Manuel J. García hacia fines de 1821 se dio a conocer y registrar el estado de la deuda pública en todas sus expresiones, también creó el Gran Libro de rentas y fondos públicos; dividiendo la administración de hacienda en tres reparticiones: contaduría general, receptoría y dirección de rentas y tesorería.
Se estableció que ninguna otra autoridad que la de los representantes de la provincia de Buenos Aires podía establecer impuestos o contribuciones y ninguna autoridad, sin conocimiento y aprobación de los representantes, podría ordenar sueldos, pensiones, gastos, etc.
El Gobierno se obligaba a presentar cada año el presupuesto de gastos y recursos para el año entrante y el balance de las inversiones del año anterior; se crearon los tribunales de cuentas, uno administrativo y el otro, formado por miembros de la legislatura, para estudiar las cuentas generales presentadas por el poder ejecutivo.
García decía lo siguiente :
"Hemos tenido 10 años de revolución y de desquicio y siglos de atraso con sus hábitos y sus preocupaciones que vencer para poder implantar en nuestro país las mejoras de otras naciones",
Manuel J. García regresó a Buenos Aires procedente de Rio de
Janeiro donde se hallaba como ministro Plenipotenciario desde 1815 hasta fines
de 1820. El 8 de agosto de 1821 fue nombrado ministro de hacienda por el
gobernador Martín Rodríguez; los otros dos ministros eran Bernardino Rivadavia,
de Gobierno y Relaciones Exteriores, y Francisco Fernández de la Cruz, de
Guerra.
En la sesión del 18 de setiembre de 1822, se estableció la ley del presupuesto general.
García dio cuenta del proyecto que presentaba:
"Si esta prerrogativa —expuso-- se afianza por la consolidación del sistema representativo, si llega a ser entre nosotros una costumbre sagrada, entonces las libertades, y con ellas la prosperidad progresiva de nuestra patria, quedarían garantizadas, y esta noche, en la que por primera vez se realiza tan gran acto en las regiones meridionales de la América, será marcada como una época célebre entre las naciones que se levantan al calor de la independencia".
El primer presupuesto asignaba a los departamentos de gobierno y relaciones exteriores, 405.694 pesos; a guerra, 596.832; a hacienda, 897.121, comprendiendo 300.000 pesos para el servicio de la deuda pública. Juntamente con ese presupuesto se sancionó la ley que establecía la obligación, por parte del poder ejecutivo, de presentar el proyecto de presupuesto y el cálculo de recursos en las primeras sesiones del año; lo consignado para un objeto no podía invertirse en otro bajo ningún pretexto, y en ningún caso podía excederse el poder ejecutivo, en los gastos, de lo fijado por la ley de presupuesto en la partida correspondiente. Fue en ese período cuando se obtuvo el primer empréstito externo, cuando se fundó el primer banco y se firmó el primer tratado internacional de amistad y comercio.
La ley del 5 de julio de 1813 de la Asamblea General Constituyente, que dispuso un empréstito por 500 mil pesos con la garantía de rentas generales (principalmente la de Aduana) fue el origen del papel moneda. El pagaré emitido era recibido por contribuyentes o prestamistas para saldar deudas en favor del Estado. Los comerciantes lo utilizaban como si fuese moneda efectiva, así como los vales de aduana amortizables. Esta modalidad perduró durante varios años, hasta la reciente creación del Banco de Descuentos, Depósitos y Emisión facultado para emitir papel moneda. Ahora, el Banco de la Provincia de Buenos Aires emitió los primeros billetes en la región. Por la escasez de moneda menor emitió letras de Tesorería de uno, tres y cinco pesos para reemplazar las “contraseñas”, circulantes en el comercio menudo. También se acuñaron en Birmingham monedas de cobre del valor de un décimo.
El Banco de Descuento se fundó a mediados de 1822, con un capital de un millón de pesos fuertes, dividido en acciones de mil pesos, con facultad para emitir billetes pagaderos al portador y a la vista. Fue un banco particular.
En 1824 decía el gobernador de la provincia en el mensaje de apertura de las sesiones:
"El Banco de Descuentos ha completado el capital que le fue concedido en su erección. Su prosperidad excede las más halagüeñas esperanzas, y su utilidad se siente por todas las clases".
La iniciativa del banco había surgido de un grupo de comerciantes y capitalistas a raíz de las perspectivas de la provincia y de la escasez de medio circulante.
El empréstito exterior autorizado por ley, se realizó en Londres por intermedio de la casa Baring y Cía., en 1824: su producto debía emplearse en la construcción del puerto de Buenos Aires, en la dotación a la capital de aguas corrientes y en la fundación de pueblos en la nueva línea de frontera y tres ciudades en la costa sur.
El gobierno recibió 570.000 libras esterlinas, reservándose la casa emisora en su poder 130.000 para el servicio de intereses y amortización durante tres años. El producto del empréstito fue dedicado, durante la guerra con el imperio del Brasil, al descuento de letras de comercio y formó parte luego del Banco Nacional; pasados los tres primeros años, el servicio quedó suspendido hasta 1844 y costó al país 32 millones hasta su completa extinción.
El ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia, impulsó la medida por la cual se dio creación a la Caja de Ahorro, que comenzó a funcionar en abril de 1823. La institución aceptará depósitos a partir de los dos reales. Su objetivo es proporcionarles a las clases industriales y a aquellas que tienen relación con la economía un medio de depósito seguro donde guardar y beneficiar sus pequeños sobrantes. El objetivo es que estas pequeñas cantidades lleguen a formar una suma que sea de una futura utilidad. El gobierno de Martín Rodríguez espera así incrementar sus siempre tambaleantes arcas públicas.