La historia de los próximos diez años se inicia en la sesión del 22 de junio de 1852 en la Sala de representantes. Urquiza no conocía, no había tratado a los hombres de Buenos Aires, y éstos tampoco habían tratado a Urquiza.
. En la actualidad se conoce la intención íntima de Urquiza, su firmeza en la línea trazada, y se puede encontrar fuera de lugar la desconfianza con que fue juzgado en su tiempo por los porteños.
Pero los hechos están por encima de las intenciones y determinan la conducta futura. Esta desconfianza fue la que llevó al rechazo del acuerdo de San Nicolás, y la argumentación legalista y formalista para justificarlo fue circunstancial y hubiese gravitado menos si hubiese habido un fondo de confianza personal.
Urquiza concedió de cargos a hombres del régimen depuesto, a Baldomero García, a Manuel Insiarte, a Eduardo Lahitte, a Juan García de Cossio, al general Guido, a Bernardo de Irigoyen, a Marcelo Gamboa, a Pedro de Angelis, a Nicolás Anchorena, a Luis Dorrego, etc. Ramón J. Cárcano resumió su opinión:
"El general Urquiza restableció y conservó en sus posiciones a los hombres más militantes de la tiranía. Despertó la observación y el análisis, sembró la duda, provocó recelos, surgieron alarmas y sospechas, se produjo la obsesión, y disipado el sueño de la fusión de los partidos, nacieron unitarios y federales, porteños y provincianos, los viejos y odiosos antagonismos locales, dislocados por el motín de Arequito.
Después de Caseros, el libertador confió en la fuerza y en la autoridad personal indisputada, y no cuidó de su prestigio y confianza política por la ecuanimidad de su conducta. Lo primero es contingente, sujeto a sorpresas inesperadas porque es anormal; lo segundo es duradero, porque reposa sobre bases de lógica y de justicia, el estado normal y seguro.
El momento no era de imponer sino de convencer, y nada es más fuerte que la unión por convencimiento".
Pedro de Angelis inició su proyecto en 1852, por encargo de Urquiza, días antes a que Alberdi comenzara el suyo.3 Publicó su proyecto en la Imprenta del Estado, la cual arrendaba desde 1834 y siguió alquilando mientras Urquiza fue director provisorio de la Confederación Argentina.El proyecto constitucional fue presentado en junio de 1852 y admitía en primer lugar la posibilidad del reintegro de Paraguay y establecía la obligación del gobierno de hacer valer sus derechos sobre Tarija y las Islas Malvinas