancas y Neuquén y luego avanzar hasta la confluencia de este último con el río Limay (origen del río Negro o País de las Manzanas) en donde se reuniría con la columna del este. El territorio a recorrer había sido "limpiado" de indígenas y bandoleros entre 1828 y 1832 mediante cuatro campañas militares del gobierno mendocino contra los hermanos Pincheira que se refugiaban en zonas inaccesibles de Chile y en el sur de Mendoza y norte del Neuquén, quienes actuaban en alianza con caciques pehuenches a ambos lados de la cordillera de los Andes. Los Pincheira habían sido derrotados definitivamente el 14 de enero de 1832 en la Batalla de las lagunas de Epulafquen por el chileno Bulnes.
Desde San Carlos viajaron hacia el sur por el piedemonte cordillerano siguiendo aproximadamente el trazado de la Ruta Nacional n.º 40, pasando por Lagunillas y arroyo Hondo y alcanzando el río Diamante el 7 de marzo. Pasaron luego Agua Caliente y el 9 de marzo cruzaron el río Atuel un poco más arriba del salto el Nihuil, pasando luego el arroyo el Chacay y el río Malargüe. Desde allí viraron hacia el sudeste pasando por Menuco hasta acampar el 14 de marzo cerca de la laguna de Llancanelo, sin haber encontrado rastros de indígenas en el trayecto.
El 16 de marzo continuaron la marcha bordeando la laguna de Llancanelo por su lado occidental y por el sur, pasando el 17 por otra laguna que denominaron Agua Nueva en la travesía Chacaicó, continuando por Copel. En esa zona salitrosa y falta de agua, se diezmó el ganado. El 23 de marzo arribaron a las tolderías del cacique Yaypellau en Ranquil Có. Allí Aldao tomó conocimiento de que Yanquetruz se dirigía en malón hacia Río Cuarto, por lo que dispuso marchar con sus fuerzas a los pasos del río Salado para evitar que por allí huyeran hacia la cordillera de los Andes los restos de las fuerzas de Yanquetruz, que suponía serían atacadas por la columna del centro.
Viraron al este alcanzando Cochicó sobre el Atuel el 25 de marzo. Allí tomaron prisioneros a algunos indios que le ratificaron las noticias sobre lo ocurrido con Yanquetruz en las Acollaradas y siguieron el Atuel hasta llegar el día 29 a las Salinitas, a 5 leguas del río Salado, en donde se hallaba un paso conocido.
El 30 de marzo Aldao avanzó sobre el campamento de Yanquetruz con 400 soldados, enviando al día siguiente al coronel Velazco a ocupar el paso e isla de Limay Mahuida. Pese a que los indígenas rehuyeron el combate, Benavídez logró dispersarlos en arroyo del Rosario, tomando 250 prisioneros, rescatando 70 cautivos y apoderándose de 700 cabezas de ganado vacuno y caballar y 10 000 ovejas. En mayo el ejército acampó en una isla en el Paso de la Balsa, desde donde partieron varios destacamentos. La balsa con la que se pasaba uno de los brazos del río estaba custodiada por una compañía de fusileros cuando en la madrugada del 14 de mayo fue sorprendida por 50 ranqueles. Excepto un soldado que escapó a nado, los otros 40 fueron pasados a cuchillo, entre ellos el capitán Mosqueira, el teniente Maldonado y el ayudante Guevara.
Estos dicen que la compañía fue acometida por los salvages al amanecer del día de hoy, como en número de 50, y por todas direcciones, que los centinelas se retiraron á la compañía, haciendo antes su descarga; pero fue tan rápida la carga de los salvages á pie y cabalgados, que no dio tiempo á esta ni an á formar, siendo derrotada y dispersa completamente.
Parte del coronel Velazco
El mismo 14 de mayo fue lanceado el cacique Barbón, de 90 años de edad, y dejado como escarmiento clavado a un palo por orden de Aldao.
Un destacamento al mando de Benavídez alcanzó la laguna Urre Lauquen, ascendiendo a un cerro llamado Limen Mahuida, desde donde divisó el río Colorado, la laguna Amarga y una avanzada de la columna del este, que no se pudo identificar (de Pacheco o de Ramos). Aldao permaneció sobre el Salado en espera de Ruiz Huidobro, pero al saber a fines de agosto que éste había regresado, pidió a Quiroga el retorno al faltarle recursos. Quiroga, quien permaneció la mayor parte del tiempo en San Juan, ordenó su regreso el 7 de septiembre, lo que se efectuó a mediados de octubre siguiendo el Salado y luego el Atuel hasta San Rafael y de allí a San Carlos. Las fuerzas sanjuaninas regresaron a San Juan reducidas a la mitad.