Mendoza

La vida patriarcal de Mendoza no parecía propicia a convertirse en centro de agitación y de pasiones. La mayoría de los miembros del cabildo era afecta al partido realista tradicional; inclinados a la causa americana estaban sólo Manuel José Godoy y Roxas y el anciano regidor Bernardo Ortiz; pero no parece que éstos hayan tenido contactos con los revolucionarios de otras regiones.

Mendoza

El 13 de junio llegó Miguel Corvalán a Mendoza portador de los pliegos de la Junta, que informaban sobre lo ocurrido en las jornadas de Mayo. Sorprendido el Cabildo quiso el 15 de junio disponer de tiempo para decidirse; pero el mismo día de su reunión o el siguiente llegó un oficio de Gutiérrez de la Concha denunciando que Buenos Aires, con el empleo de la fuerza, había depuesto al virrey y que Córdoba resistiría a la Junta provincial, espe-rando que Mendoza haría otro tanto.

Convocado el Cabildo para resolver, el 19 de junio, dos funcionarios peninsulares, Domingo Torres y Joaquín Gómez de Liaño, irrumpieron en la reunión para evitar que Mendoza se adhiriese a la causa de Buenos Aires, y el alcalde de primer voto, Joaquín de Sosa y Lima, se puso del lado de los adversarios del nombramiento de diputado que pedía la Junta.

El 22 de junio se recibieron nuevos oficios de Gutiérrez de la Concha advirtiendo que no se reconocerían más autoridades que las constituidas por el soberano o sus re-presentantes y que no era necesario el envío de un diputado a la capital. 

Pero también llegaron por entonces noticias de la salida de Buenos Aires de una expedición militar y los patriotas fueron a casa del alcalde de segundo voto,

Manuel José de Godoy y Roxas, para pedir reunión de cabildo abierto para el día siguiente.

Juan Bautista Morón

El 14 de julio, desde Mendoza, Morón comunicaba a la Junta el entusiasmo con el cual el Cabildo había determinado despojar de la comandancia de las armas a Faustino Ansay, el que ejercía desde 1803, las funciones de comandante y subdelegado de la Real Hacienda en aquella capital. Ansay, en combinación con los sublevados en Córdoba encabezados por Liniers y Gutiérrez de la Concha, trataba de enviar desde Mendoza, armas y gente para reforzarlos en los momentos en que llegó Morón, envío que había encontrado resistencia en el Cabildo local.

En la asamblea del 25 los realistas querían obrar de conformidad con las exigencias de Gutiérrez de la Concha, pero el pueblo presente exigió el reconocimiento de la Junta y el nombramiento de diputado, fijando el día 25 para proceder a la elección de este último.

Como los dos bandos en pugna desconfiaban el uno del otro, pues unos se manifestaban contrarios a la Junta y los otros le eran favorables, en la noche del 24 Manuel Corvalán y su tío Isidro Sáinz de la Maza, comandante del cuerpo de urbanos, exigieron del alcalde de segundo voto que fuesen recogidas las armas que custodiaba; los patriotas supieron actuar con prontitud y las armas quedaron a cargo del cuerpo de urbanos. El día siguiente, reunido el cabildo extraordinario, fue elegido Bernárdo Ortiz diputado a la Junta.

Se agitaron los realistas para recuperar el terreno perdido, pero el cabildo designó el día 26 comandante de armas a Sáinz de la Maza, y Faustino Ansay tuvo que someterse y entregar el mando.

El 28 de junio llegaron nuevos oficios de Gutiérrez de la Concha en los que informaba sobre los preparativos para resistir a la expedición de la Junta y sobre la esperanza de provocar la deserción de sus fuerzas; reclamaba el envío de refuerzos de Mendoza. En conocimiento de esos hechos, Domingo Torres, Gómez de Laño y Faustino Ansay, jefe este último de la asonada, recorrieron en la misma noche las casas de los vecinos leales y en las primeras horas de la madrugada del 29 asaltaron el cuartel de urbanos y lo dominaron, haciéndose de las armas. Aparentemente quedaron los realistas dueños de la situación.

Cuando los partidarios de la Junta advirtieron el golpe de mano de la noche anterior se reunieron en el cabildo y trataron de resolver la situación amistosamente a fin de evitar un choque sangriento. Los cabecillas del asalto al cuartel exigieron el reconocimiento de Ansay como comandante de armas y que se informara a Córdoba de lo acontecido.

Reunido el cabildo, emitió un bando que aseguraba la unión entre el cabildo y el comandante de armas; el compromiso cesaría en el momento en que se decidiese la suerte de la capital de la intendencia y la del virreinato, y que no habría alteración en la forma de gobierno.

El 2 de julio se recibió un nuevo pedido de auxilio de Gutiérrez de la Concha, y Faustino Ansay se mostró conforme en darle cumplimiento; pero reunido el cabildo el día 3 se resolvió que no había que apartarse del convenio según el cual no se haría ninguna manifestación contraria a la Junta de Buenos Aires y con esa presión se pudo evitar la entrega de fuerzas al gobernador intendente para la lucha contra Buenos Aires.

El 10 de julio llegó a Mendoza el teniente coronel del regimiento de arribeños Juan Bautista Morón, enviado por la Junta para interceptar las armas y municiones que se dirigiesen a Córdoba. Su llegada alentó a los patriotas, que estaban a favor de la revolución.

Ansay se mostró hábil y dispuso que Morón fuese reconocido y auxiliado, y el cabildo, amparado así, expresó entonces su adhesión a la Junta.

El 17 de julio llegaron dos correos de Córdoba con comunicaciones para Ansay, reiterando el pedido de refuerzos. Se reunió el cabildo con la aglomeración del pueblo a sus puertas. Morón propuso que fuese depuesto el comandante Ansay por no merecer la confianza popular, siendo designado para ocupar su puesto Francisco X. de Roxas. Los correos cordobeses fueron detenidos y el cabildo mendocino envió a Gutiérrez de la Concha una nota que equivalía a una ruptura. La Junta reconoció como comandante de armas a Sáinz de la Maza y los ministros de la real hacienda hicieron entrega al cabildo de libros, llaves y almacenes. A mediados de agosto Mendoza pudo hacer llegar a Buenos Aires doscientos reclutas que condujo el coronel Morón.

Mendoza no se sentía a gusto en la dependencia de Córdoba y manifestó de diversas maneras sus deseos de emanciparse y de que se constituyera una intendencia de Cuyo. Cuando fue designado José Moldes teniente de gobernador subdelegado de real hacienda, y se presentó al cabildo para ser reconocido como tal, el cabildo le hizo saber que lo que Mendoza quería no era un teniente de gobernador, sino un jefe de las provincias de Cuyo. Tuvo que admitirlo después de muchas explicaciones y divergencias, pero solicitó a la Junta que instalase en la región de Cuyo un gobierno independiente de Córdoba. La Junta respondió el 2 de octubre insistiendo en su nombramiento de Moldes y en la obediencia que se le debía.

Habiendo fallecido entretanto el diputado electo Bernardo Ortiz, se hizo nueva reunión y fue designado Manuel Ignacio Molina.